La vigilancia en el socavón en Puebla disminuyó, dado que este día sólo se observó elementos de una patrulla de la Policía Estatal y de cuatro militares, en quienes recae la responsabilidad de evitar que personas se acerquen a su orificio.
A tres meses del surgimiento de este fenómeno natural, ya no se nota la presencia de la Guardia Nacional y de autoridades de los tres niveles de gobierno que realizaban tareas de monitoreo.
Al igual, los filtros de seguridad que las corporaciones involucradas habían establecido en entradas y salidas del polígono del socavón, dejaron de implementarse.
Sólo una patrulla de la Policía Estatal, un vehículo de la Secretaría de la Defensa Nacional y una camioneta oficial junto con un remolque de Protección Civil, era el parque vehicular presente en este espacio, que en los primeros días de aparición del gran hundimiento movilizó a investigadores, unidades especializadas en monitoreo y la implementación de un aparatoso operativo de vigilancia, el cual incluía la prohibición de sobrevuelos de drones.
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En el recorrido realizado por este atractivo –como era calificado el socavón para algunos- también se vio que ya es nula la llegada de visitantes, porque sólo una familia de seis integrantes se contabilizó, cuando los domingos era nutrido el arribo de personas, no sólo de Puebla, sino de otras entidades del país.
Este escenario, ya desalentó al 80 por ciento de los vendedores, quienes habían improvisado la instalación de un corredor gastronómico a unos metros del hundimiento para comercializar bebidas embriagantes, pulque, antojitos mexicanos, camisetas, gorras, tazas, pan y otras mercancías alusivas a su imagen.
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Los pocos comerciantes en la zona coincidieron “solo la gente dejó de venir” y contaron que este panorama comenzó a visualizarse desde finales de julio y principios de este mes, pues por semana ya no llegaban las cinco mil foráneos o locales a este punto, que en su momento fue calificado como la sensación del momento.
