El Día del Niño es una fecha para recodar los derechos de toda la infancia, así como cuidar de su bienestar y aunque uno de sus propósitos es hacer conciencia en contra del trabajo infantil, muchos de los menores apoyan a sus padres por cuenta propia y les enorgullece decir que son parte del esfuerzo para salir adelante.
Tal es el caso de Bryan Jesús López, tiene 10 años y acompaña a sus padres a vender en el Mercado Hidalgo, su familia se dedica a la carnicería; y por su edad, no se ha metido de lleno al negocio, sin embargo, cuida a su hermana para que su madre pueda despachar.
“Los ayudo desde hace un año, no mucho. Me levanto temprano y como veo que todos salen a trabajar yo también quiero ayudar, por eso ayudo a mi mamá cuidando a mi hermana, la paseo, le doy de comer y no es difícil hacerlo (…) A los niños que son de mi edad y tienen miedo de ayudar a sus papás yo sólo puedo decirles que le echen ganas”, comentó.
Al pequeño Bryan no le da pena que lo vean cuidando a su hermana, ya que su apoyo tiene una recompensa, que es jugar en las maquinitas que están cerca de su puesto de carne. También ya está aprendiendo a aplanar la carne y a despachar, para que cuando tenga la edad necesaria pueda unirse a su familia en este negocio.
Bryan considera que este Día del Niño también se debería de aplaudir el trabajo que realizan sus amigos del Mercado, ya que cree, que en este día sólo se visibiliza el trabajo de los niños actores, niños cantantes, pero no el de los niños que apoyan a sus padres para tener una mejor vida.
Uno de los niños que ayuda a sus papás en el Mercado Hidalgo es Joaquín Rojas Sánchez, tiene 13 años y desde los 11, les pidió a sus padres que lo incluyeran en el negocio familiar, que es la venta de plátanos. Sus padres accedieron con una sola condición, que no descuidara sus estudios y él se puso muy feliz ya que el plátano es su fruta favorita.
Para él, no es trabajo vender en el mercado por varias razones, la primera es que en este puesto está su otra hermana, Eleonor, con la que juega y platica; la segunda, es porque sabe que al estar en este lugar, le quita un peso de encima a sus padres y si todos “se ponen las pilas” pueden vender más rápido y terminar más temprano.
“A veces hay venta, a veces no, pero me siento muy bien al ayudarlos y más ahorita en la pandemia que entendí que era la economía y que la gente no tiene mucho dinero para comprar, entonces creo que es bueno ayudarlos porque no tenemos tanto dinero para contratar a alguien más. Es muy bonito trabajar aquí”, comentó.
Otro caso similar es el de Azucena Charlotte González, ella tiene 11 años y ayuda en el puesto que tiene su mamá de croquetas, huevos, aceite y legumbres. La ayuda a despachar y aunque al principio le daba “penita”, hoy en día, ella es la que se acerca a la gente y ofrece sus productos.
Azucena está muy orgullosa de su trabajo y le gustaría presumírselo a sus compañeras de la escuela, pero en este curso escolar la cambiaron de institución y no las conoce, sólo la ha visto a través de su computadora en las clases en línea.
Mientras que Daniel Gómez de 13 años, quien tiene uno de los trabajos “más padres” del mundo, pues trabaja en un puesto de dulces con sus papás, pero, al pedirles que lo dejaran laborar, ellos le explicaron la importancia de no comerse los productos que venden, él lo entendió y ahora respeta la mercancía.
“Vendemos todo lo que tiene que ver con abarrotes y dulcería, llevo a penas cinco meses viniendo, es algo normal para mí, toda mi familia se dedica a esto (…) Ahora me levanto a las 6 de la mañana, llegó al puesto a las 7, lo abro, acomodo las cosas, de ahí si llega mercancía lo voy arreglando (…) a veces despacho, porque a mí no me da pena, es algo normal, me gusta decirles: ¿qué van a llevar jefes? y si se van contentos me da mucha satisfacción”, expresó.
Daniel tiene muchos amigos y él sabe que están orgullosos de su labor, pues no todos pueden apoyar a sus padres. En este Día del Niño, espera que todos las niñas y los niños valoren todo lo que tienen, principalmente a sus familiares.