Antonio Pérez Blas, productor de piñatas, inicia la mejoretapa de su negocio los primeros días de diciembre. Él y sufamilia esperan vender mil artículos de este tipo para la épocanavideña, los cuales tendrán un costo de entre 20 y 500 pesos,dependiendo el tamaño.
Aunque los insumos para su negocio han aumentado costos, éldice que mantendrán los precios de las piñatas para evitar que lagente compre en centros comerciales, y prefiera ir a los mercadoscomo El Carmen, donde labora.
Llamó a los poblanos a no perder la tradición, pues como él,hay personas que han vivido con el oficio durante toda su vida, porlo que buscan que éste no fenezca, pues cada vez menos genterecurre a las piñatas para las fiestas de todo tipo, y prefierenbotargas, luces “led” u otros elementos para divertirse.
Tiene 30 años y es el mismo periodo de tiempo en el que hapracticado la elaboración de piñatas, ya sea a base de ollas debarro o fabricadas con periódico.
“Yo aprendí por mi mamá, en el mercado de El Carmen. Toda lafamilia nos dedicamos a hacer esto”, explicó.
Dedica una hora para hacer una piñata grande –con costo de250 pesos-, ya sea de cinco, siete o nueve picos. Utiliza un moldede barro, papel periódico, papeles crepé, china y brillante paralos acabados.
A finales de octubre, Antonio y su familia fortalecen el trabajoen su taller de piñatas, pero durante el resto del año tambiéndedican tiempo para cortar papel, comprar el periódico y forrarmoldes.
Durante noviembre y diciembre comienza la temporada de venta depiñata, pues hay minoristas que acuden al mercado a comprarlaspara sus negocios, especialmente quienes tienen una dulcería.
“Nos gusta este trabajo y todo el año hacemos piñatas.Ojalá que no se pierda la tradición porque es muy bonita peromuchas personas ya no acostumbran a llenarla de dulces y juguetes,como antes, pero no saben de lo que se pierden. En este negociovendemos alegría”, dijo el entrevistado.