/ lunes 20 de abril de 2020

En permanente angustia vive familia de migrante poblano

“Yo pregunto ¿Cómo estás?, me dice que bien, pero no lo sabemos”

Reinaldo (27 años) dejó en mayo de 2019 su casa en Acatzingo para migrar a los Estados Unidos y vivir el sueño americano, pero poco a poco sus aspiraciones se van derrumbando debido a que desde hace dos semanas está sin trabajo por el paro de actividades económicas generada por la contingencia mundial del coronavirus.

La pandemia ha sumado un factor más porque preocuparse a quienes tienen familiares en los Estados Unidos, el miedo al contagio a la enfermedad que no tiene cura. Desde el inicio, el temor de ser deportados a nuestro país y el segundo, no conseguir trabajo por falta de documentos.

María Elizabeth Pérez Beristain (23 años), hermana de “Rey” como le dicen de cariño, relata que esa es su inquietud: vivir a la distancia de su hermano y saber que no tiene un empleo. Últimamente laboraba en un negocio de lavado de autos.

“Dice que no tiene trabajo, no sé si tenga dinero para comer (…) Yo le pregunto ¿Cómo estás? Y él me dice que bien, pero realmente no lo sabemos. Me puede mentir para no preocuparme” comenta triste, Elizabeth.

Aunque trata de hacerse fuerte, la joven madre derrama lágrimas por la incertidumbre que está pasando su hermano junto con su padre, quien también la dejó a los 4 años para también irse al extranjero.

El padre de Elizabeth y su hermano viven juntos. Ella no recuerda mucho de su papá pues la abandonó desde muy pequeña y pocas ocasiones les manda saludos o alguna foto, como ocurre con las remesas para apoyarlos económicamente.

“Yo le he dicho que mejor se regrese, pero me dice que no, igual que está cerrada la salida y la entrada de la frontera”, comenta, manteniendo la reserva de la ciudad donde viven sus familiares.

“DESEO QUE PASE RÁPIDO EL CORONAVIRUS”

Elizabeth Pérez narró que su hermano mayor decidió migrar a los Estados Unidos por la falta de empleo en el municipio de Acatzingo.

Algunas veces era campesino y en otras, albañil, también ambos, para tener ingresos para su esposa e hija que tiene dos añitos.

En mayo del año pasado logró cruzar la frontera, era la segunda ocasión, porque la primera vez fue descubierto por los agentes de la aduana y lo deportaron.

“Por esa parte si se dobla uno, él (mi hermano) a penas se fue y pues nadie sabía de esto (coronavirus). Yo creo que si hubiera sabido no se va, pero es algo que uno no sabe. Yo solo espero que esto sea solo por un tiempo, deseo que pase rápido (el coronavirus). Él se fue con la ilusión de echarle ganas, por necesidad, por hacer algo para su familia”, concluyó.

Reinaldo (27 años) dejó en mayo de 2019 su casa en Acatzingo para migrar a los Estados Unidos y vivir el sueño americano, pero poco a poco sus aspiraciones se van derrumbando debido a que desde hace dos semanas está sin trabajo por el paro de actividades económicas generada por la contingencia mundial del coronavirus.

La pandemia ha sumado un factor más porque preocuparse a quienes tienen familiares en los Estados Unidos, el miedo al contagio a la enfermedad que no tiene cura. Desde el inicio, el temor de ser deportados a nuestro país y el segundo, no conseguir trabajo por falta de documentos.

María Elizabeth Pérez Beristain (23 años), hermana de “Rey” como le dicen de cariño, relata que esa es su inquietud: vivir a la distancia de su hermano y saber que no tiene un empleo. Últimamente laboraba en un negocio de lavado de autos.

“Dice que no tiene trabajo, no sé si tenga dinero para comer (…) Yo le pregunto ¿Cómo estás? Y él me dice que bien, pero realmente no lo sabemos. Me puede mentir para no preocuparme” comenta triste, Elizabeth.

Aunque trata de hacerse fuerte, la joven madre derrama lágrimas por la incertidumbre que está pasando su hermano junto con su padre, quien también la dejó a los 4 años para también irse al extranjero.

El padre de Elizabeth y su hermano viven juntos. Ella no recuerda mucho de su papá pues la abandonó desde muy pequeña y pocas ocasiones les manda saludos o alguna foto, como ocurre con las remesas para apoyarlos económicamente.

“Yo le he dicho que mejor se regrese, pero me dice que no, igual que está cerrada la salida y la entrada de la frontera”, comenta, manteniendo la reserva de la ciudad donde viven sus familiares.

“DESEO QUE PASE RÁPIDO EL CORONAVIRUS”

Elizabeth Pérez narró que su hermano mayor decidió migrar a los Estados Unidos por la falta de empleo en el municipio de Acatzingo.

Algunas veces era campesino y en otras, albañil, también ambos, para tener ingresos para su esposa e hija que tiene dos añitos.

En mayo del año pasado logró cruzar la frontera, era la segunda ocasión, porque la primera vez fue descubierto por los agentes de la aduana y lo deportaron.

“Por esa parte si se dobla uno, él (mi hermano) a penas se fue y pues nadie sabía de esto (coronavirus). Yo creo que si hubiera sabido no se va, pero es algo que uno no sabe. Yo solo espero que esto sea solo por un tiempo, deseo que pase rápido (el coronavirus). Él se fue con la ilusión de echarle ganas, por necesidad, por hacer algo para su familia”, concluyó.

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