Alex es un niño de nueve años que pasa alrededor de 10 horas diarias frente al celular, hecho que Alejandro Tovar, su padre, se lo atribuye al tema de las clases a distancia, aunado a la carga laboral que tiene durante la semana, por lo que el equipo digital funge como un medio de entretenimiento y acompañamiento para su hijo mientras él trabaja. Confiesa que hay días en los que Alex está desde muy temprano con el dispositivo, y al caer la noche es cuando el celular por fin se apaga, característica recurrente de los denominados “huérfanos digitales”.
Y es que así como Alex, cada vez más niños forman parte de este fenómeno que se caracteriza por estar desprovistos de atención, debido a que los padres son adictos a la tecnología (específicamente al celular), aunque también se agrega el factor laboral, por lo que el tiempo de atención hacia ellos se reduce significativamente.
Ante este panorama, el especialista Martín Espinosa, catedrático de la división de Negocios y Desarrollo Humano del Tecnológico de Monterrey Campus Puebla, detalla que, al hablar de “huérfanos digitales”, se hace referencia a una generación de niños que están sufriendo los embates de un desarrollo tecnológico nunca antes vistos a nivel mundial y que se agudizó a raíz de la pandemia.
Destaca que los infantes que se enfrentan a este fenómeno tecnológico cumplen con ciertas características, siendo la más importante el hecho de que los padres invierten mucho tiempo en el uso de dispositivos como parte de sus prioridades, ya sea para entretenerse, desestresarse o socializar.
“Muchos padres recurren a redes sociales para estar navegando en internet, buscar información o algún tipo de curiosidad. Aunque puede parecer algo inofensivo, atenta contra uno de los elementos fundamentales del desarrollo de los niños: el establecimiento del apego”, indicó.
El doctor Martín Espinosa, egresado de la Universidad Complutense de Madrid, comparte que desde hace más de 50 años se comprobó mediante diversos estudios que el apego y el vínculo que se establecen en los primeros años de vida, son fundamentales para el desarrollo biopsicosocial, ya que permite que podamos intercambiar afecto de manera saludable y evitar un estado de aislamiento.
“Sabemos que el aislamiento puede ser catastrófico para el desarrollo de las personas, muestra de ello es que tenemos muchos casos de ansiedad y depresión, porque los seres humanos estamos diseñados para ser totalmente sociables, y si nosotros nos limitamos, nos abstenemos o nos privan de esta interacción, no construiremos apego y, si no construimos apego, no establecemos vínculos saludables”, destacó Espinosa.
El padre de Alex reconoce que su trabajo es muy absorbente, pero es él quien tiene que proveer de los ingresos necesarios para los gastos personales, los de su hijo y el hogar. Consiente de las horas que su hijo pasa “pegado” a la tecnología, en sus días de descanso procura desconectarlo del mundo virtual para aterrizarlo en actividades más recreativas.
“Alex no tiene hermanos y reconozco que soy muy permisible con él. Sin duda, los padres somos los que damos pauta a esto, pero en mi caso, la mayor parte del tiempo me la paso trabajando y mi madre es quien me ayuda con él. Respecto al tipo de contenidos que consume, por lo regular son caricaturas o series, aunque en mis días libres, procuramos salir -en lo posible- por el tema de la pandemia”, comparte.
PANDEMIA INCREMENTÓ EL FENÓMENO
El catedrático del Tecnológico de Monterrey, destaca que en este sentido, la pandemia incrementó la conexión de los infantes con la tecnología porque, por un lado, aquellas familias con un nivel adquisitivo sólido, se permitieron estar en aislamiento sin mayor preocupación, periodo en el que –de acuerdo las estadísticas- generaron un incremento del 300 por ciento en el consumo de contenidos streaming.
En contraste, otra parte de la población tuvo que salir a buscar el sustento al doble o el triple de sus esfuerzos y, en ambos casos, pasar tiempo con los niños y revisar su educación no fue uno de los elementos centrales para muchos papás, mientras que las clases online también representaron un esfuerzo catatónico.
“En este periodo de pandemia aumentamos el consumo de contenido audiovisual y el tiempo que pasamos con los dispositivo, lo que amplificó este fenómeno de los huérfanos digitales. La paradoja de esta comunicación es que la tecnología nos puede acercar a quienes más lejos tenemos, pero nos aleja de quienes más cerca está de nosotros”, indicó el especialista.
Alejandro considera que la pandemia dio pie para que los niños estuvieran más tiempo en la tecnología “con el tema de la escuela en casa y las clases a distancia, las horas frente a computadora o el televisor se incrementaron, aunado al tiempo que de por sí tomaban en la redes sociales desde hace mucho. Pero también es cierto que el uso de la tecnología bien dirigida está excelente, pero mal dirigido es una pésima decisión”, consideró.
Ante este panorama, el doctor Martín Espinosa, con posgrados en temas de Familia, Desarrollo y Psicología, indicó que como primer punto, no se debe normalizar este tipo de situaciones al interior de los hogares, por lo que lo más importante es detectarlo y resolverlo.
“El primer paso es reconocer que hay una dificultad; el segundo paso es poder manifestar aquellas inconformidades que cada miembro de la familia vive de manera aislada; y el tercero, es replantear su proyecto de vida como familia (…) organizar tiempos y recursos. Recordemos que el tiempo es un recurso no renovable. El tiempo va a seguir avanzando, nuestros hijos seguirán creciendo y tendremos dos opciones: que puedan crecer con nosotros, o con alguien más a través de una pantalla”, señaló.
