Entre vigas, celebran al Señor de las Maravillas

La fiesta se realizó sin misas y acceso restringido a los músicos quienes fueron a cantar las mañanitas

Pilar Pérez

  · sábado 3 de marzo de 2018

“Me da tristeza”, esta es una de las frases que circuló entre los feligreses que acudieron el tercer viernes de Cuaresma a la celebración del Señor de las Maravillas, cuya efigie está en medio de vigas tras los daños a causa del terremoto del 19 de septiembre.

Sin misas, con poca gente, una pequeña verbena y acceso restringido a los músicos, quienes fueron a cantar las Mañanitas, transcurrió ayer la fiesta de una de las figuras religiosas más milagrosas para los poblanos.

Operaciones exitosas, salud, empleo y partos con buen término son tan solo algunos de los milagros que el Señor de las Maravillas les ha concedido a quienes van a visitarlo, la fe no es menor a la de otros años, pero la afluencia de visitantes de este viernes sí fue considerablemente más baja.

Una sola fila se conformó en las puertas de la iglesia para pasar a ver a la imagen y como siempre poder tocarla por lo menos a través del cristal, pues no se permitía que los feligreses estuvieran más de 15 minutos ni que se juntaran más de 50 personas dentro del templo.

En esta ocasión la escena de devoción fue más triste para los feligreses, toda vez que la efigie está en medio de las vigas, el templo apuntalado y no hay ni una celebración religiosa. Asimismo, los músicos fueron limitados para tocar sus instrumentos y cantar por temor a que las vibraciones dañaran aún más la estructura.

“A mí me da mucha tristeza ver a nuestro santísimo Señor de las Maravillas así en la iglesia, pero él es muy milagroso y por eso lo vengo a ver siempre que es su fiesta, allá adentro nos dijeron que nos apuráramos a verlo, yo creo que porque la iglesia está llena de vigas, por eso del temblor”, dijo Rosa, quien regalaba cruces plateadas como parte de su manda.

La señora Isela, con estampas con la imagen y oración al Cristo de la Caída, que es su nombre original, regalaba una estampa a todos los que cruzaban la puerta y ofrecía bendiciones, pero también se expresó temerosa por las condiciones del templo.

Otros más se preguntaban a qué hora había celebraciones religiosas y con angustia se enteraban que están suspendidas. Una de las devotas quería que celebraran ahí una misa a nombre de su mamá quien está delicada de salud y por el momento lo único que pudo hacer fue elevar una plegaria a un costado del Señor de las Maravillas.

De acuerdo con la leyenda, las religiosas agustinas de Santa Mónica ganaron la imagen en una rifa; se dice que una novicia descubrió que durante la noche, la efigie –que data del siglo XVII y representa una de las caídas que sufrió Cristo en su camino a ser crucificado- era azotada por dos soldados romanos que formaban parte del “paso”. El suceso causó conmoción y dio lugar a la gran veneración.

La imagen pesa -con todos los elementos- hasta 700 kilogramos y es la más venerada; es la efigie –de las que participa en la procesión de Viernes Santo- que cuenta con más porteadores llegando a juntar hasta 500 además de quienes lo resguardan colocándose alrededor de él durante toda la procesión.