A latigazos, como lo hacían los jesuitas que los evangelizaron hace más de dos siglos, decenas de hombres expiaron sus culpas en la tradicional "Gloria de los Judíos", una celebración que distingue el Sábado de Gloria en este municipio.
Bajo los inclementes rayos del sol, entre la polvareda de la Unidad Deportiva a donde se mudó este año y miles de ciudadanos que viajaron de muchos lugares, incluso de la Ciudad de México, para atestiguar el enfrentamiento de hombres, jóvenes y adultos, que hacen perdurar esta típica práctica, jóvenes y adultos representaron una vez el castigo que se daban los judíos por haber crucificado el Viernes Santo a Jesús.
La imagen de San Hipólito, santo patrono del municipio, marcó el inicio de la celebración que este año se notó más desorganizado que en pasados, pues los espectadores invadieron la arena y redujeron el espacio dispuesto para el encontronazo de “los judíos”, sin embargo, cuando el silbato indicó el inicio de los aproximadamente 40 segundos para el encuentro, todos se esmeraron en propinar azotes a su pareja.
Y es que en esta celebración, los varones se preparan con látigos elaborados por ellos mismos, hasta con una semana de anticipación, con ixtle de maguey, anudado una y otra vez, sumergido luego en la más popular bebida de la región, el pulque, para hacer de lo que hubiera sido una soga común, todo un instrumento de tortura, con el que flagelan a otro y reciben lo mismo.
Desde hace más de 200 años, cuando los jesuitas que llegaron a evangelizaron la región se autolesionaban como acto de castigo y expiación de sus pecados, los lugares adoptaron la práctica, preparándose además física y espiritualmente, pues en los momentos previos algunos de ellos se concentran en el salón social contiguo a la iglesia del pueblo para hacer oración, muchos son educados a rezar un rosario para pedir perdón a Dios por los pecados cometidos durante el último año, y finalmente, consumar su arrepentimiento al recibir los latigazos.
Todos van ataviados con coloridos sombreros y capas sobre sus espaldas, aunque éstas poco les cubren en el momento de la flagelación, pues su compañero, igual que él, ponen toda su fuerza en los azotes, al grado de que muchos presentan laceraciones sangrantes en la piel y algunos, por algún descuido o abuso, ya que están prohibidos los golpes en esa zona, también en la cara.
Y es que aunque es una celebración originalmente violenta sólo durante los segundos que marcan la batalla de “los judíos”, algunos bajo los influjos del pulque o diferencias personales, sobrepasan la tradición y continúan con el enfrentamiento, al grado de que elementos de la Policía Municipal y trabajadores del Ayuntamiento tuvieron que inter venir para disuadir dos peleas extendidas.
Pero Daniel López es uno de los jóvenes que participaron este año, acudió como algunos otros, sin más ánimo que hacer preservar la tradición, pues no tiene diferencias ni problemas con nadie, sólo buscó a alguien que como él quisiera formar parte de la celebración e intercambiar latigazos.
Mientras que Lorenzo López y Omar Silva son dos amigos oriundos de Soltepec, cuyas familias participan desde hace más de 50 años, con sus respectivos abuelos, luego sus padres y ahora ellos, en la “Gloria de los Judíos”.
“Muchas veces sí participan algunos porque tienen diferencias, pero otros lo hacen por amistad y por el puro gusto de seguir con la tradición, como nosotros, porque desde que nacimos, desde que somos niños la hemos visto”, explicó Lorenzo ya junto a su amigo de toda la vida, como si el enfrentamiento entre ellos nunca hubiera sucedido.