Ajalpan.– La inseguridad, la mala economía y un gobierno opresor son lo que ha motivado a muchos habitantes de países centroamericanos a salir de ellos y buscar estabilidad para sus familias. Hombres y mujeres asumen el riesgo de caminar por un país desconocido, pues señalan que lo hacen para darles una mejor vida a sus hijos en los Estados Unidos.
Durante más de tres meses, familias de Honduras, El Salvador, Colombia, República Dominicana, Guatemala e incluso de Argentina, así como un grupo de asiáticos, forman parte de la Caravana Viacrucis del Migrante, quienes desde la semana pasada iniciaron su recorrido en este país al ingresar por el estado de Chiapas. Oaxaca y Puebla son los tres primeros estados que han pisado en su recorrido hacia el norte del país.
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Este grupo de más de 600 migrantes ha sido acogido por el pueblo mexicano. Durante su trayectoria, han recibido apoyo con alimentos, agua y ropa, donados por autoridades locales y habitantes de las localidades por las que pasan. Cuando se les pregunta sobre esta ayuda, todos responden que el pueblo mexicano siempre ha sido muy solidario con los migrantes.
Este miércoles, nuevamente recorrieron pocos kilómetros desde la localidad de Calipan, Coxcatlán, hasta la cabecera municipal de Ajalpan. Durante la fiesta patronal, el barrio de Coculco ofreció un amplio espacio en una zona de canchas deportivas para dar refugio a cientos de familias que se instalaron en ellas.
Aunque este miércoles fue el día en el que menos calor sintieron, con una temperatura de 32 grados en comparación con los 43 o 40 grados de días anteriores, la fatiga acumulada de días previos hizo que sus cuerpos aún se sintieran cansados, por lo que decidieron descansar en ese lugar.
Tehuacán está a la espera de poder recibir a esta caravana de migrantes. Asociaciones protectoras de migrantes y grupos religiosos afirman estar listos con alimentos y agua para recibirlos. Esperan que sea durante el transcurso de este jueves o viernes cuando puedan ser recibidos por el grupo que representa el sacerdote Anastasio Hidalgo Miramontes.
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Historias
En cada conversación con padres de familia, surge una historia diferente y difícil de entender sobre cómo arriesgan a sus hijos en esta travesía. Han dormido a la orilla de la carretera, en zonas desoladas y hasta en lugares desconocidos. Denunciaron que los líderes que organizaron esta caravana desde un principio encontraron ayuda, los abandonaron desde los primeros días.
¿Vale la pena arriesgarse tanto? Todos responden que sí. Vale la pena cuando sus vidas están en riesgo y saben que podrían morir de hambre. Así lo señala Eder Mónico García, un joven de 25 años de edad, quien dijo que tuvo que dejar Guatemala porque era perseguido por un grupo de pandillas que lo obligaban a delinquir con ellos, por lo que decidió salir de su país.
Manuel Ascencio, de 32 años de edad, originario de El Salvador, ha recorrido 30 días con la caravana, acompañado de dos familiares. Explicó que, a pesar de que en su país el gobierno ha logrado erradicar más del 95 por ciento de la inseguridad, el desarrollo económico es muy lento. “Anhelo tener una casa, pero no voy a lograrlo estando allá, por eso mejor me voy a Estados Unidos”, dijo.
Acompañado por su hija de apenas 8 años de edad, Marvin Cruz, originario de Honduras, dice que vale la pena el sufrimiento de caminar durante tantos meses. Sus hermanos que ya están en los Estados Unidos lo esperan a él y a su familia. Dice que viven económicamente mejor y eso es lo que quiere para su hija, por lo que está seguro de que cumplirá su sueño.
Por último, tres jóvenes de Venezuela, sentados en un cartón, juegan con un mini dominó de plástico. Dicen que no todo debe ser preocupación y que esta es su manera de entretenerse y descansar por las tardes, ya que el calor los ha agotado. Uno de ellos, de nombre Jorge Flores, muestra sus pies llenos de ampollas causadas por el calor del asfalto.
Todos ellos agradecen a México, diciendo que desde que entraron al país han sido atendidos muy bien, aunque en algunos lugares falta alimentos y agua. “La mejor ayuda que podrían darnos es transporte. Nos ayudaron de Oaxaca a Tilapa y nos ahorraron 15 días de camino. Eso es lo que necesitamos, camiones o autobuses para viajar”, pidieron los migrantes.
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Elizabeth García, una mujer originaria de esta ciudad, llegó en ese momento para regalar ropa y calzado a los migrantes. Señaló que desde que supo que pasarían los migrantes, su familia reunió las cosas que ya no usaban, pero estaban en buenas condiciones para entregárselas, entendiendo sus necesidades.
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Así es como estas familias han iniciado un recorrido que podría durar meses. Hombres, mujeres jóvenes e incluso mujeres embarazadas o con bebés recién nacidos hacen el mismo recorrido cada día. Para ellos, el calor ha sido el enemigo a vencer en estas primeras semanas de su recorrido. Sin embargo, todos dicen confiar en Dios y que esto será solo un mal recuerdo, pero también el inicio de una nueva vida.
