Entre danzas prehispánicas, un recital de canto y piano y una celebración eucarística, se celebró el 20 aniversario del nombramiento de la basílica menor de Chignahuapan, cuando fue coronada la imagen de la Inmaculada Concepción, un ícono religioso y turístico de este Pueblo Mágico.
Desde fuera, la construcción de roca con motivos marianos parece una Iglesia más. Por dentro, alberga a una en las imágenes religiosas bajo techo más grandes del país y Latinoamérica, con 12 metros de altura: la virgen de la Inmaculada Concepción, tallada en cedro y obra del escultor poblano José Luis Silva.
La imagen y la Iglesia fueron inauguradas el 12 de mayo de 1972, siendo párroco Idelfonso Illescas, fallecido en noviembre pasado. Fue hasta 1990 cuando atrajo la mirada del Vaticano. Fue hasta 1999 cuando se pudo concretar el trámite, por parte del párroco Illescas Pichardo, para que Juan Pablo II otorgara, desde la Santa Sede, el nombramiento como basílica menor.
Sobre la imagen que alberga, originalmente no estaba planeada así, no contempla al niño Jesús en los brazos de la virgen, tampoco la corona, de ahí su carácter único en la feligresía católica latinoamericana.
El niño que posó para el artista y darle un toque vivo al niño Jesús cargado en brazos existe y aún está vivo, es ingeniero y se llama Aarón. También es una de las pocas iglesias que no tiene un Cristo en el centro de todo, si no la imagen de una virgen, a la que se le atribuyen varios milagros, casi todos relacionados con la salud.
Aunque no hay una cifra oficial o comprobable, se estima que, al menos, unos 5 mil turistas la visitan mensualmente, aunque en diciembre pueden ser más de 15 mil, la que la convierte en uno de los centros religiosos y turísticos más importantes de la región y uno de los pilares económicos de este Pueblo Mágico, famoso por la fabricación de esferas navideñas.