Cada 12 de febrero, durante prácticamente todo el día y desde tiempos ancestrales, existe una especie de alineación natural durante el amanecer entre el sol, algunos montes de los alrededores del municipio, el Popocatépetl y la zona de la plazuela del cerro de San Miguel.
“Los rayos del sol entonces quedan convertidos en las manecillas de un reloj encaminado a marcar el inicio de una nueva etapa de tiempo para los primeros pobladores de Atlixco”, recordó el arquitecto Mario Vázquez Ramírez, un fiel seguidor de ese fenómeno desde hace varios años.
“Esa puede ser una de las explicaciones lógicas del porqué hace más de 900 años quienes habitaban este lugar, hoy conocido como Atlixco, escogieron concretamente el área de la plazuela del cerro de San Miguel para convertirla en un centro ceremonial conservado hasta la fecha”, insistió el arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Miguel Medina Jaen, supervisor de la obra de remodelación del propio San Miguel.
El secretario de Cultura de Puebla, Sergio Vergara Berdejo, uno de los testigos del amanecer en esa parte alta de Atlixco, describió así el fenómeno: “Los antiguos pobladores de Atlixco calculaban el calendario mediante la observación de los astros y su relación con las montañas que rodean el Valle. Sobresale el cerro Nanahuatzin al fondo la mancha urbana”.
Además de medio centenar de lugareños, asistieron a la cita varios regidores, como la de turismo Julieta Camacho, el edil Guillermo Velázquez Gutiérrez y las secretarias estatales de turismo y medio ambiente. “Ojalá esta fecha quede convertida en un atractivo más de este Pueblo Mágico para seguir detonándolo como una verdadera alternativa para los turistas. Y eso será posible con la colaboración de ambos niveles de gobierno”, enfatizó el edil finalmente.