por Margarita Guerrero
CIUDAD DE MÉXICO.- A las 19:15 horas de ayer, momento en quearribó a la Catedral Metropolitana el féretro del sacerdote JoséMiguel Machorro Alcántara a bordo de una carroza, se soltó unalluvia tupida. En medio de una valla de seguridad encabezada por laPolicía Federal y personal de apoyo del recinto religioso, losfamiliares más cercanos al presbítero, entre ellos su madre,hermanos y sobrinos, mojados del rostro por lágrimas y aguacondujeron al cuerpo inerte al centro del Altar Mayor.
Lo esperaban una comitiva de 40 sacerdotes y monseñor AntonioOrtega Vivanco, de la IV Vicaría, quien ofició la misa paradespedirlo. Feligreses de la parroquia de San Agustín Zoquipa, muycerca de la Merced, donde oficiaba el padre Machorro, abarrotaronel lugar.
Aún con un rictus de dolor e impotencia por la pérdida de unser tan querido y sabiendo que fue herido con un arma punzocortanteen un altar alterno de la misma Catedral Metropolitana, losfamiliares del padre Machorro participaron en la celebración de lamisa de cuerpo presente. Algunos feligreses cuchicheabansorprendidos de que la ceremonia fuera por el sacerdote apuñaladoen mayo pasado en plena eucaristía: “Pobrecito. Cómo pudo serposible”.
Después de la lectura del Evangelio, monseñor Antonio Ortegapidió a los presentes acompañar a los familiares del padreMachorro e “ir creando una cultura de la vida, muy importante enesta ciudad. Entramos en la cultura de la muerte. Lo que le pasóal padre Machorro está definiendo lo que somos”. Asimismo,pidió porque la Iglesia católica no se prive de sussacerdotes.
Sobre el féretro del presbítero José Ángel Machorrodescansaba su traje eclesiástico y una elegante biblia. OrtegaVivanco invitó a los asistentes a la ceremonia a despedirse delcuerpo del sacerdote. Entre largos aplausos y gritos de “Viva elpadre Machorro. Viva Cristo Rey”, una procesión de sacerdotes yobispos en silencio condujo el féretro de su compañero sacerdotea la salida alterna del recinto metropolitano.