/ sábado 30 de septiembre de 2017

En Alpanocan viven entre el volcán, lluvia y terremotos

TOCHIMILCO, Pue.- Primero el terremoto, luego las lluvias, ahorael volcán Popocatépetl. Pobladores de San Antonio Alpanocan ya nosaben a qué le temen más, pues con la pérdida de sus viviendasdesde el 19 de septiembre están desamparados y en ocasiones seagota la esperanza de que haya una pronta recuperación de supatrimonio y sus vidas.

En medio del lodo, primero porque las calles no estánpavimentadas y después porque las viviendas están en ruinas, vivela gente desde hace once días. En casas improvisadas con lonas  yalgunas láminas que pudieron rescatar es como se resguardandurante la mañana y parte de la noche.

A pesar de que ha llegado ayuda a la comunidad con víveres yvoluntarios, el apoyo no es suficiente. Las intensas lluvias quehan azotado a los pobladores en los últimos días provocaron quelas condiciones en las que viven sean peores, pues se debenresguardar del agua y el frío con algunos vecinos y familiares quelograron salvar parte de su patrimonio.

El lodo que se encuentra en todos lados es uno de los retos alos que se enfrentan ahora, pues los encharcamientos que se formanpodrían ser causantes de algunas enfermedades especialmente paralos niños y las personas de la tercer edad, quienes se encuentranmás vulnerables.

“Toda la ayuda es necesaria”, pronuncian los pobladorescuando a sus manos llega una despensa, pero, ahora necesitan másque eso. Una carreta, un pico o una pala son necesarios en todoslos hogares, ya que son los propios habitantes quienes realizan suslabores de limpieza en los terrenos.

Las mujeres ayudan con las labores, quintan los escombros y sededican a limpiar donde se puede, lavan la ropa y se preocupan porla comida. Los hombres realizan el trabajo pesado y parece que lohacen sin descanso, haciendo a un lado su agenda cotidiana como lalabor en el campo.

Los niños. Algunos parecen no darse cuenta de lo que sucede enlas comunidades, otros más saben que hay una contingencia yacompañan a sus padres a todos lados; ya reconocen las unidadesque llevan los víveres y buscan guiar a los voluntarios a sushogares.

Los pequeños todavía están temerosos, no asimilan qué pasóy ante un ligero movimiento en la tierra o estruendo, provocado porel paso de los vehículos, corren a resguardarse de sus padresgritando “está temblando” y luego, casi como si nada, regresana jugar.

¡Gracias por la ayuda!, ¡Agradecemos la preocupación!, ¡Atodos ustedes, gracias!, se lee en cartulinas pegadas en algunosmuros y puertas de las casas de los afectados, quienes en medio dela tragedia reconocen a quienes llegan a sus casas.

Los nombres importan en la comunidad pero no tanto cuando todosse suman a la misma pena. Hombres y mujeres señalan con tristezadónde estaban sus casas, ahora en ruinas. La desesperanza es igualen todos los rostros y aunque los censos ya comenzaron, lasautoridades no les han dicho para cuándo iniciará lareconstrucción.

Algunas familias duermen amontonadas bajo el único techo quetienen o cubiertos por una lona, otros ya decidieron “irse almonte”, allá van a levantar su casa, primero con cartón y másadelante ya verán qué material encuentran.

EL VOLCÁN ES SU NUEVA PREOCUPACIÓN

La localidad colinda con el estado de Morelos y se ubica a lasfaldas del volcán Popocatépetl, que también les ha provocadotremendos sustos debido a los tremores que parecen, en ocasiones,avisar que va a hacer erupción.

“Ya no sé a qué le tengo más miedo si al volcán, o alterremoto. Creo que al terremoto, pero también me da miedo quehaya una evacuación porque el volcán haga erupción”, dijo unode los pobladores que el día del sismo logró rescatar a su hijoque dormía antes de que la casa colapsara.

Aunque ya están acostumbrados a los tremores y la actividad delvolcán recuerdan que el día del sismos tuvo movimientosinusuales, como la emisión de una fumarola color café y desdeentonces no les ha dado tregua.

Es por eso están cada día más intranquilos, no saben en quémomento sus vidas pueden volver a cambiar porque se dieron cuentade que en tan solo unos segundos todo lo que tenían se puedeperder.

Lo que todos agradecen, casi como si se hubieran puesto deacuerdo, es que están vivos, que a pesar de la intensidad deltemblor nadie, en la comunidad, falleció y por lo mismo entiendenque juntos saldrán delante de esta mala jugada de lanaturaleza.

PIDEN MATERIAL DE CONSTRUCCIÓN

Lo que más piden las familias son herramientas para reconstruirsus casas, pues a pesar de que ya acudieron autoridades a realizarlos censos no les han dado las fechas en las que tendránnuevamente sus casas, por lo que ellos mismos harán laslabores.

Entienden que es un proceso complicado porque no es la únicacomunidad en esta situación, pero también tienen necesidades ylas condiciones del clima, con las lluvias y la cercanía delinvierno que será más crudo porque viven en las faldas delvolcán, hacen que su vida sea cada vez más difícil.

TOCHIMILCO, Pue.- Primero el terremoto, luego las lluvias, ahorael volcán Popocatépetl. Pobladores de San Antonio Alpanocan ya nosaben a qué le temen más, pues con la pérdida de sus viviendasdesde el 19 de septiembre están desamparados y en ocasiones seagota la esperanza de que haya una pronta recuperación de supatrimonio y sus vidas.

En medio del lodo, primero porque las calles no estánpavimentadas y después porque las viviendas están en ruinas, vivela gente desde hace once días. En casas improvisadas con lonas  yalgunas láminas que pudieron rescatar es como se resguardandurante la mañana y parte de la noche.

A pesar de que ha llegado ayuda a la comunidad con víveres yvoluntarios, el apoyo no es suficiente. Las intensas lluvias quehan azotado a los pobladores en los últimos días provocaron quelas condiciones en las que viven sean peores, pues se debenresguardar del agua y el frío con algunos vecinos y familiares quelograron salvar parte de su patrimonio.

El lodo que se encuentra en todos lados es uno de los retos alos que se enfrentan ahora, pues los encharcamientos que se formanpodrían ser causantes de algunas enfermedades especialmente paralos niños y las personas de la tercer edad, quienes se encuentranmás vulnerables.

“Toda la ayuda es necesaria”, pronuncian los pobladorescuando a sus manos llega una despensa, pero, ahora necesitan másque eso. Una carreta, un pico o una pala son necesarios en todoslos hogares, ya que son los propios habitantes quienes realizan suslabores de limpieza en los terrenos.

Las mujeres ayudan con las labores, quintan los escombros y sededican a limpiar donde se puede, lavan la ropa y se preocupan porla comida. Los hombres realizan el trabajo pesado y parece que lohacen sin descanso, haciendo a un lado su agenda cotidiana como lalabor en el campo.

Los niños. Algunos parecen no darse cuenta de lo que sucede enlas comunidades, otros más saben que hay una contingencia yacompañan a sus padres a todos lados; ya reconocen las unidadesque llevan los víveres y buscan guiar a los voluntarios a sushogares.

Los pequeños todavía están temerosos, no asimilan qué pasóy ante un ligero movimiento en la tierra o estruendo, provocado porel paso de los vehículos, corren a resguardarse de sus padresgritando “está temblando” y luego, casi como si nada, regresana jugar.

¡Gracias por la ayuda!, ¡Agradecemos la preocupación!, ¡Atodos ustedes, gracias!, se lee en cartulinas pegadas en algunosmuros y puertas de las casas de los afectados, quienes en medio dela tragedia reconocen a quienes llegan a sus casas.

Los nombres importan en la comunidad pero no tanto cuando todosse suman a la misma pena. Hombres y mujeres señalan con tristezadónde estaban sus casas, ahora en ruinas. La desesperanza es igualen todos los rostros y aunque los censos ya comenzaron, lasautoridades no les han dicho para cuándo iniciará lareconstrucción.

Algunas familias duermen amontonadas bajo el único techo quetienen o cubiertos por una lona, otros ya decidieron “irse almonte”, allá van a levantar su casa, primero con cartón y másadelante ya verán qué material encuentran.

EL VOLCÁN ES SU NUEVA PREOCUPACIÓN

La localidad colinda con el estado de Morelos y se ubica a lasfaldas del volcán Popocatépetl, que también les ha provocadotremendos sustos debido a los tremores que parecen, en ocasiones,avisar que va a hacer erupción.

“Ya no sé a qué le tengo más miedo si al volcán, o alterremoto. Creo que al terremoto, pero también me da miedo quehaya una evacuación porque el volcán haga erupción”, dijo unode los pobladores que el día del sismo logró rescatar a su hijoque dormía antes de que la casa colapsara.

Aunque ya están acostumbrados a los tremores y la actividad delvolcán recuerdan que el día del sismos tuvo movimientosinusuales, como la emisión de una fumarola color café y desdeentonces no les ha dado tregua.

Es por eso están cada día más intranquilos, no saben en quémomento sus vidas pueden volver a cambiar porque se dieron cuentade que en tan solo unos segundos todo lo que tenían se puedeperder.

Lo que todos agradecen, casi como si se hubieran puesto deacuerdo, es que están vivos, que a pesar de la intensidad deltemblor nadie, en la comunidad, falleció y por lo mismo entiendenque juntos saldrán delante de esta mala jugada de lanaturaleza.

PIDEN MATERIAL DE CONSTRUCCIÓN

Lo que más piden las familias son herramientas para reconstruirsus casas, pues a pesar de que ya acudieron autoridades a realizarlos censos no les han dado las fechas en las que tendránnuevamente sus casas, por lo que ellos mismos harán laslabores.

Entienden que es un proceso complicado porque no es la únicacomunidad en esta situación, pero también tienen necesidades ylas condiciones del clima, con las lluvias y la cercanía delinvierno que será más crudo porque viven en las faldas delvolcán, hacen que su vida sea cada vez más difícil.

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