Entre llantos y  mariachi vela Huauchinango a sus muertos

Maritza Mena

  · martes 9 de agosto de 2016

Foto: Bibiana Díaz

HUAUCHINANGO, Pue.- La música de un mariachi amenizó elambiente fúnebre del velorio de Natalia y Marisol, madre e hija,quienes quedaron sepultadas con su casa en un deslave la noche deeste sábado. Las flores y la tristeza de amigos y familiaresfueron los protagonistas de la escena, que se repitió en otroshogares.

En la cabecera municipal los deslaves continuaron la tarde deayer, así como la lluvia, por lo que hubo evacuados en lascolonias Coacuila y Las Cumbres, donde las construcciones noresistieron al reblandecimiento de la tierra.

Mientras tanto, Juana Hernández recordaba a su vecina. “Eramuy amable”, dijo. La tragedia vino de repente, pues cuando elladespertó se percató de que la casa de junto ya no estaba, sehabía ido al barranco. “Solamente mis escaleras estabanahí”.

El velorio de madre e hija se hizo en la casa de otro vecino,pues la de ellas desapareció. Sobrevivieron el esposo de Natalia,que tenía 40 años cuando murió, Celso, además de su pequeñohijo de seis años de nombre Jesús; pero Marisol, de 12 años deedad también falleció.

La ceremonia congregó a algunas personas. En el fondo las cajascontenían ya los restos, al lado de éstas las velas prendidassirvieron de cortejo, y también los arreglos de diversas florescompletaron el marco de la triste estampa, donde los familiares delas fallecidas pidieron la reserva de sus nombres.

Con impotencia dijeron que siempre las recordarían porque hayfotografías de los momentos en los que convivieron, y también,que vivirían en la memoria de todos los que las amaron.

En el anfiteatro municipal la mayoría de los cuerpos de losfallecidos por el desgajamiento de varios cerros se fueron lamadrugada del domingo. Ayer solamente faltaba uno por irse, porqueaún nadie reclamaba el cuerpo.

En tanto, en algunas otras viviendas se realzaron tambiénceremonias religiosas previas a la sepultura del cuerpo. Lasescenas fueron similares, tristeza, algunas veces acompañada conllanto.

Por aquí y por allá personas cargaban flores, de esas que seusan en los funerales, como nubes, además de coronas tambiénhechas de flores que fueron llevadas a la última morada de quieneslas recibieron inertes en una caja, donde durmieron por últimavez, después de que infortunadamente quedaran sepultados en ellodo.