La delincuencia en la localidad de Santa Ana Xalmimilulco no solo frustró el camino y el futuro de tres estudiantes de Medicina, sino también, destruyó la felicidad que, a lo largo de ocho años, Josué Emanuel N, chofer de Uber asesinado junto con los tres universitarios, edificó a lado de su esposa y su hijo de siete años edad, los cuales, ayer en compañía de casi cien personas, le dieron el último adiós. Entre lágrimas e impotencia, los deudos de Josué lo único que clamaron fue ¡justicia!
Sí, justicia para el hijo, hermano, padre y amigo que a decir de sus conocidos siempre se caracterizó por ser un hombre trabajador, tranquilo y sin ningún tipo de vicio o adicción.
Josué llevaba en la sangre el ejemplo familiar: esfuerzo, trabajo y honestidad. Al igual que sus abuelos, padres y tíos, sabía que la única forma de obtener dinero y el sustento de cada día, era trabajando.
“Es mi sobrino, él siempre había manejado, trabajaba en los colectivos de aquí, era bien tranquilo, no se metía con nadie, no fumaban, no tomaba, no se drogaba. Nosotros así somos, trabajadores; tuvo la mala fortuna de encontrarse donde no; somos como los pájaros, salimos a volar, pero no sabemos si vamos a regresar”, contó un tío del chofer afuera del domicilio de la víctima ubicado en San Lorenzo Almecatla, localidad perteneciente al municipio de Cuautlancingo, donde sus restos fueron velados.
Tras varios rezos y las mañanitas al son del mariachi, ya que apenas en enero el joven había cumplido 29 años, el ataúd de Josué partió hacia la casa de la familia de su esposa, donde por escasos diez minutos permaneció para recibir un breve homenaje.
Entre porras y lágrimas, el cortejo fúnebre siguió por las calles de la comunidad, hasta llegar a la iglesia, donde tras recibir la bendición del sacerdote, el cuerpo del joven fue llevado al panteón, donde al borde del desmayo, esposa, madre, hijo, hermanos y todos sus familiares, le dijeron adiós, no sin antes exigir justicia.
“Hacemos un llamado al gobernador del estado, Luis Miguel Barbosa, que haya justicia y que se aplique la ley, y a los jueces, que no se vendan. Él era mi sobrino”, exigió un tío de la víctima. A la par, otros deudos se limitaron a decir que lo único que tienen en este momento, es coraje, resentimiento y tristeza.
“Él solo salió a trabajar, no sabemos en realidad qué haya ocurrido, solo queremos justicia”, declaró una prima del hoy fallecido.
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Era bien tranquilo, no se metía con nadie
Familiar de Josué
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