El próximo mes de noviembre cumpliría 87 años de edad y 72 años ejerciendo su oficio, el panadero más famoso de Huauchinango, Juan Torres Amador, mejor conocido como Don Juanito, quien dejó de existir tras un legado a varios artesanos del pan en la ciudad.
Cuando se visita el municipio de Huauchinango es inevitable acudir a la panadería de Don Juanito y no pedirle permiso para asomarse a ver su gran horno de leña, ese combustible natural que hace que el calor impregne de un sabor tradicional a las conchas; aunque Don Juanito decía que se pintaba sólo para las “arracadas” o el “apastelado”, refería que hacía el mismo pan que hacen otras panaderías, pero con un sabor diferente.
Juan Torres inició en el oficio como ayudante, hasta que se hizo maestro en una panadería, propiedad de Raúl Capitanachi. Tras 38 años de haber estado establecido en la calle Rafael Cravioto, del costado sur, le pidieron el local y se trasladó a otro espacio.
El pan en su nuevo establecimiento no tenía el mismo sabor, debido a que en el cambio se quedó sin su horno de leña, por lo que tuvo que adaptarse y trabajar con uno industrial de gas, sin embargo, no funcionó y se vio en la necesidad de mandar a fabricar su horno tradicional.
Del oficio como panadero, Don Juanito pudo dar estudio a sus tres hijos, uno es médico, otro profesor en educación especial y el más chico es contador. Asimismo, con la venta de su pan pudo pagar tres rentas en la ciudad de Puebla, porque sus hijos estudiaron al mismo tiempo en la capital, además de costear la renta de su negocio.
Lo cierto es que el estilo de hacer pan y hornearlo le generó prestigio y hasta aprecio entre los huauchinanguenses, por lo que cuando trascendió la noticia a través de las redes sociales sobre su muerte, los clientes de su producto consideraron que se cerró un ciclo en la gastronomía típica de Huauchinango.