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A casi 100 años de su descubrimiento, las grutas "Karmidas" de este municipio prevalecen como un atractivo natural con características que sólo comparten otras dos grutas en el mundo y que son explotadas turísticamente bajo la concepción del turismo indígena, modelo que ha asegurado su preservación y explotación racional.
EL DESCUBRIMIENTO
La intención original de Miguel Manzano Lobato, el 19 de marzo 1917, era encontrar un ojo de agua que abasteciera –durante la época de sequía– a su fábrica de aguardiente de caña, una de las principales actividades económicas de la región, por la producción de caña de azúcar que en ese tiempo prosperaba, narró a este reportero uno de los guías, momentos antes del ascenso a la entrada principal de estas famosas formaciones rocosas de 60 millones de años.
Así es como "Rey", equipado con una lámpara de mano contó algunas de sus anécdotas, habló de las medidas de seguridad y algunos de los chistes, que más adelante supimos, eran parte del juego psicológico para evitar el temor a espacios cerrados y disfrutar más de esas formaciones rocosas.
Dijo que –a Manzano Lobato– le llevó dos años encontrar el camino que habría el paso a la primera cámara de las grutas, luego de abrirse paso por las estrechas venas de la montaña y sus corrientes de agua. Así es como se encontró con una cascada de 7 metros de altura y otra más de 3, ambas subterráneas.
La odisea de don Miguel terminó en 1919, cuando – finalmente – descubrió la bóveda principal. Según nuestros guías, don Miguel trató de unir dos cuevas, una de ellas con murciélagos, pero las obras fallaron y las paredes colapsaron haciendo una división de la zona en la que ya no entran los murciélagos y la que está ofrecida al turismo.
Las leyendas locales dicen que don Miguel se quedó atrapado por tres días, hasta que sus trabajadores lograron rescatarlo. Fue hasta 1923 cuando se abrió al turismo, dejando como única evidencia la puerta de hierro que actualmente funciona como frontera entre el exterior y el interior, siendo esta la única entrada y salida.
Tras la fallida gestión de las administraciones municipales que sólo dejaron en el abandono una de las cámaras, daño en algunas de las estalagmitas, estalactitas y columnas, así como pintas en varias de las formaciones rocosas –desde hace 35 años– se constituyó una organización que trabaja el acceso a las grutas sólo con guías.
El folclor cultural local establece que el nombre de "Karmidas" viene de dos fuentes, la primera de ellas en honor a uno de sus hijos que falleció a temprana edad. La otra versión es que don Miguel tomo el nombre en alusión a un personaje de la novela "El último ateniense" del escritor sueco Víctor Rydberg.
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