Amén de sus viviendas, el sismo del 19 de septiembre de 2017 se llevó consigo las fuentes de trabajo en la junta auxiliar de El Platanar, las cuales son de por sí escasas. Un grupo de ocho mujeres emprendedoras tenía una panadería con la que apoyaban a sus familias para los principales gastos de los hogares; aunque a seis meses del evento natural, la actividad no se ha reanudado por falta de apoyo y de asesoría.
Aunque la Secretaría de Economía (SE) prometió financiamiento por 10 mil pesos a los pequeños negocios que sufrieron daños con el sismo, hasta esta junta auxiliar, la información de esa ayuda no había llegado, por lo que doña María Teresa Espinoza Guzmán y sus compañeras, no han tramitado el recurso que entregan las autoridades.
La señora se dijo sorprendida de conocer ese apoyo para los negocios, debido a que en El Platanar no hay empresas que ofrezcan empleos, por lo que sería vital que se repunten negocios como la panadería o el vivero.
¿FUE CASTIGO DE DIOS?, SE PREGUNTAN
Habitantes de El Platanar, sobre todo personas que pasan la tercera edad, sugieren que el sismo de hace seis meses fue un castigo de Dios, aunque no encuentran una explicación lógica que justifique porqué tantos pobladores perdieron lo único que tenían. Viven entre la fe y el miedo.
Aun con esa suposición, los pobladores continúan su vida. Incluso, el próximo lunes inicia la feria patronal en El Platanar, para lo que la comunidad aprovechará, para vender víveres y recabar fondos para la reconstrucción de la Telesecundaria Plan de Ayala, pues los alumnos ya llevan medio año estudiando en aulas móviles.
Personas como Luis Barrera y Alejandra Cantorán, esperan que así como la sociedad civil llevó apoyo inmediato a la comunidad –como despensas y colchonetas- en esta ocasión, regresen para atender las viviendas para las que no ha llegado el apoyo, así como al escuela y la presidencia auxiliar.
LES QUEDA LA SEGURIDAD
Entre las magras oportunidades de trabajo para los habitantes, que se limitan solo a las labores del campo, la lenta reconstrucción de los hogares y los nulos trabajos para recuperar las instalaciones de la junta auxiliar, los habitantes de El Platanar todavía conservan en clima de seguridad.
El pasado 15 de marzo, este medio se encontraba en la zona, para identificar la situación a un semestre del sismo. Hombres y mujeres podían transitar con tranquilidad las calles oscuras, e incluso, algunos ancianos tomaban un refresco en las afueras de un tendajón.
En el zaguán de su casa, una anciana que superaba los 70 años, limpiaba sus vegetales para cocinar al día siguiente. Su puerta estaba abierta de par en par, sin temor a la delincuencia.
Acaso, el único recelo –ya superado- de la señora, es que la autoridad no la tomó en cuenta para la reparación de su vivienda, por lo que su hijo, que radica en Estados Unidos, le prometió que él sería quien le regalase una nueva casa, la cual ya está en construcción.