El activista Martín Barrios, de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán, manifestó que una de las primeras acciones que debe tomar el gobierno federal ante la explotación del recurso hídrico es terminar las concesiones del agua a las empresas, y especialmente regularizar las lavanderías.
En entrevista realizada en días pasados, el activista consideró urgente que el municipio cuente con una planta tratadora de aguas residuales, dado que, aunque ha sido planteado durante siete administraciones, nunca se ha concretado su edificación, a pesar de su gran necesidad en la población.
Explicó que corresponde a Profepa obligar a la autoridad a construir una planta tratadora para reciclar el agua. Además, la Comisión Nacional del Agua tiene que detener la presencia de pozos clandestinos en la zona. También deben obligar a todas las lavanderías de la ciudad a contar con una planta tratadora de agua; esta acción debe ser obligatoria para todas las empresas.
Hasta ahora, solo Cualquier Lavado ha cumplido con estas medidas, pero solo lo hizo debido a la presión de las empresas transnacionales de la industria del vestido, ya que debe cumplir con los códigos de conducta para evitar la contaminación en donde se fabrican marcas como Levi's.
Es importante enfatizar que las plantas tratadoras de agua no eliminan los químicos que pueden causar cáncer.
Conciencia ciudadana
Ante la problemática del agua en la ciudad, Martín Barrios mencionó que debe existir una mayor conciencia ciudadana, especialmente en su cuidado, ya que es un problema actual que podría tener graves consecuencias a corto plazo en los años venideros. La ciudadanía debe ahorrar agua, cuidarla para evitar fugas, no desperdiciarla y reciclarla.
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Es fundamental iniciar la concientización desde el hogar y las escuelas entre los menores para que se interesen gradualmente en este tema vital para el ser humano. Esto es clave para evitar conflictos bélicos por el agua en el futuro, aunque con el rumbo actual de Tehuacán, el problema podría agravarse.
La industria minera próspera que una vez elevó a Tehuacán es ahora un mito sostenido por museos, apodos y apenas algunos recuerdos de quienes presenciaron la época dorada de una ciudad con abundante agua y saludable.