En la Sierra Norte dos municipios llamaron la atención por los incidentes durante la jornada electoral: en Chiconcuautla el ambiente se calentó por la presencia de guardaespaldas del candidato panista a la presidencia municipal, Noé Garrido Hernández, mientras que la permanencia de personas armadas ocurrió de igual manera en Jalpan, según los funcionarios electorales.
Derivado de los hechos en la cabecera municipal de Chiconcuautla, dos hombres, Concepción Martínez Aldana y Lorenzo Ocampo Pérez, fueron golpeados por simpatizantes panistas, entre ellos un empleado municipal, quien fue identificado con el nombre de Virgilio Luna, el cual se desempeña en la comuna que encabeza Claudio Garrido Hernández, hermano del abanderado blanquiazul a la alcaldía.
La presencia de personas notablemente armadas con pistolas “pretendía inhibir la votación en las casillas de la cabecera municipal”, según reportaron vecinos de la localidad, lo que, por otro lado, causó irritación en los ciudadanos, generando un ambiente ríspido hasta llegar a los golpes.
Otro objetivo que tuvo la presencia de gente armada, según los quejosos, fue apoyar a ciudadanos que llegaron a votar con credencial en mano, pero que fueron considerados como personas ajenas a la demarcación, sin embrago, fueron registrados en el padrón electoral con domicilios “prestados” con el fin de acumular la votación para el PAN, se refirió.
Aparentemente ciudadanos que simpatizan con partidos distintos a la coalición Por Puebla al Frente se manifestaron en contra de que unos 50 electores emitieran su voto en dos casillas debido a que fueron catalogados como personas ajenas al municipio.
En el caso del municipio de Jalpan, funcionarios del Instituto Electoral del Estado (IEE) dieron datos de la compra del voto, encabezada especialmente por el presidente municipal, Humberto Olarte Romero, tanto en la comunidad de Agua Linda como en la comunidad de Apapantiya, que funciona como cabecera municipal y en la que, desde su domicilio particular, despacha Olarte Romero.
En la casa de Humberto Olarte se veía entrar y salir a ciudadanos que venían de emitir su voto en las casillas, una de las cuales estuvo en una escuela a la vuelta del domicilio del edil.
La casa del alcalde era resguardada por policías municipales y civiles, que aparentaban portar armas de fuego, mientras que en el interior estaban los automotores oficiales.
En tanto, en las casillas instaladas en la primaria Rafael Jiménez los funcionarios electorales federales advirtieron ante este medio de comunicación sobre la presencia de “gente armada de todos los partidos” y, aunque ya lo habían reportado, las autoridades no tomaron medidas.
En Venustiano Carranza, municipio considerado como “foco rojo”, hubo tensión solo al inicio de la votación.