Fue el 3 de julio de 1955, hace 65 años, cuando las mujeres en México sufragaron por primera vez en una elección federal, a fin de integrar la XLIII Legislatura del Congreso de la Unión, sin embargo, en Puebla, los antecedentes de la lucha por el voto femenino se remontan a 20 años atrás, en la tercera década del siglo pasado.
De acuerdo con el documento “El sufragio femenino en México”, de Gloria Arminda Tirado Villegas, el 24 de febrero de 1936 el Partido Nacional Revolucionario (PNR), hoy PRI, lanzó su convocatoria para realizar las convenciones internas para elegir candidatos que participaran en el proceso electoral para renovar el Congreso del Estado y la Gubernatura.
Esto se da en medio de una coyuntura electoral en el seno del PNR: dos tendencias muy fuertes libraban una lucha sin tregua en Puebla. Los grupos de Gilberto Bosques y Maximino Ávila Camacho se enfrentaron para obtener el triunfo en las elecciones del 5 de abril.
En este ambiente político las mujeres obtuvieron el derecho al sufragio en las elecciones locales. El 16 de marzo de 1936 fue reformado el artículo 33 de la Ley Electoral, referente a los electores. El artículo citado refiere:
“Son electores, y por lo mismo tienen derecho a ser Inscritos en el padrón electoral: Los varones y las mujeres poblanos mayores de dieciocho años si son casados y de veintiuno si no lo son, siempre y cuando estén en pleno goce de sus derechos políticos y civiles, tengan modo honesto de vivir y no pertenezcan a ninguna orden monástica o desempeñen puesto alguno de carácter religioso”.
De acuerdo con el documento: “60 años del voto femenino”, publicado en 2015 por la Cámara de Diputados, la participación de las mujeres poblanas en aquel proceso de 1936 fue muy importante, incluso, un grupo de ellas le salvó la vida de uno de los aspirantes a ser candidato a gobernador, don Gilberto Bosques, cuando seguidores de su adversario Maximino Ávila Camacho intentaron asesinarlo.
El 26 de marzo de 1936 la legislatura local otorgó el derecho de voto a las mujeres poblanas para las elecciones municipales. La señora Antonia González fue la primera mujer regidora de Puebla en ese año.
UNA PROMESA DE CAMPAÑA
El 6 de abril de 1952 más de 20 mil mujeres se congregaban en el Parque 18 de Marzo de la Ciudad de México. Demandaban al entonces candidato presidencial Adolfo Ruíz Cortines que hiciera cumplir su promesa de plasmar en la Constitución el derecho de las mexicanas a votar y ser electas.
No sería sino hasta el arribo a la presidencia de Adolfo Ruíz Cortines que el sufragio femenino se hizo efectivo el 17 de octubre de 1953, mediante la reforma al artículo 34 constitucional, sin embargo, fue hasta el 3 de julio de 1955 -dos años después-, cuando por primera vez la mujer mexicana ejerció su derecho de sufragio.
LOS ANTECEDENTES
La lucha de las mujeres por sus derechos de votación y decisión en México tiene presencia en los años 1884 y 1887, cuando por primera vez una publicación, la revista femenina Violetas del Anáhuac, fundada y dirigida por Laureana Wright González y escrita solamente por mujeres, demandó el sufragio femenino.
Desde finales del siglo XIX, diversos grupos feministas participaron activamente por hacer valer sus derechos. No obstante, fue hasta el 13 de enero de 1916 cuando se realizó el primer Congreso Feminista.
Uno de los principales acuerdos fue demandar que se otorgara el voto ciudadano a las mujeres. La promulgación de la Constitución Política de 1917, donde no se negaba la ciudadanía a las mujeres, ni mucho menos su oportunidad de votar, pero tampoco se otorgó expresamente ese derecho.
SURAGIO DETERMINANTE
Los resultados del estudio muestral sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2018, presentado por la Comisión de Organización Electoral del Instituto Nacional Electoral (INE) mostró que del 62.3 por ciento del electorado que acudió a votar, la participación de las mujeres fue mayor que la de los hombres por ocho puntos porcentuales.
De acuerdo con el Instituto Estatal Electoral (IEE) las proyecciones demográficas ponen de manifiesto que el potencial electoral femenino en México, es y seguirá siendo considerable. Lo anterior obedece a que a pesar de que nacen más hombres que mujeres, éstas sobreviven en mayor número.