En un giro inesperado y polémico, el alcalde de Chignautla, Aarón Bonilla Paulino, ha regresado al ayuntamiento tras no lograr la reelección para un nuevo mandato. Sin embargo, su regreso ha estado marcado por una ola de despidos que ha sacudido al municipio, afectando gravemente a los trabajadores y, en particular, a los elementos de la policía municipal.
Varios trabajadores y oficiales de policía han sido separados de sus cargos sin una razón aparente, generando descontento e incertidumbre entre los afectados. Los despidos, calificados por algunos como una "venganza" del edil, han encendido las alarmas en una corporación policial que ya operaba con un personal reducido.
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Los inconformes han señalado que la falta de recursos en las arcas municipales podría ser el principal motivo detrás de estos despidos masivos. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público incluyó a Chignautla en una lista de 12 municipios de la entidad que mantienen deudas con la dependencia, sumando un total de 4.5 millones de pesos. Esta deuda, que probablemente será heredada a la próxima administración, podría estar presionando al actual gobierno a tomar decisiones drásticas para recortar gastos.
Los registros presentados por los policías inconformes revelan irregularidades preocupantes en la nómina del gobierno municipal. Aunque oficialmente hay 30 policías laborando, se ha descubierto que 40 personas están recibiendo un sueldo por servicios policiales. Esta discrepancia plantea serias dudas sobre la gestión administrativa y financiera del ayuntamiento.
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La decisión de despedir a elementos de la policía municipal es particularmente preocupante, dada la importancia de esta área para el buen funcionamiento de cualquier gobierno. Con un número ya reducido de oficiales, los despidos podrían agravar la situación de seguridad en Chignautla, poniendo en riesgo a la comunidad.
