/ lunes 8 de abril de 2019

Se pierden 70 mil hectáreas de bosque durante el 2018

Detectan corte de cafetales y cedro rojo entre Puebla y Veracruz para incorporarlas al nuevo programa federal

Aún con la urgencia que reclama nuestro país por ser uno de los 10 con mayor índice de deforestación en el mundo y que el Estado de Puebla ocupa el sexto a nivel nacional, el programa federal "sembrando vida" puede convertirse en un problema de “sembradío de muerte” por los impactos culturales y ambientales de esta política impulsada por el gobierno federal, en terrenos tradicionalmente cuidados como parte de la cosmogonía indígena, alertaron ambientalistas de la Sierra Nororiental de Puebla, ante la pobreza de las comunidades.

ALERTA

De acuerdo con los mapas, reportes y cifras oficiales gubernamentales documentadas por las organizaciones, en nuestro país el 33 por ciento de las hectáreas corresponden a zonas forestales arboladas, entre bosques y selvas, lo que equivale a 64.8 millones de hectáreas, localizados – casi completamente – en propiedades comunes (ejidos y comunidades indígenas) – cuyos dueños se encuentra entre la población más pobre del país.

El 85 por ciento de las localidades en áreas forestales tienen un índice de marginación alto o muy alto, donde la pobreza es una de las causas de la deforestación y degradación forestal. Los hogares con alta marginación son dependientes de los recursos forestales, su pérdida o degradación dificulta, aún más, su capacidad para mantener sus medios de subsistencia.

Sobre la tenencia de la tierra, en México hay 9.3 millones de terrenos rurales que ocupan un área de 190.3 millones de hectáreas y representan el 96.9 por ciento de la superficie total del país. De ello, el 45.13 por ciento se concentran en Veracruz, Estado de México, Chiapas, Puebla, Hidalgo y Michoacán.

Solo en Puebla se habla de 687 mil terrenos rurales. Puebla se ubica entre los seis estados con más de medio millón de terrenos en esta forma de tenencia legal de la tierra de la que se destaca que 62 mil 873 terrenos tienen como actividad principal la forestal, en el 32.7% se explota pino.

Hay cifras que ubican a México con el tercer lugar a nivel mundial en deforestación, a raíz de uno de los ritmos de deforestación más intensos que hay en el planeta que lo ubican solamente por debajo de Haití, Brasil y El Salvador, a razón de 500 mil hectáreas de bosques y selvas afectadas anualmente.

Aunque hay estudios que ubican esta tasa de deforestación entre las 75 mil hectáreas por año hasta cerca de 1.98 millones de hectáreas por año, dependiendo de la fuente consultada, los objetivos de las estimaciones y la variedad en los períodos referencia, así como los métodos y modelos usados en las estimaciones.

DEFORESTACIÓN

Entre 2001 y 2017 se deforestaron 3.2 millones de hectáreas de bosques, lo que representa el 6 por ciento del territorio forestal nacional. De acuerdo al Programa Nacional Forestal 2013-2018, la deforestación se da principalmente en Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Estado de México, Hidalgo, Veracruz, Guerrero, Tlaxcala, Puebla, Morelos, Colima y Durango, donde el negocio ancestral de la reforestación es letra muerta.

En territorio poblano se estima que, en 2018, se perdieron alrededor de 70 mil hectáreas de bosque, entre otras cosas, las prácticas agrícolas, tala clandestina, incendios forestales, plagas (como el Ocoaxo que afectó mil 825 hectáreas boscosas en Aquixtla, Tetela de Ocampo, Nicolás bravo, Xochiapulco, Zautla, Zacatlán y algunas zonas de Chignahuapan), el crecimiento de la mancha urbana, cambio de uso de suelo ya sea para terrenos agrícolas o construcción y por la vejez de los árboles. Lo que suma la baja tasa de reforestación y el ineficiente plan de sustentabilidad.

Actualmente se calcula que hay 1.6 millones de hectáreas de superficie forestal en territorio poblano y se espera la reforestación de 6 mil 500 hectáreas cada año, convirtiendo Chignahuapan en un ejemplo de plantación, sobre todo en las iniciativas con que todas en el ejido de Peñuelas, en la comunidad de Pueblo Nuevo. Las estadísticas oficiales ubican a Puebla entre el tercer y el sexto lugar a nivel nacional en deforestación, entre los años 2000, 2010 y 2018.

Esto significa la disminución en la calidad del aire, escasez de agua, erosión y un impacto en las actividades económicas derivadas del aprovechamiento boscoso, no sólo en aprovechamiento de madera, siembra, etc., sino también en actividades como el ecoturismo.

De acuerdo con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión (Cesop), en julio de 2017, alrededor del 80 por ciento de los bosques y selvas del país se encuentran bajo régimen de propiedad social, constituyéndose en alrededor de 8 mil 500 núcleos agrarios.

La remoción anual de madera es del orden de los 56 millones de metros cúbicos por año. La contribución directa del sector forestal es de alrededor de 5 mil millones de dólares anuales (0.81% del PIB nacional) y genera alrededor de 100 mil empleos permanentes, con sueldos tres o cuatro veces superior al derivado de actividades agropecuarias.

FRACASO DE PROGRAMAS

De acuerdo estas cifras, entre los casos emblemáticos analizados, además del fenómeno ocurrido en entidades como Michoacán, Veracruz, Morelos, Estado y Ciudad de México, la revisión hecha por organizaciones no gubernamentales al programa Proárbol, del sexenio 2006-2012, evidenció que en los estados de Puebla, Jalisco, Morelos, Querétaro, Guanajuato, Nuevo León, Aguascalientes y Chihuahua, el 26por ciento de los árboles plantados estaban en malas condiciones.

Es decir: marchitos, enfermo, debido a que no se habían empleado especies nativas de esas entidades y que las plantas estaban en malas condiciones al momento de la reforestación, lo que suma que no fueron plantados en los periodos adecuados para su supervivencia y que, la mayoría de las ocasiones, nos hicieron trabajos previos de preparación de los suelos.

MALA IDEA

Para contribuir al bienestar social, el gobierno de la República pretende impulsar en Puebla, así como en otras 18 entidades federativas, apoyos económicos a propietarios de más de 2.5 hectáreas disponibles para ser trabajado en proyectos agroforestales, con apoyos económicos de hasta cinco mil pesos mensuales.

De entrada, eso significó para los campesinos de Puebla y Veracruz la idea de desforestar sus parcelas para poder acceder al programa "Sembrando vida", principalmente en la Sierra del Totonacapan.

Los propietarios de parcelas derribaron sistemas agroforestales para cultivo de café y cedro rojo. Vieron con entusiasmo recibir esa cantidad mensual y no los 2 mil 750 pesos que recibían anualmente como parte del programa Pago por servicios ambientales. El plan es incorporar un millón de hectáreas en estas 19 entidades del país.

Ahora, el reto se ve más grande porque no hay un mapa de deforestación que establezca que nadie vaya a sembrar en zonas deforestadas intencionalmente, partir del 1 de enero de este año, para ser beneficiario de este programa federal y así evitar que este programa lejos de ayudar se convierte en un detonador de la deforestación en territorio poblano y nacional, es decir, en un sembrador de muerte.


Aún con la urgencia que reclama nuestro país por ser uno de los 10 con mayor índice de deforestación en el mundo y que el Estado de Puebla ocupa el sexto a nivel nacional, el programa federal "sembrando vida" puede convertirse en un problema de “sembradío de muerte” por los impactos culturales y ambientales de esta política impulsada por el gobierno federal, en terrenos tradicionalmente cuidados como parte de la cosmogonía indígena, alertaron ambientalistas de la Sierra Nororiental de Puebla, ante la pobreza de las comunidades.

ALERTA

De acuerdo con los mapas, reportes y cifras oficiales gubernamentales documentadas por las organizaciones, en nuestro país el 33 por ciento de las hectáreas corresponden a zonas forestales arboladas, entre bosques y selvas, lo que equivale a 64.8 millones de hectáreas, localizados – casi completamente – en propiedades comunes (ejidos y comunidades indígenas) – cuyos dueños se encuentra entre la población más pobre del país.

El 85 por ciento de las localidades en áreas forestales tienen un índice de marginación alto o muy alto, donde la pobreza es una de las causas de la deforestación y degradación forestal. Los hogares con alta marginación son dependientes de los recursos forestales, su pérdida o degradación dificulta, aún más, su capacidad para mantener sus medios de subsistencia.

Sobre la tenencia de la tierra, en México hay 9.3 millones de terrenos rurales que ocupan un área de 190.3 millones de hectáreas y representan el 96.9 por ciento de la superficie total del país. De ello, el 45.13 por ciento se concentran en Veracruz, Estado de México, Chiapas, Puebla, Hidalgo y Michoacán.

Solo en Puebla se habla de 687 mil terrenos rurales. Puebla se ubica entre los seis estados con más de medio millón de terrenos en esta forma de tenencia legal de la tierra de la que se destaca que 62 mil 873 terrenos tienen como actividad principal la forestal, en el 32.7% se explota pino.

Hay cifras que ubican a México con el tercer lugar a nivel mundial en deforestación, a raíz de uno de los ritmos de deforestación más intensos que hay en el planeta que lo ubican solamente por debajo de Haití, Brasil y El Salvador, a razón de 500 mil hectáreas de bosques y selvas afectadas anualmente.

Aunque hay estudios que ubican esta tasa de deforestación entre las 75 mil hectáreas por año hasta cerca de 1.98 millones de hectáreas por año, dependiendo de la fuente consultada, los objetivos de las estimaciones y la variedad en los períodos referencia, así como los métodos y modelos usados en las estimaciones.

DEFORESTACIÓN

Entre 2001 y 2017 se deforestaron 3.2 millones de hectáreas de bosques, lo que representa el 6 por ciento del territorio forestal nacional. De acuerdo al Programa Nacional Forestal 2013-2018, la deforestación se da principalmente en Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Estado de México, Hidalgo, Veracruz, Guerrero, Tlaxcala, Puebla, Morelos, Colima y Durango, donde el negocio ancestral de la reforestación es letra muerta.

En territorio poblano se estima que, en 2018, se perdieron alrededor de 70 mil hectáreas de bosque, entre otras cosas, las prácticas agrícolas, tala clandestina, incendios forestales, plagas (como el Ocoaxo que afectó mil 825 hectáreas boscosas en Aquixtla, Tetela de Ocampo, Nicolás bravo, Xochiapulco, Zautla, Zacatlán y algunas zonas de Chignahuapan), el crecimiento de la mancha urbana, cambio de uso de suelo ya sea para terrenos agrícolas o construcción y por la vejez de los árboles. Lo que suma la baja tasa de reforestación y el ineficiente plan de sustentabilidad.

Actualmente se calcula que hay 1.6 millones de hectáreas de superficie forestal en territorio poblano y se espera la reforestación de 6 mil 500 hectáreas cada año, convirtiendo Chignahuapan en un ejemplo de plantación, sobre todo en las iniciativas con que todas en el ejido de Peñuelas, en la comunidad de Pueblo Nuevo. Las estadísticas oficiales ubican a Puebla entre el tercer y el sexto lugar a nivel nacional en deforestación, entre los años 2000, 2010 y 2018.

Esto significa la disminución en la calidad del aire, escasez de agua, erosión y un impacto en las actividades económicas derivadas del aprovechamiento boscoso, no sólo en aprovechamiento de madera, siembra, etc., sino también en actividades como el ecoturismo.

De acuerdo con el Centro de Estudios Sociales y de Opinión (Cesop), en julio de 2017, alrededor del 80 por ciento de los bosques y selvas del país se encuentran bajo régimen de propiedad social, constituyéndose en alrededor de 8 mil 500 núcleos agrarios.

La remoción anual de madera es del orden de los 56 millones de metros cúbicos por año. La contribución directa del sector forestal es de alrededor de 5 mil millones de dólares anuales (0.81% del PIB nacional) y genera alrededor de 100 mil empleos permanentes, con sueldos tres o cuatro veces superior al derivado de actividades agropecuarias.

FRACASO DE PROGRAMAS

De acuerdo estas cifras, entre los casos emblemáticos analizados, además del fenómeno ocurrido en entidades como Michoacán, Veracruz, Morelos, Estado y Ciudad de México, la revisión hecha por organizaciones no gubernamentales al programa Proárbol, del sexenio 2006-2012, evidenció que en los estados de Puebla, Jalisco, Morelos, Querétaro, Guanajuato, Nuevo León, Aguascalientes y Chihuahua, el 26por ciento de los árboles plantados estaban en malas condiciones.

Es decir: marchitos, enfermo, debido a que no se habían empleado especies nativas de esas entidades y que las plantas estaban en malas condiciones al momento de la reforestación, lo que suma que no fueron plantados en los periodos adecuados para su supervivencia y que, la mayoría de las ocasiones, nos hicieron trabajos previos de preparación de los suelos.

MALA IDEA

Para contribuir al bienestar social, el gobierno de la República pretende impulsar en Puebla, así como en otras 18 entidades federativas, apoyos económicos a propietarios de más de 2.5 hectáreas disponibles para ser trabajado en proyectos agroforestales, con apoyos económicos de hasta cinco mil pesos mensuales.

De entrada, eso significó para los campesinos de Puebla y Veracruz la idea de desforestar sus parcelas para poder acceder al programa "Sembrando vida", principalmente en la Sierra del Totonacapan.

Los propietarios de parcelas derribaron sistemas agroforestales para cultivo de café y cedro rojo. Vieron con entusiasmo recibir esa cantidad mensual y no los 2 mil 750 pesos que recibían anualmente como parte del programa Pago por servicios ambientales. El plan es incorporar un millón de hectáreas en estas 19 entidades del país.

Ahora, el reto se ve más grande porque no hay un mapa de deforestación que establezca que nadie vaya a sembrar en zonas deforestadas intencionalmente, partir del 1 de enero de este año, para ser beneficiario de este programa federal y así evitar que este programa lejos de ayudar se convierte en un detonador de la deforestación en territorio poblano y nacional, es decir, en un sembrador de muerte.


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