/ martes 22 de septiembre de 2020

Severamente alterada, zona arqueológica de Atlixco

Arqueólogo del INAH señala que los asentamientos irregulares han afectado el área, así como la falta de conservación del lugar histórico

A pesar de ser una zona protegida y de conservación ecológica e histórica, la plazuela de la danza del Atlixcáyotl y el cerro de San Miguel donde queda ubicada está severamente alterada urbana e históricamente y con signos de urgencia para rescatarla, firmó Miguel Medina Jaen, arqueólogo del INAH y supervisor de la obra de remodelación de la propia plazuela de la danza montada sobre ese icono de Atlixco.

El funcionario señaló que los responsables son atlixquences y foráneos por comprar terrenos allí y de construir, casi clandestinamente y a cualquier hora, con o sin permisos del Ayuntamiento y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Señaló que “la trascendencia de los hallazgos en la plazuela de la danza del cerro de San Miguel radica, en primer lugar, en la antigüedad de esos vestigios”.

Estamos en proceso de analizar a detalle las evidencias. Tentativamente podemos asegurar el plato o vasija y el piso de tuco son del año mil 100 y mil 200 de nuestra era. Es decir, tienen una antigüedad de 800 a 900 años antes del presente”, dijo sobre los hallazgos de los últimos tres meses.

Esa es la relevancia, añadió. “Saber en Atlixco hay ese tipo de piezas arqueológicas por toda la base del cerro de San Miguel. Concretamente en la plazuela de la danza encontramos evidencias de una actividad ceremonial de esa época. El Atlixcáyotl finalmente quedó construido ahí, en ese mismo sitio, donde ya había una pequeña terraza aparentemente natural”.

Cuestionado sobre las razones de no descubrir antes ese tipo de objetos, concretamente en la etapa de edificación de la primera plazuela ya intervenida, aclaró: “lamentablemente no hubo un aviso al INAH. Concretaron la obra sin solicitar una intervención de esa dependencia o de arqueólogos. Existen reportes orales de las personas involucradas en esos trabajos en décadas pasados sobre la aparición de únicamente fragmentos o pedacería. En realidad, no hubo un trabajo supervisado por el propio INAH. Y por eso hasta hoy damos con esa parte de la historia”.

Quizá, anticipó, pueden encontrar más piezas con esas características solamente en los lugares de intervención o de la obra de remodelación. “Debe quedar claro: esto no es un proyecto de investigación arqueológica como tal. Hacemos un esquema de supervisión como profesionales. Y nuestra función es registrar las cosas aparecidas y con base en eso programar las acciones de la compañía constructora a fin de no destruir los vestigios del subsuelo”, concretó.

¿EL FIN O PRINCIPIO?

Existe otra realidad, apuntó: “hay mucha alteración en el área de la plazuela y del cerro de San Miguel de los vestigios o piezas de la era prehispánica. Son muchos, muchos fragmentos. Y la mayor parte de las recuperaciones son pedazos. Y únicamente esas dos piezas semicompletas: el plato y una figura de barro. Más el piso debajo del palco”. De hecho, destacó, existen indicios antiguos en casi toda la plazuela. “Este último, el piso, era para propósitos ceremoniales, sobre todo por la ubicación en la ladera del cerro y por el paisaje de las montañas de enfrente, incluyendo el Popocatépetl.

-¿Cómo resguardan la zona?, y al mismo tiempo, ¿cómo evitar la continua destrucción de esa área vía el levantamiento de casas o vivienda?

-La manera de resguardarlo es respetando la normatividad. En el Plan de Desarrollo Urbano de Atlixco (PDUA) gran parte del cerro es considerado de conservación ecológica. Y la zona de arqueología también tiene su polígono de protección y conservación. Así está plasmado en ese documento.

Sin embargo, lamentó, existen personas con la insistencia de construir aquí sin permisos igual por la noche o el fin de semana. “Esto sin importar tener permiso o no tanto del municipio como del INAH. Esa actitud de mucha gente de Atlixco, o de personas de otros lados responsables de comprar terrenos y edificar de manera clandestina, es la mayor causante del daño a ese patrimonio de Atlixco y de la nación. Y evitarlo es un trabajo coordinado entre el Ayuntamiento y el INAH. La gente no puede seguir haciendo casas por la libre en donde parece ocurrírsele”, asumió.

En la zona de obras de la plazuela de la danza, dijo, existe una vigilancia constante de trabajadores. “Por las noches son veladores. Aun así, cuando recuperamos fragmentos, están ya adulterados. El área del piso descubierto es la de menos manos metidas. Pero el resto tiene un daño severo en materia de historia arqueológica. Y las cosas prehispánicas ya no están o son pedazos”, desaparecieron.


A pesar de ser una zona protegida y de conservación ecológica e histórica, la plazuela de la danza del Atlixcáyotl y el cerro de San Miguel donde queda ubicada está severamente alterada urbana e históricamente y con signos de urgencia para rescatarla, firmó Miguel Medina Jaen, arqueólogo del INAH y supervisor de la obra de remodelación de la propia plazuela de la danza montada sobre ese icono de Atlixco.

El funcionario señaló que los responsables son atlixquences y foráneos por comprar terrenos allí y de construir, casi clandestinamente y a cualquier hora, con o sin permisos del Ayuntamiento y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Señaló que “la trascendencia de los hallazgos en la plazuela de la danza del cerro de San Miguel radica, en primer lugar, en la antigüedad de esos vestigios”.

Estamos en proceso de analizar a detalle las evidencias. Tentativamente podemos asegurar el plato o vasija y el piso de tuco son del año mil 100 y mil 200 de nuestra era. Es decir, tienen una antigüedad de 800 a 900 años antes del presente”, dijo sobre los hallazgos de los últimos tres meses.

Esa es la relevancia, añadió. “Saber en Atlixco hay ese tipo de piezas arqueológicas por toda la base del cerro de San Miguel. Concretamente en la plazuela de la danza encontramos evidencias de una actividad ceremonial de esa época. El Atlixcáyotl finalmente quedó construido ahí, en ese mismo sitio, donde ya había una pequeña terraza aparentemente natural”.

Cuestionado sobre las razones de no descubrir antes ese tipo de objetos, concretamente en la etapa de edificación de la primera plazuela ya intervenida, aclaró: “lamentablemente no hubo un aviso al INAH. Concretaron la obra sin solicitar una intervención de esa dependencia o de arqueólogos. Existen reportes orales de las personas involucradas en esos trabajos en décadas pasados sobre la aparición de únicamente fragmentos o pedacería. En realidad, no hubo un trabajo supervisado por el propio INAH. Y por eso hasta hoy damos con esa parte de la historia”.

Quizá, anticipó, pueden encontrar más piezas con esas características solamente en los lugares de intervención o de la obra de remodelación. “Debe quedar claro: esto no es un proyecto de investigación arqueológica como tal. Hacemos un esquema de supervisión como profesionales. Y nuestra función es registrar las cosas aparecidas y con base en eso programar las acciones de la compañía constructora a fin de no destruir los vestigios del subsuelo”, concretó.

¿EL FIN O PRINCIPIO?

Existe otra realidad, apuntó: “hay mucha alteración en el área de la plazuela y del cerro de San Miguel de los vestigios o piezas de la era prehispánica. Son muchos, muchos fragmentos. Y la mayor parte de las recuperaciones son pedazos. Y únicamente esas dos piezas semicompletas: el plato y una figura de barro. Más el piso debajo del palco”. De hecho, destacó, existen indicios antiguos en casi toda la plazuela. “Este último, el piso, era para propósitos ceremoniales, sobre todo por la ubicación en la ladera del cerro y por el paisaje de las montañas de enfrente, incluyendo el Popocatépetl.

-¿Cómo resguardan la zona?, y al mismo tiempo, ¿cómo evitar la continua destrucción de esa área vía el levantamiento de casas o vivienda?

-La manera de resguardarlo es respetando la normatividad. En el Plan de Desarrollo Urbano de Atlixco (PDUA) gran parte del cerro es considerado de conservación ecológica. Y la zona de arqueología también tiene su polígono de protección y conservación. Así está plasmado en ese documento.

Sin embargo, lamentó, existen personas con la insistencia de construir aquí sin permisos igual por la noche o el fin de semana. “Esto sin importar tener permiso o no tanto del municipio como del INAH. Esa actitud de mucha gente de Atlixco, o de personas de otros lados responsables de comprar terrenos y edificar de manera clandestina, es la mayor causante del daño a ese patrimonio de Atlixco y de la nación. Y evitarlo es un trabajo coordinado entre el Ayuntamiento y el INAH. La gente no puede seguir haciendo casas por la libre en donde parece ocurrírsele”, asumió.

En la zona de obras de la plazuela de la danza, dijo, existe una vigilancia constante de trabajadores. “Por las noches son veladores. Aun así, cuando recuperamos fragmentos, están ya adulterados. El área del piso descubierto es la de menos manos metidas. Pero el resto tiene un daño severo en materia de historia arqueológica. Y las cosas prehispánicas ya no están o son pedazos”, desaparecieron.


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