Tragedia silencia fiesta a San Isidro en Chilchotla

Maritza Mena

  · martes 16 de mayo de 2017

Foto: Javier Pérez

CHILCHOTLA, Pue.- Ramos de flores secos y marchitos. Mañanafría. Silencio. Sin tambores, cohetes o algarabía que hicieranretumbar con su eco las montañas. Algunos cascabeles en los piesde unos danzantes sonaron tímidos. El escenario estaba puesto enSan Isidro para recordar que la vida es pasajera.

Sin colores yacían flores que formaron cruces, puestas sobre 12mesas que enmarcaron la explanada del pequeño templo que lucióresplandeciente, azulado. El mismo número de fotografíassirvieron de respaldo de lo que simuló ataúdes blancos, adornadoscon velas y algunos, con juguetes. Las flores han cumplido ochodías, por eso han muerto, porque fueron colocadas el mismo día enel que una explosión de cohetes se llevó la vida de 14 personas,11 de ellas niños.

Aún con el dolor, la comunidad de San Isidro celebró la fiestaen honor a la imagen que tiene el mismo nombre, al que atañen labuenaventura en el trabajo, por eso le han nombrado tambiénlabrador, sin embargo, no hubo cohetes, bailables vistosos ocarreras, todo eso fue suspendido en el municipio.

“Él (San Isidro) no tiene la culpa de lo que pasó”, dijoJuan Argüello, papá de Rubén, un niño de 9 años de edad queperdió la vida cuando explotaron 12 gruesas de juegospirotécnicos, otros de colores y dos tanques de gas.

Tranquilo, se consoló a sí mismo. Tiene cuatro hijos más quejugaban entre las mesas, se tiraron en el pasto y rieron, sinsentir la muerte de su hermano que iba en tercer año de primaria.“Ellos no saben, están pequeños”. El más pequeño tiene 2años y medio de edad.

Los habitantes de la comunidad se ataviaron de lo mejor, lasmujeres usaron chales multicolores, los hombres camisas y zapatosde vestir, las niñas vestidos, otras usaron moños, peinetas oprendedores brillantes que resplandecían con el sol de mediodía,cuando los mayordomos de San Isidro Labrador, llegaron con elcuadro del español beatificado. Lo cargaron desde las ruinas,porque ahí mismo, en el lugar de la explosión, se colocó lacarpa donde comería la comunidad, la cual es fiel a la imagen.

Algunos pedazos de block quedaron en una vereda comorecordatorio de la tragedia, porque las autoridades quitaron conmáquina la casa que quedó hecha añicos, ahí se hizo unaexplanada de tierra, donde después se haría la fiesta que solofue amenizada con un mariachi. No hubo vino, ni cerveza, tampocolicor.

Juan y José Serrano, junto con sus esposas, fueron losmayordomos, ellos son hermanos de Adrián, el dueño de la casa queexplotó, él quedó herido. “No acaba nuestra tragedia, esgrande pero seguimos adorando a San Isidro”, comentó Juan, quienperdió a tres familiares el lunes 8 de mayo.

NO ES LA PRIMERAVEZ

“No es la primera vez que pasa esto, hace como cuatro añostambién explotó otra casa en Chilchotla y se murieron sietepersonas”, recordó Alberta Rosas, abuela de Rubén, el pequeñoniño que perdió la vida. Justificó que las tradiciones de lagente son fuertes y todos están arraigados, por eso la fiesta setuvo que hacer, aunque fuese austera.

A las 12:00 horas y después de tres llamados con las campanasdel templo, los encargados de la fiesta entraron al oratoriocatólico, que fue adornado en su entrada con una fachada hecha depapel de colores. Ahí estaba a quien llaman Santo, labrando latierra, entre plantas de maíz, dos garzas lo observan, sobre sucabeza un sol y arriba de este una flor, todo debajo del cielo, quelució azul y brillante, aunque el aire de repente soplaba, frío,y movía los adornos florales dedicados a los muertos, que hacíanrecordar su ausencia.

PONER LA ESPERANZA ENCRISTO

Uno a uno los asistentes ingresaron al templo, pequeño, perodonde la mayoría cupo. Según Micaela Luna, hermana de Juana, aquien se le quemó la cara durante la explosión y quien tambiénperdió a su hijo Leobardo Tentle de 11 años de edad y a su maridode 58 años, solo una cuarta parte de las personas que cada añoacostumbraba visitar San Isidro, llegó este año. “Pero se tieneque cumplir con Dios”, respondió la mujer el por qué serealizó la celebración.

El sacerdote católico del municipio, Mauricio Alberto Ramírez,habló de la desgracia que invadió la comunidad, pero aseguró quemientras Dios se encuentre vivo en el corazón de las personas, latristeza será llevadera. “Pongan la esperanza en Cristo”.

Los “padrinos” de las 14 cruces, que fue la misma cantidadde muertos, las llevaron al templo. Este jueves los familiares delos fallecidos velarán, y el viernes las irán a dejar al nuevocementerio de la comunidad, ese que se abrió después de latragedia.