/ domingo 3 de abril de 2022

Xochitlán de Vicente Suárez, un lugar mágico en la Sierra Norte

Xochitlán no tiene la etiqueta formal de pueblo mágico, pero su comida, sus tradiciones y su cultura, lo vuelven uno

Una escritora poblana dice que hay lugares que te pueden transportar del presente al pasado en una sola visita, sitios donde valoras las lenguas porque conmueve escucharlas y conocer a su gente por lo mítico de su territorio. Así es Xochitlán de Vicente Suárez, un municipio enclavado en la sierra norte que ha cambiado varias veces de nombre, pero cuya gente sigue firme con sus tradiciones y con el ánimo de abrirse a nuevos retos, como la atracción de turismo.

Xochitlán está compuesto por dos palabras en náhuatl que son “xochitl” flor y “tlan” tierra, es decir, tierra de las flores. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


Xochitlán no está considerado como un pueblo mágico de Puebla. Las autoridades de turismo en esta demarcación creen que esto se debe a que sólo cuentan con tres hoteles y a que hasta hace poco han comenzado a crear su directorio de los servicios turísticos de la demarcación.

No tiene infraestructura para recibir a los visitantes, sin embargo, cuenta con una historia digna de conocer. Los pobladores narran con orgullo que su municipio es la cuna del “niño héroe” Vicente Suárez, exponen que tiene cultura en textiles con los tejidos de chaquira, tradición en gastronomía con su pan de leña y el típico mole de la sierra norte, música con el huapango y hasta atractivos turísticos como la Poza Verde.

TRES CAMBIOS DE NOMBRE

Herminio Ramírez López es el historiador oficial de Xochitlán, nombrado así por los mismos pobladores. Tiene 82 años de edad, ya no escucha bien, pero asegura que es más probable que un día olvide su propio nombre a la historia de este municipio. “Los viejos siempre recuerdan mejor el pasado”, asienta.

Don Herminio explicó que Xochitlán está compuesto por dos palabras en náhuatl que son “xochitl” flor y “tlan” tierra, es decir, tierra de las flores o lugar de las flores. Así se llamó por mucho tiempo, pero con la llegada de los españoles le agregaron San Bartolomé Xochitlán.

Herminio Ramírez López es el historiador oficial de Xochitlán, nombrado así por los mismos pobladores. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


En 1901 llegó un decreto al municipio para que se cambiara el nombre a Xochitlán Villa Manuel Romero Rubio. Nadie les explicó el cambio y no sabían por qué su pueblo ahora tenía el nombre del suegro de Porfirio Díaz.

Para 1981, varios pobladores, incluyendo al señor Herminio Ramírez, externaron su molestia con el nombre, pues consideraron a este personaje sólo como una persona acaudalado con mucha ambición por el poder y sin ningún mérito para tener ese honor. Romero Rubio no tenía nada que ver con Xochitlán, pero la pregunta ahora era ¿qué personaje importante había nacido en este municipio?

Los interesados en cambiar el nombre recordaron que la tradición oral del pueblo afirmaba que Vicente Suárez, cadete del Heroico Colegio Militar de la ciudad de México, quien fue el primero en morir aquel 13 de septiembre de 1847, había nacido en Xochitlán, pero tenían que comprobarlo. Luego de buscar por mucho tiempo, encontraron el libro parroquial que contenía la fe de bautizo.

Después de tanto buscar encontraron el libro parroquial que contenía la fe de bautizo del cadete Vicente Suárez. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Se dieron a la tarea de escribirle a todas las autoridades posibles, pero ninguna respondió. Y como en toda buena historia, un periodista se interesó y ayudó a los pobladores a visibilizar este tema en una revista de nombre “La Estrella”.

Fue hasta 1982 cuando el Congreso del Estado de Puebla autorizó al municipio adicionar el nombre de Vicente Suárez y así quedó asentado que el cadete había nacido en Xochitlán en el año de 1834. “Xochitlán tiene muchos atractivos naturales. La naturaleza no fue egoísta, nos dio todo, hasta un héroe nacional”, comparte el señor Herminio.

CHAQUIRA, EL SUSTENTO ARTESANAL

Dice el dicho que cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla y eso es lo que las artesanas de Xochitlán creen que pasa con sus textiles. Ellas tardan alrededor de un mes en elaborar cada prenda, sin embargo, siempre los compradores les regatean el producto y los extranjeros son los que más valoran sus creaciones, pagándoles mejor por ellas que los paisanos.

En este municipio las actividades económicas principales son el campo y la ganadería, para los hombres, y la elaboración de ropa artesanal, para las mujeres, como María Yolanda del Carmen Soto, Isabel Teresa Ventura y Claudia Ramos Lobato, quienes aprendieron esta labor desde niñas.

La señora Yola sabe que en Puebla existe una gran riqueza en cuanto a textiles, sin embargo, destaca, lo que diferencia a Xochitlán son las blusas de chaquira. Ella dice que los demás municipios han adoptado su técnica, pero que las primeras mujeres que empezaron a añadir este material a la ropa fueron las de este municipio.

En Xochitlán existe una gran riqueza en cuanto a textiles. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

“Desde niña me gustó. Mi madre me inspiró, nos enseñó de niñas el punto de cruz y cuando fui a la escuela tuve una maestra que también nos motivó a tejer. De ahí me nació el amor por los textiles”, comparte la señora Yola.

Claudia no sólo mantiene su tradición por los textiles, sino que también por el náhuatl. En su lengua originaria platica que necesitan más espacios para vender su producto, además de difusión. Se enfrenta al regateo, a los revendedores y al tiempo, ya que no sólo teje blusas, tiene otro trabajo para poder salir adelante.

La señora Isabel tiene 62 años, pero su edad no es impedimento para innovar, sabe que para vender sus productos también tiene que presentar nuevos diseños y por ello ahora en sus blusas de chaquira ha tejido personajes de Disney, como las populares princesas. Y no sólo eso, sino que puede tejer con chaquira cualquier modelo. Sólo necesita un dibujo e inspiración.

EL ÚLTIMO RINCÓN DE LA HUASTECA, PERO EL PRIMERO CON LA MÚSICA EN EL CORAZÓN

La música es un viaje emocional, uno que puede llevar al pasado, pero también que ayuda a conocer el presente de un lugar. Prueba de ello es el huapango, un género musical que, de acuerdo con los pobladores de Xochitlán, remonta a sus orígenes totonacas y huastecos.

La música es un viaje emocional, uno que puede llevar al pasado, pero también que ayuda a conocer el presente de un lugar. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


“Huapangueros imponentes” es un trío joven con muchas ganas de seguir impulsando la música huasteca y que está conformado por Marco Antonio Martínez, Rigoberto Cruz y Filiberto Martínez. Todos son veinteañeros originarios de Xochitlán. Para ellos, la música es su vida y el motor para salir adelante.

“Marco y Filiberto son tercera generación, sus abuelos fueron músicos huastecos. El huapango deriva de bailes sobre tarimas y hay distintos estilos. En total son seis, pero el nuestro es el estilo poblano y para nosotros es muy importante que prevalezca en el municipio, que no se pierda”, comenta Rigoberto.

Su objetivo es que más jóvenes se interesen en este estilo de música, ya que no está peleado con otros géneros, incluso, hoy en día tocan canciones de grupos famosos, pero al mismo tiempo tienen canciones en náhuatl para seguir con lo inculcado por sus abuelos.

“Huapangueros imponentes” es un trío joven con muchas ganas de seguir impulsando la música huasteca. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Filiberto Martínez lleva a la entrevista a su hijo de cuatro años. El niño ve con admiración al grupo y al preguntarle si algún día quiere ser músico responde que sí, que le gusta la guitarra y que quiere ser como su papá.

No nada más el pequeño Filiberto tiene ese sueño. Muchos niños de Xochitlán sueñan con la música de huapango y con portar una camisa con chaquira para llevar el nombre de su pueblo a lo más alto.

“SI SE AMA LA VIDA, SE PONE CORAZÓN A LA COMIDA”

EL SOL DE PUEBLA conoció a Doña Chila, reconocida en el municipio por su tradicional mole, y a Alberto Gutiérrez, quien hace todavía pan a la leña en Xochitlán. Ambos manifiestan una frase perfecta para transmitir lo que sienten por su trabajo: “si se ama la vida, se pone corazón en la comida”.

El platillo típico de Xochitlán es el mole. Isidra Molina es la señora más conocida en el pueblo por su sazón y porque a raíz de la muerte de su esposo decidió llevar su elaboración de mole al siguiente paso: concretarlo como una empresa.

El platillo típico de Xochitlán es el mole. Isidra Molina es la señora más conocida en el pueblo por su sazón. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Fue así que nació el mole Doña Chila. Incluso ya tiene etiquetas con su nombre y envases para hacer envíos a todo Puebla, a todo el país, y ya lo mandó una vez a California, en Estados Unidos. Su secreto es que todo es natural y utiliza productos que compra en el mismo municipio.

Su casa huele a pasas, chocolate, manteca, almendras, cacahuate, azúcar, canela y clavo. En su mesa todos los productos están bien ordenados y le gusta ponerse un mandil para no ensuciar su ropa.

Le alegra que la conozcan en el pueblo por su tradicional mole y para Semana Santa ya se está preparando, pues es la más solicitada para los eventos de esa temporada. No sólo la buscan para festividades, sino también para sucesos lamentables, como la muerte. En los funerales están acostumbrados a darles de comer a los que llegan a despedir al difunto. “Ya lo llevamos en la sangre, la cocina es parte de nosotros”, exalta.

Xochitlán no sólo es conocido por su mole. El pan elaborado en hornos de leña es otro de sus tesoros gastronómicos. Si bien ya hay hornos eléctricos para acelerar la producción, el señor Alberto Gutiérrez sigue con el proceso de leña porque cree que el sabor que le queda al pan es más rico con este procedimiento. Y tiene razón.

La casa de doña Chila huele a pasas, chocolate, manteca, almendras, cacahuate, azúcar, canela y clavo. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Alberto es la tercera generación en su familia que se dedica a este tipo de pan y califica a su oficio como el motivo de su vida, el que lo ha ayudado a salir adelante. Su abuelo le enseñó a su papá, su padre a él y Alberto les enseña a los jóvenes de Xochitlán que necesitan trabajo.

Entre los panes que sólo se pueden encontrar en Xochitlán están la rosca fina, el acordeón, el imperial rojo, el capitulado, las japonesas y el pan de huevo. Al preguntarle cómo sabe su pan, responde: “magnifico, no hay dos iguales”. Es cierto, pues es la referencia obligada cuando se llegan a este municipio serrano.

NO ES UN CENOTE DE PLAYA DEL CARMEN, ES POZA VERDE

El territorio de Xochitlán es color verde. Cuando se sube a su iglesia principal se puede observar todo el municipio y sus colores. Está en medio de árboles y los tejados de las casas aún están hechos de adoquín.

Uno de los atractivos turísticos del municipio es la Poza Verde, un lugar que los pobladores cuidan mucho para que los visitantes no lo maltraten y no tiren basura. Está cerrado y sólo lo abren en caso de pedir permiso. Cobran 20 pesos de cooperación a quien lo desea visitar.

Para llegar se camina alrededor de media hora cuesta abajo, desde el centro del municipio. Se puede ver toda la naturaleza, aves, árboles y flores. Cuando estás a punto de llegar se escucha el agua cayendo. Parece un cenote, de esos que sólo puedes ver en Quintana Roo, pero no, es la Poza Verde de Xochitlán, en donde se han pedido matrimonios y se han hecho juramentos de amor.

Uno de los atractivos turísticos del municipio es la Poza Verde, un lugar que los pobladores cuidan mucho. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


Es un lugar donde los viejos van a hablar con el agua para que esta se lleve lo malo, pero también las madres jóvenes para que les traiga abundancia en su vida futura. Es un lugar al que si acudes un día entre semana no hay gente y puedes sentarte un rato a pensar y descansar del ruido, así como de la cotidianidad de la ciudad.

Xochitlán está a cuatro horas de distancia de la capital poblana y de acuerdo con el último reporte del INEGI, en el 2020 tenía 13 mil 25 habitantes. No tiene la etiqueta formal de pueblo mágico, pero claro que lo es.

Una escritora poblana dice que hay lugares que te pueden transportar del presente al pasado en una sola visita, sitios donde valoras las lenguas porque conmueve escucharlas y conocer a su gente por lo mítico de su territorio. Así es Xochitlán de Vicente Suárez, un municipio enclavado en la sierra norte que ha cambiado varias veces de nombre, pero cuya gente sigue firme con sus tradiciones y con el ánimo de abrirse a nuevos retos, como la atracción de turismo.

Xochitlán está compuesto por dos palabras en náhuatl que son “xochitl” flor y “tlan” tierra, es decir, tierra de las flores. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


Xochitlán no está considerado como un pueblo mágico de Puebla. Las autoridades de turismo en esta demarcación creen que esto se debe a que sólo cuentan con tres hoteles y a que hasta hace poco han comenzado a crear su directorio de los servicios turísticos de la demarcación.

No tiene infraestructura para recibir a los visitantes, sin embargo, cuenta con una historia digna de conocer. Los pobladores narran con orgullo que su municipio es la cuna del “niño héroe” Vicente Suárez, exponen que tiene cultura en textiles con los tejidos de chaquira, tradición en gastronomía con su pan de leña y el típico mole de la sierra norte, música con el huapango y hasta atractivos turísticos como la Poza Verde.

TRES CAMBIOS DE NOMBRE

Herminio Ramírez López es el historiador oficial de Xochitlán, nombrado así por los mismos pobladores. Tiene 82 años de edad, ya no escucha bien, pero asegura que es más probable que un día olvide su propio nombre a la historia de este municipio. “Los viejos siempre recuerdan mejor el pasado”, asienta.

Don Herminio explicó que Xochitlán está compuesto por dos palabras en náhuatl que son “xochitl” flor y “tlan” tierra, es decir, tierra de las flores o lugar de las flores. Así se llamó por mucho tiempo, pero con la llegada de los españoles le agregaron San Bartolomé Xochitlán.

Herminio Ramírez López es el historiador oficial de Xochitlán, nombrado así por los mismos pobladores. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


En 1901 llegó un decreto al municipio para que se cambiara el nombre a Xochitlán Villa Manuel Romero Rubio. Nadie les explicó el cambio y no sabían por qué su pueblo ahora tenía el nombre del suegro de Porfirio Díaz.

Para 1981, varios pobladores, incluyendo al señor Herminio Ramírez, externaron su molestia con el nombre, pues consideraron a este personaje sólo como una persona acaudalado con mucha ambición por el poder y sin ningún mérito para tener ese honor. Romero Rubio no tenía nada que ver con Xochitlán, pero la pregunta ahora era ¿qué personaje importante había nacido en este municipio?

Los interesados en cambiar el nombre recordaron que la tradición oral del pueblo afirmaba que Vicente Suárez, cadete del Heroico Colegio Militar de la ciudad de México, quien fue el primero en morir aquel 13 de septiembre de 1847, había nacido en Xochitlán, pero tenían que comprobarlo. Luego de buscar por mucho tiempo, encontraron el libro parroquial que contenía la fe de bautizo.

Después de tanto buscar encontraron el libro parroquial que contenía la fe de bautizo del cadete Vicente Suárez. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Se dieron a la tarea de escribirle a todas las autoridades posibles, pero ninguna respondió. Y como en toda buena historia, un periodista se interesó y ayudó a los pobladores a visibilizar este tema en una revista de nombre “La Estrella”.

Fue hasta 1982 cuando el Congreso del Estado de Puebla autorizó al municipio adicionar el nombre de Vicente Suárez y así quedó asentado que el cadete había nacido en Xochitlán en el año de 1834. “Xochitlán tiene muchos atractivos naturales. La naturaleza no fue egoísta, nos dio todo, hasta un héroe nacional”, comparte el señor Herminio.

CHAQUIRA, EL SUSTENTO ARTESANAL

Dice el dicho que cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla y eso es lo que las artesanas de Xochitlán creen que pasa con sus textiles. Ellas tardan alrededor de un mes en elaborar cada prenda, sin embargo, siempre los compradores les regatean el producto y los extranjeros son los que más valoran sus creaciones, pagándoles mejor por ellas que los paisanos.

En este municipio las actividades económicas principales son el campo y la ganadería, para los hombres, y la elaboración de ropa artesanal, para las mujeres, como María Yolanda del Carmen Soto, Isabel Teresa Ventura y Claudia Ramos Lobato, quienes aprendieron esta labor desde niñas.

La señora Yola sabe que en Puebla existe una gran riqueza en cuanto a textiles, sin embargo, destaca, lo que diferencia a Xochitlán son las blusas de chaquira. Ella dice que los demás municipios han adoptado su técnica, pero que las primeras mujeres que empezaron a añadir este material a la ropa fueron las de este municipio.

En Xochitlán existe una gran riqueza en cuanto a textiles. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

“Desde niña me gustó. Mi madre me inspiró, nos enseñó de niñas el punto de cruz y cuando fui a la escuela tuve una maestra que también nos motivó a tejer. De ahí me nació el amor por los textiles”, comparte la señora Yola.

Claudia no sólo mantiene su tradición por los textiles, sino que también por el náhuatl. En su lengua originaria platica que necesitan más espacios para vender su producto, además de difusión. Se enfrenta al regateo, a los revendedores y al tiempo, ya que no sólo teje blusas, tiene otro trabajo para poder salir adelante.

La señora Isabel tiene 62 años, pero su edad no es impedimento para innovar, sabe que para vender sus productos también tiene que presentar nuevos diseños y por ello ahora en sus blusas de chaquira ha tejido personajes de Disney, como las populares princesas. Y no sólo eso, sino que puede tejer con chaquira cualquier modelo. Sólo necesita un dibujo e inspiración.

EL ÚLTIMO RINCÓN DE LA HUASTECA, PERO EL PRIMERO CON LA MÚSICA EN EL CORAZÓN

La música es un viaje emocional, uno que puede llevar al pasado, pero también que ayuda a conocer el presente de un lugar. Prueba de ello es el huapango, un género musical que, de acuerdo con los pobladores de Xochitlán, remonta a sus orígenes totonacas y huastecos.

La música es un viaje emocional, uno que puede llevar al pasado, pero también que ayuda a conocer el presente de un lugar. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


“Huapangueros imponentes” es un trío joven con muchas ganas de seguir impulsando la música huasteca y que está conformado por Marco Antonio Martínez, Rigoberto Cruz y Filiberto Martínez. Todos son veinteañeros originarios de Xochitlán. Para ellos, la música es su vida y el motor para salir adelante.

“Marco y Filiberto son tercera generación, sus abuelos fueron músicos huastecos. El huapango deriva de bailes sobre tarimas y hay distintos estilos. En total son seis, pero el nuestro es el estilo poblano y para nosotros es muy importante que prevalezca en el municipio, que no se pierda”, comenta Rigoberto.

Su objetivo es que más jóvenes se interesen en este estilo de música, ya que no está peleado con otros géneros, incluso, hoy en día tocan canciones de grupos famosos, pero al mismo tiempo tienen canciones en náhuatl para seguir con lo inculcado por sus abuelos.

“Huapangueros imponentes” es un trío joven con muchas ganas de seguir impulsando la música huasteca. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Filiberto Martínez lleva a la entrevista a su hijo de cuatro años. El niño ve con admiración al grupo y al preguntarle si algún día quiere ser músico responde que sí, que le gusta la guitarra y que quiere ser como su papá.

No nada más el pequeño Filiberto tiene ese sueño. Muchos niños de Xochitlán sueñan con la música de huapango y con portar una camisa con chaquira para llevar el nombre de su pueblo a lo más alto.

“SI SE AMA LA VIDA, SE PONE CORAZÓN A LA COMIDA”

EL SOL DE PUEBLA conoció a Doña Chila, reconocida en el municipio por su tradicional mole, y a Alberto Gutiérrez, quien hace todavía pan a la leña en Xochitlán. Ambos manifiestan una frase perfecta para transmitir lo que sienten por su trabajo: “si se ama la vida, se pone corazón en la comida”.

El platillo típico de Xochitlán es el mole. Isidra Molina es la señora más conocida en el pueblo por su sazón y porque a raíz de la muerte de su esposo decidió llevar su elaboración de mole al siguiente paso: concretarlo como una empresa.

El platillo típico de Xochitlán es el mole. Isidra Molina es la señora más conocida en el pueblo por su sazón. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Fue así que nació el mole Doña Chila. Incluso ya tiene etiquetas con su nombre y envases para hacer envíos a todo Puebla, a todo el país, y ya lo mandó una vez a California, en Estados Unidos. Su secreto es que todo es natural y utiliza productos que compra en el mismo municipio.

Su casa huele a pasas, chocolate, manteca, almendras, cacahuate, azúcar, canela y clavo. En su mesa todos los productos están bien ordenados y le gusta ponerse un mandil para no ensuciar su ropa.

Le alegra que la conozcan en el pueblo por su tradicional mole y para Semana Santa ya se está preparando, pues es la más solicitada para los eventos de esa temporada. No sólo la buscan para festividades, sino también para sucesos lamentables, como la muerte. En los funerales están acostumbrados a darles de comer a los que llegan a despedir al difunto. “Ya lo llevamos en la sangre, la cocina es parte de nosotros”, exalta.

Xochitlán no sólo es conocido por su mole. El pan elaborado en hornos de leña es otro de sus tesoros gastronómicos. Si bien ya hay hornos eléctricos para acelerar la producción, el señor Alberto Gutiérrez sigue con el proceso de leña porque cree que el sabor que le queda al pan es más rico con este procedimiento. Y tiene razón.

La casa de doña Chila huele a pasas, chocolate, manteca, almendras, cacahuate, azúcar, canela y clavo. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla

Alberto es la tercera generación en su familia que se dedica a este tipo de pan y califica a su oficio como el motivo de su vida, el que lo ha ayudado a salir adelante. Su abuelo le enseñó a su papá, su padre a él y Alberto les enseña a los jóvenes de Xochitlán que necesitan trabajo.

Entre los panes que sólo se pueden encontrar en Xochitlán están la rosca fina, el acordeón, el imperial rojo, el capitulado, las japonesas y el pan de huevo. Al preguntarle cómo sabe su pan, responde: “magnifico, no hay dos iguales”. Es cierto, pues es la referencia obligada cuando se llegan a este municipio serrano.

NO ES UN CENOTE DE PLAYA DEL CARMEN, ES POZA VERDE

El territorio de Xochitlán es color verde. Cuando se sube a su iglesia principal se puede observar todo el municipio y sus colores. Está en medio de árboles y los tejados de las casas aún están hechos de adoquín.

Uno de los atractivos turísticos del municipio es la Poza Verde, un lugar que los pobladores cuidan mucho para que los visitantes no lo maltraten y no tiren basura. Está cerrado y sólo lo abren en caso de pedir permiso. Cobran 20 pesos de cooperación a quien lo desea visitar.

Para llegar se camina alrededor de media hora cuesta abajo, desde el centro del municipio. Se puede ver toda la naturaleza, aves, árboles y flores. Cuando estás a punto de llegar se escucha el agua cayendo. Parece un cenote, de esos que sólo puedes ver en Quintana Roo, pero no, es la Poza Verde de Xochitlán, en donde se han pedido matrimonios y se han hecho juramentos de amor.

Uno de los atractivos turísticos del municipio es la Poza Verde, un lugar que los pobladores cuidan mucho. Foto: Erik Guzmán | El Sol de Puebla


Es un lugar donde los viejos van a hablar con el agua para que esta se lleve lo malo, pero también las madres jóvenes para que les traiga abundancia en su vida futura. Es un lugar al que si acudes un día entre semana no hay gente y puedes sentarte un rato a pensar y descansar del ruido, así como de la cotidianidad de la ciudad.

Xochitlán está a cuatro horas de distancia de la capital poblana y de acuerdo con el último reporte del INEGI, en el 2020 tenía 13 mil 25 habitantes. No tiene la etiqueta formal de pueblo mágico, pero claro que lo es.

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