/ jueves 2 de mayo de 2019

Explosión de la mancha urbana, siete décadas de evolución | 75 Aniversario El Sol de Puebla

Especialistas advierten la necesidad de crear políticas públicas que normen el crecimiento conurbado, antes de que los daños sean irreversibles

La pérdida de relevancia de la actividad agrícola en el estado, en la década de los 40, provocó el crecimiento urbano más allá del Centro Histórico de la ciudad de Puebla, que se fue ampliando al paso de las siguientes dos décadas. Posteriormente registró un nuevo impulso por la dinámica laboral y de políticas públicas que detonaron la expansión horizontal en los 80 para dar paso a la zona metropolitana como la conocemos en la actualidad, en proceso de fortalecerse.

La zona metropolitana se integró por los municipios de Puebla, San Pedro y San Andrés Cholula, además de Cuautlancingo, Coronango y Amozoc, pero en la última década se ha sumado Santa Clara Ocoyucan, que está dejando de lado su vocación rural por el avance en la construcción de complejos habitacionales de tipo residencial, donde ya se asienta Lomas de Angelópolis.

A decir de Octavio Flores Hidalgo, doctor en procesos territoriales y catedrático de la UPAEP, próximamente habrá de tomarse en cuenta como integrantes de la zona metropolitana a Atlixco e incluso a Tepeaca, por el progreso sostenido de la mancha urbana.

De acuerdo con el libro “Las Calles de Puebla”, del investigador alemán Hugo Leicht, a partir de los años 40 y una vez que el gobierno federal se afianza tras la Revolución Mexicana, empieza a cambiar la actividad primaria del sector campesino por la migración de la periferia al centro de la ciudad.

LOS BURGUESES ABANDONAN EL CENTRO

El autor refiere que en ese tiempo se logra el ordenamiento territorial poblano y se registra una primera evolución económica, “provocando grandes cambios en la estructura urbana, que se expande con gran rapidez gracias a la disponibilidad de suelo de las rancherías o los terrenos de haciendas”.

A decir de Octavio Flores Hidalgo, en esa época comienzan los cambios en la traza urbana del centro de la ciudad de Puebla, por lo que nacen las primeras colonias.

Tal es el caso de Cuauhtémoc, Amor, Humboldt y Santa María, ocupadas tanto por “foráneos” como por quienes habitaban la zona centro, pero que buscaban otras áreas habitacionales.

El entonces cerro de San Juan, a finales de los 40, da sus primeros pasos para transformarse en lo que hoy conocemos como La Paz, y tiende a consolidarse en los 70, al igual que la colonia San Manuel.

Con base en el apartado de la reseña de los cambios de la estructura urbana del libro “Las Calles de Puebla”, Flores Hidalgo asegura que en la década de los 50 se afianza la expansión territorial de adentro hacia afuera, por lo que existe el abandono del Centro Histórico por parte del sector burgués, que se va a la periferia, ocupando ese sitio abandonado por personas cuya posición económica le permite alojarse solamente en vecindades o cuartos en estado ruinoso.

“El crecimiento se da de manera lenta de 1940 a 1950, pero se mantiene en proceso de desarrollo. De ahí a 1960 empiezan los primeros indicios de crecimiento y poco a poco adquiere mayor fuerza”.

Virginia López Vargas, investigadora e integrante de la facultad de Arquitectura de la BUAP, confirma que las políticas públicas de “modernización” tras la era post revolucionaria hicieron que la ciudad se fuera ensanchando y también, por la necesidad de dar cabida a una demanda de crecimiento económico con la llegada de la industria textil.

NUEVA DINÁMICA LABORAL SE COME A MUNICIPIOS ALEDAÑOS

La llegada, en 1964, de la planta Volkswagen, generó una nueva dinámica laboral inclinada al sector automotriz con corredores y parques industriales fuera del municipio capital.

El municipio de Cuautlancingo fue elegido para esta responsabilidad, pero sin tener una vocación habitacional debido a la falta de infraestructura en materia de servicios públicos, por lo que las unidades habitacionales siguen en proceso de afianzarse en la capital, que, para ese entonces, contaba con una definición nueva de límites territoriales al integrar a municipios que ahora son juntas auxiliares, como San Francisco Totimehuacan, La Resurrección, entre otras, para satisfacer la demanda de suministro de agua potable.

“Cuautlancingo estaba aislado porque no tenía servicios ni capacidad para promover el desarrollo, aunque se tenía a la Volkswagen, la vivienda se hizo primero en Puebla en la parte norte”, explica el catedrático de la UPAEP.

Para la década de los 70, comenta, a nivel nacional se detona un proceso de planeación, que regula el uso de suelo mediante promotores de vivienda oficiales, como el Infonavit, que tiene su auge en los 80.

En consecuencia, la población creció 26 por ciento y la ciudad 50 por ciento, que dio paso a la conurbación con San Pedro y San Andrés Cholula, por lo que se realizan las primeras acciones de conexión metropolitana con la construcción de la llamada Recta a Cholula, en 1974.

Una de las primeras acciones de conexión metropolitana se realiza con la construcción de la llamada Recta a Cholula, en 1974

Asimismo, se da la interrelación con los municipios de Cuautlancingo y Amozoc. Con este último comienza a potenciar el intercambio de mano de obra y de productos agrícolas.

DEL EJIDO A LAS ZONAS RESIDENCIALES

El crecimiento poblacional, de 297 mil habitantes en la década de los 70, a 835 mil en los 80, tiende a que la ciudad de Puebla esté cada vez más conectada con municipios cholultecas.

Para la segunda mitad de la década, núcleos poblacionales empiezan a ser más visibles en ambos municipios por el cambio generacional de la “vieja Puebla”, narra Octavio Flores Hidalgo.

“Son varias razones, y uno, el cambio generacional. La gente que funda lugares como La Paz o la colonia Humboldt se empieza a quedar sola porque sus hijos cambian de residencias y se van a lugares como La Calera (en el sur-oriernte) o zonas nuevas como las “Cholulas”, que empiezan a generar un detonador habitacional, comercial y educativo importante”.

A inicios de los 80, la oferta de terrenos privados con miras a reemplazar las necesidades de crecimiento poblacional se enfocó hacia el ejido. Es decir, miles de hectáreas comenzaron la conversión del uso agrícola al uso habitacional.

Con base en la reforma a la Ley Agraria impulsada en el sexenio federal de Carlos Salinas de Gortari, que permitía declarar utilidad pública superficies de este tipo para el crecimiento de centros urbanos, construcción de puentes, calles, centros educativos, entre otros, el entonces gobernador Mariano Piña Olaya promueve en junio de 1987 la expropiación de tierras, para iniciar con el proceso de construcción de la autopista Puebla-Atlixco, en conjunto con lo que conocemos hoy como la vía Atlixcáyotl.

En otras palabras, se avanza a lo que actualmente se conoce como la zona de Angelópolis, el polo de desarrollo habitacional y comercial más cotizado del momento.

De esta forma, la traza urbana de la ciudad de Puebla se inclinó hacia el suroeste, fortaleciendo la zona metropolitana con San Andrés y San Pedro Cholula a través de la detonación de la Reserva Territorial Quetzacóatl-Atlixcayotl, que abarcaba un área de mil 82 hectáreas, según el decreto de mayo de 1992.

Foto: En junio de 1987, el gobernador Mariano Piña Olaya promovió la expropiación de tierras, para iniciar con la construcción de la autopista Puebla-Atlixco, en conjunto con lo que conocemos como vía Atlixcáyotl | Foto: Rodolfo Pérez

Esto dio como consecuencia, además del conflicto con los ejidatarios por el valor comercial en que fueron tasadas las tierras por parte del gobierno del estado, la detonación moderna de la nueva vivienda, con fraccionamientos de lujo (donde destaca La Vista, además de Lomas de Angelópolis), la construcción de hoteles y centros comerciales e instituciones educativas privadas.

La tasa de crecimiento en San Andrés Cholula se potenció al pasar de tres a siete por ciento, aunque actualmente se ubica en cinco puntos porcentuales, refiere Octavio Flores.

En 1986 se construía la Central Camionera de Puebla con la finalidad de terminar con la aglomeración de personas en el centro de la ciudad

En el periodo gubernamental siguiente, 1993-1999, a cargo de Manuel Bartlett Díaz, se mantuvo la política de impulsar un proyecto de urbanización más amplio, se experimentó un nuevo proceso de “metrópolis” que agregó a municipios como Cuautlancingo y Coronango.

La creación del llamado Periférico Ecológico, cuyo objetivo primario era establecer un anillo limitante del crecimiento urbano, ocasionó todo lo contrario. Articuló las tierras de ambos municipios con lugares como Puebla, San Andrés y San Pedro Cholula.

Este proceso, explica Octavio Flores Hidalgo, doctor en procesos territoriales y catedrático de la UPAEP, sigue hasta la fecha su curso y se ha extendido a lugares como San Francisco Ocotlán, junta auxiliar de Coronango.

HOMOLOGAR POLÍTICAS PARA UN DESARROLLO SOSTENIBLE, EL GRAN RETO

Para comienzos del siglo 21, considera el especialista, la zona metropolitana está en su mayor auge y da paso a una nueva incorporación, la más reciente: Santa Clara Ocoyucan, donde se desarrollan las nuevas etapas de Lomas.

Actualmente, subraya Flores Hidalgo, este municipio se encuentra en proceso de pérdida de su vocación agrícola ante el avance de la mancha urbana, por lo que apunta necesario establecer políticas públicas que protejan a las comunidades originarias.

El crecimiento metropolitano ya no para. Estamos en proceso de regionalización. En los últimos estudios vamos a descubrir que llegamos a Apizaco, Tlaxcala

Desde su perspectiva, aún falta para considerar dentro de la zona metropolitana al municipio de Atlixco, pero el proceso de urbanización hará que sea inminente en un futuro cercano, de la misma manera que Tepeaca.

Sin embargo, remata, la transformación de la zona metropolitana requiere homologar sus políticas públicas y asentar una normativa común, pues hoy en día cada municipio tiene su propio reglamento, lo que afecta, de manera muy importante, el desarrollo urbano sostenible.

La pérdida de relevancia de la actividad agrícola en el estado, en la década de los 40, provocó el crecimiento urbano más allá del Centro Histórico de la ciudad de Puebla, que se fue ampliando al paso de las siguientes dos décadas. Posteriormente registró un nuevo impulso por la dinámica laboral y de políticas públicas que detonaron la expansión horizontal en los 80 para dar paso a la zona metropolitana como la conocemos en la actualidad, en proceso de fortalecerse.

La zona metropolitana se integró por los municipios de Puebla, San Pedro y San Andrés Cholula, además de Cuautlancingo, Coronango y Amozoc, pero en la última década se ha sumado Santa Clara Ocoyucan, que está dejando de lado su vocación rural por el avance en la construcción de complejos habitacionales de tipo residencial, donde ya se asienta Lomas de Angelópolis.

A decir de Octavio Flores Hidalgo, doctor en procesos territoriales y catedrático de la UPAEP, próximamente habrá de tomarse en cuenta como integrantes de la zona metropolitana a Atlixco e incluso a Tepeaca, por el progreso sostenido de la mancha urbana.

De acuerdo con el libro “Las Calles de Puebla”, del investigador alemán Hugo Leicht, a partir de los años 40 y una vez que el gobierno federal se afianza tras la Revolución Mexicana, empieza a cambiar la actividad primaria del sector campesino por la migración de la periferia al centro de la ciudad.

LOS BURGUESES ABANDONAN EL CENTRO

El autor refiere que en ese tiempo se logra el ordenamiento territorial poblano y se registra una primera evolución económica, “provocando grandes cambios en la estructura urbana, que se expande con gran rapidez gracias a la disponibilidad de suelo de las rancherías o los terrenos de haciendas”.

A decir de Octavio Flores Hidalgo, en esa época comienzan los cambios en la traza urbana del centro de la ciudad de Puebla, por lo que nacen las primeras colonias.

Tal es el caso de Cuauhtémoc, Amor, Humboldt y Santa María, ocupadas tanto por “foráneos” como por quienes habitaban la zona centro, pero que buscaban otras áreas habitacionales.

El entonces cerro de San Juan, a finales de los 40, da sus primeros pasos para transformarse en lo que hoy conocemos como La Paz, y tiende a consolidarse en los 70, al igual que la colonia San Manuel.

Con base en el apartado de la reseña de los cambios de la estructura urbana del libro “Las Calles de Puebla”, Flores Hidalgo asegura que en la década de los 50 se afianza la expansión territorial de adentro hacia afuera, por lo que existe el abandono del Centro Histórico por parte del sector burgués, que se va a la periferia, ocupando ese sitio abandonado por personas cuya posición económica le permite alojarse solamente en vecindades o cuartos en estado ruinoso.

“El crecimiento se da de manera lenta de 1940 a 1950, pero se mantiene en proceso de desarrollo. De ahí a 1960 empiezan los primeros indicios de crecimiento y poco a poco adquiere mayor fuerza”.

Virginia López Vargas, investigadora e integrante de la facultad de Arquitectura de la BUAP, confirma que las políticas públicas de “modernización” tras la era post revolucionaria hicieron que la ciudad se fuera ensanchando y también, por la necesidad de dar cabida a una demanda de crecimiento económico con la llegada de la industria textil.

NUEVA DINÁMICA LABORAL SE COME A MUNICIPIOS ALEDAÑOS

La llegada, en 1964, de la planta Volkswagen, generó una nueva dinámica laboral inclinada al sector automotriz con corredores y parques industriales fuera del municipio capital.

El municipio de Cuautlancingo fue elegido para esta responsabilidad, pero sin tener una vocación habitacional debido a la falta de infraestructura en materia de servicios públicos, por lo que las unidades habitacionales siguen en proceso de afianzarse en la capital, que, para ese entonces, contaba con una definición nueva de límites territoriales al integrar a municipios que ahora son juntas auxiliares, como San Francisco Totimehuacan, La Resurrección, entre otras, para satisfacer la demanda de suministro de agua potable.

“Cuautlancingo estaba aislado porque no tenía servicios ni capacidad para promover el desarrollo, aunque se tenía a la Volkswagen, la vivienda se hizo primero en Puebla en la parte norte”, explica el catedrático de la UPAEP.

Para la década de los 70, comenta, a nivel nacional se detona un proceso de planeación, que regula el uso de suelo mediante promotores de vivienda oficiales, como el Infonavit, que tiene su auge en los 80.

En consecuencia, la población creció 26 por ciento y la ciudad 50 por ciento, que dio paso a la conurbación con San Pedro y San Andrés Cholula, por lo que se realizan las primeras acciones de conexión metropolitana con la construcción de la llamada Recta a Cholula, en 1974.

Una de las primeras acciones de conexión metropolitana se realiza con la construcción de la llamada Recta a Cholula, en 1974

Asimismo, se da la interrelación con los municipios de Cuautlancingo y Amozoc. Con este último comienza a potenciar el intercambio de mano de obra y de productos agrícolas.

DEL EJIDO A LAS ZONAS RESIDENCIALES

El crecimiento poblacional, de 297 mil habitantes en la década de los 70, a 835 mil en los 80, tiende a que la ciudad de Puebla esté cada vez más conectada con municipios cholultecas.

Para la segunda mitad de la década, núcleos poblacionales empiezan a ser más visibles en ambos municipios por el cambio generacional de la “vieja Puebla”, narra Octavio Flores Hidalgo.

“Son varias razones, y uno, el cambio generacional. La gente que funda lugares como La Paz o la colonia Humboldt se empieza a quedar sola porque sus hijos cambian de residencias y se van a lugares como La Calera (en el sur-oriernte) o zonas nuevas como las “Cholulas”, que empiezan a generar un detonador habitacional, comercial y educativo importante”.

A inicios de los 80, la oferta de terrenos privados con miras a reemplazar las necesidades de crecimiento poblacional se enfocó hacia el ejido. Es decir, miles de hectáreas comenzaron la conversión del uso agrícola al uso habitacional.

Con base en la reforma a la Ley Agraria impulsada en el sexenio federal de Carlos Salinas de Gortari, que permitía declarar utilidad pública superficies de este tipo para el crecimiento de centros urbanos, construcción de puentes, calles, centros educativos, entre otros, el entonces gobernador Mariano Piña Olaya promueve en junio de 1987 la expropiación de tierras, para iniciar con el proceso de construcción de la autopista Puebla-Atlixco, en conjunto con lo que conocemos hoy como la vía Atlixcáyotl.

En otras palabras, se avanza a lo que actualmente se conoce como la zona de Angelópolis, el polo de desarrollo habitacional y comercial más cotizado del momento.

De esta forma, la traza urbana de la ciudad de Puebla se inclinó hacia el suroeste, fortaleciendo la zona metropolitana con San Andrés y San Pedro Cholula a través de la detonación de la Reserva Territorial Quetzacóatl-Atlixcayotl, que abarcaba un área de mil 82 hectáreas, según el decreto de mayo de 1992.

Foto: En junio de 1987, el gobernador Mariano Piña Olaya promovió la expropiación de tierras, para iniciar con la construcción de la autopista Puebla-Atlixco, en conjunto con lo que conocemos como vía Atlixcáyotl | Foto: Rodolfo Pérez

Esto dio como consecuencia, además del conflicto con los ejidatarios por el valor comercial en que fueron tasadas las tierras por parte del gobierno del estado, la detonación moderna de la nueva vivienda, con fraccionamientos de lujo (donde destaca La Vista, además de Lomas de Angelópolis), la construcción de hoteles y centros comerciales e instituciones educativas privadas.

La tasa de crecimiento en San Andrés Cholula se potenció al pasar de tres a siete por ciento, aunque actualmente se ubica en cinco puntos porcentuales, refiere Octavio Flores.

En 1986 se construía la Central Camionera de Puebla con la finalidad de terminar con la aglomeración de personas en el centro de la ciudad

En el periodo gubernamental siguiente, 1993-1999, a cargo de Manuel Bartlett Díaz, se mantuvo la política de impulsar un proyecto de urbanización más amplio, se experimentó un nuevo proceso de “metrópolis” que agregó a municipios como Cuautlancingo y Coronango.

La creación del llamado Periférico Ecológico, cuyo objetivo primario era establecer un anillo limitante del crecimiento urbano, ocasionó todo lo contrario. Articuló las tierras de ambos municipios con lugares como Puebla, San Andrés y San Pedro Cholula.

Este proceso, explica Octavio Flores Hidalgo, doctor en procesos territoriales y catedrático de la UPAEP, sigue hasta la fecha su curso y se ha extendido a lugares como San Francisco Ocotlán, junta auxiliar de Coronango.

HOMOLOGAR POLÍTICAS PARA UN DESARROLLO SOSTENIBLE, EL GRAN RETO

Para comienzos del siglo 21, considera el especialista, la zona metropolitana está en su mayor auge y da paso a una nueva incorporación, la más reciente: Santa Clara Ocoyucan, donde se desarrollan las nuevas etapas de Lomas.

Actualmente, subraya Flores Hidalgo, este municipio se encuentra en proceso de pérdida de su vocación agrícola ante el avance de la mancha urbana, por lo que apunta necesario establecer políticas públicas que protejan a las comunidades originarias.

El crecimiento metropolitano ya no para. Estamos en proceso de regionalización. En los últimos estudios vamos a descubrir que llegamos a Apizaco, Tlaxcala

Desde su perspectiva, aún falta para considerar dentro de la zona metropolitana al municipio de Atlixco, pero el proceso de urbanización hará que sea inminente en un futuro cercano, de la misma manera que Tepeaca.

Sin embargo, remata, la transformación de la zona metropolitana requiere homologar sus políticas públicas y asentar una normativa común, pues hoy en día cada municipio tiene su propio reglamento, lo que afecta, de manera muy importante, el desarrollo urbano sostenible.

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