Cientos de generaciones de familias, sino es que miles, por años construyeron historias entre rieles y vagones del tren; para quienes crecieron y trabajaron en este medio de transporte, el ferrocarril determinó en gran parte una forma de vida, que hoy y siempre, recordarán con nostalgia a través de las fotos y las memorias.
Don Narciso Nava Martínez, maquinista de camino y actual jubilado de Ferrocarriles Nacionales de México, y Manuel Arrazola Ramírez, conductor de trenes y vigente secretario General de la Sección 21 del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM) en Puebla, son dos personas que -en diferentes épocas- se dedicaron a la profesión de los rieles y los trenes, aunque en diferentes ramas, sin embargo, ambos coinciden en que “el ferrocarrilero venía por descendencia”, es decir, que para poder efectuar algunas de la labores relacionadas con estas grandes máquinas, el primer requisito era que fueras pariente de un ferroviario.
“Por parte de mi familia completamos más de 100 años en el ferrocarril. Mi bisabuelo fue jefe de estación del lado de los americanos en el año de 1985; mi abuelo, Ángel Sánchez, fue uno de los primeros maquinistas de caminos en México; mi papá fue fogonero de caminos (ya en Ferrocarriles Nacionales de México) y yo comencé la carrera como similar de locomotoras, o sea, el principio de la carrera para ser maquinista”, comentó don Narciso, quien entró a esta empresa en el año de 1950.
Para el señor Narciso, los ferrocarriles lo fueron todo y lo siguen siendo, pues después de ofrecerles 42 años de su vida: 10 años como fogonero de patio, otros 10 como fogonero de camino y 22 más desempeñándose como maquinista de camino, actualmente, y a sus casi 30 años de jubilado, se dedica a ser ferromodelista.
Entre sus recuerdos, Narciso, sentado en la mesa de su comedor, al lado de sus fotos, de sus libros con los que estudio y de los modelos de trenes que ha construido, nos contó un sinfín de experiencias –tanto buenas como malas- que le tocaron vivir en aquellos años de trabajador.
De sus buenas memorias, el también vicepresidente de la Asociación de Trabajadores Ferrocarrileros Jubilados “Amigos de los Ferrocarriles Nacionales en México A.C.”, compartió que por allá en el 2002 tuvo la fortuna de conocer a Carlos, el príncipe de Gales.
“Tuve la dicha de pasear en uno de mis trenes al príncipe de Gales, quien personalmente fue a darme la mano hasta la máquina”, narró.
Por otra parte, el jubilado confesó que el billete de 100 pesos, con la edición del centenario de la Revolución, es uno de sus preciados tesoros, pues él protagonizó la cara frontal del mismo, a bordo de la maquina 279.
No obstante, los recuerdos más nostálgicos que platicó, fue cuando le tocó ser testigo de la extinción de las máquinas de vapor (entre el año 1977 y 19789), así como la indemnización de miles de trabajadores en 1998, cuando FNM cerró operaciones para convertirse en lo que actualmente es Ferrocarril del Sureste Ferrosur.
Al igual que Nava Martínez, Manuel Arrazola Ramírez también tuvo descendencia ferrocarrilera, pues su padre, Daniel Arrazola Noriega, quien también fue conductor de trenes como él, en cambio, la carrera de su papá se truncó en 1958 tras un accidente que le provocó la amputación de una pierna en un accidente de tren y también su jubilación.
“Él fue el que prácticamente me induce al ferrocarril. Yo entro a Ferrocarriles en el año de 1976 empecé haciendo mis prácticas para ser garrotero de patio, esas prácticas las realizó teóricamente aquí en Puebla y la práctica la realizo en Tehuacán, Oaxaca y Puebla, cuando tenía 17 años”, dijo, luego de agregar que después de ser garrotero de patio y garrotero de camino, se conviertió en conductor de trenes con uno de planta que corría de Puebla a Tehuacán.
En sus años de labor, también le tocó la privatización de FNM (en diciembre de 1998), solo que a diferencia de don Narciso, él en vez de irse como jubilado, lo liquidaron, pero con el derecho de pasar a la nueva empresa de Ferrosur.
Ambos entrevistados, expusieron que trabajaron tanto en el tren de pasajeros como en el de cargas, por lo que Arrazola Ramírez, también comunicó sus buenas y sus malas anécdotas, de estas últimas, en las que fue testigos de aparatosos accidentes con coches, con personas y hasta suicidios.
Como parte de sus bonitas memorias, relató los trayectos que diariamente hacía, en los que la gente de los municipios o localidades donde hacía sus paradas, aprovechaba para vender sus productos -sin salir de sus pueblos- en lo que los trenes estaban parados, por lo que afirmó que mucha gente se mantuvo de trabajar para los que viajaban y para los trabajadores también, porque siempre se desayunaba, se comía y se cenaba en las locomotoras.
“Cuando llegábamos a la estación de Amozoc, tenía que bajarme para anotarme en un libro de registro donde se ponía la hora de llegada y la hora de salida; en ese momento aprovechaba una persona, que casi era diario, para subir y vender sus piezas de barro en la estación; el viaje continuaba y en la estación de Tepeaca había una señora de la tercera edad llamada Jacinta, que llevaba unos tamales exquisitos en una olla de barro y la gente ya sabía y la conocía, porque llegaban, se bajaban y le pedían los tamales y se le acababan rápido”, concretó.
SUS HIJOS TAMBIÉN TIENEN SANGRE “FERROCARRILERA”
A pesar de que los hijos de los entrevistados no se dedicaron profesionalmente a los ferrocarriles, si están bastante familiarizados con el tema.
El hijo de Manuel, quien cuenta con carrera y dos maestrías, no pudo dejar de lado el mundo ferroviario, y a pesar de que no trabaja como conductor (como su papá) si lo hace en el área del taller de Ferrosur.
Por otra parte, los dos hijos de Narciso –ambos ingenieros de profesión- trabajan en la creación de un proyecto titulado “Orbitren 2015”, la primera patente mexicana que el país otorga como medio de transporte; se trata de un tren de alta velocidad para turistas y para cargas…pero esa, es otra historia.
HOY, EL DÍA DEL FERROCARRILERO
Cada año el 7 de noviembre, el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM) ofrece un festejo con comida, baile y música en vivo para todos los 398 agremiados en Puebla, incluidos los jubilados, en las instalaciones del sindicato de la ciudad, sin embargo, este año la tradición se romperá a causa de la contingencia sanitaria por Covid-19, por lo que tanto Manuel como don Narciso, felicitan a sus colegas en este gran día.