Las mujeres de la comunidad de San Bernardino Chalchihuapan salen de sus viviendas horas después de que anuncian en el perifoneo de la calle Morelos la llegada del restaurador del Niño Dios.
Se trata de un taller ambulante y temporal instalado en el patio de la familia Ocelotl Cehualatl. Las herramientas de trabajo están en la cajuela de una camioneta que conduce el artesano Pablo Romero Gómez que va acompañado de su hermano Ángel y su colaborador Misael Deolarte.
Dos sillas de plástico, que funcionan como una mesa, sostienen diversos recipientes de pintura de decenas de colores que sirven para borran las cicatrices que han dejado los años a las figuras de Niños Dios y que las familias católicas quieren conservar por su valor sentimental.
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En vísperas de la Candelaria, Pablo Romero Gómez decidió permanecer por dos semanas en la comunidad del municipio de Santa Clara Ocuyucan para restaurar al niño Jesús, hasta este jueves se habían intervenido a 400.
No obstante, este trabajo es aleatorio y “el taller rodante” llega también a las comunidades de los municipios de Cholula, Santa Clara Ocoyuca, Calpan, Cuautlancingo además de Puebla.
“Iniciamos las restauraciones en el centro histórico de Puebla, pero empezó a llegar la competencia de Tepeaca o de otros municipios por eso decidimos salir a las calles de los municipios”, comentó.
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HERENCIA DEL ABUELO
Pablo y Ángel Romero Gómez nacieron en el seno de una familia numerosa de 9 hijos en el vecino estado de Veracruz.
Su talento para tallar figuras religiosas de madera, de resina, barro o de yeso es herencia de su abuelo. “Él nos enseñó a trabajar las manos, pero nosotros decidimos irnos a los más moderno para construir ojos y cabello”.
Muestra con sus manos manchadas de pintura la variedad de niños dios que arreglará, algunos son detalles de pintura, arreglar algunas piezas como las manos, pero en otros “la cirugía es mayor” no tienen cabeza o alguna extremidad.
“A veces la gente dice que cobramos caro, pero no saben que restaurar es tener los colores que antes tenía un Niño Dios. No es lo mismo sacarlo nuevo de un molde o recrearlo. Nosotros dependiendo el trabajo y la medida cobramos desde 80 a más de 300 pesos”, dijo.
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Romero narra que cada vez que termina con una figura se siente muy satisfecho de su trabajo más cuando los comentarios son positivos, aunque también tiene la humildad para reconocer las críticas e inconformidades des sus clientes: “por lo regular son más felicitaciones que reclamos”.
En sus manos, el artesano tiene el reto de conservar las imágenes que tienen además de valor histórico un peso sentimental.
“Han llegado diciendo que salven a la imagen porque se los regaló algún familiar como el hijo. El Niño Dios significa mucho para las familias. Las personas pagan lo que sea cuando son esos casos porque quieren ver al niño dios”, agregó.
Romero es una persona preparada que junto con su equipo pueden restaurar hasta 100 figuras de Niño Dios en un día.
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Hace algunos años, decidió viajar Santa Ana estado estadounidense de California para prepararse para colocar de manera adecuada los ojos y el cabello de las imágenes religiosas.
Hace 17 años, Pablo su hermano y otros compañeros de trabajo decidieron salir con su camioneta a la calle para restaurar imágenes.
“Nosotros decidimos ir a sus calles o sus casas porque nos dan a reparar imágenes muy antiguas de más de 90 o 100 años. Para darle certidumbre a la gente que es su misma imagen y no se les hizo ningún cambio”, dijo.
Y aunque reconoce que veces a la gente “les es más fácil comprar nuevas imágenes, lo mejor es “restaurarlos, porque a la gente le gusta conservar los originales”.
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