/ jueves 19 de septiembre de 2019

Fracasa reconstrucción en Puebla tras 19S; viviendas son inservibles

Habitantes de la Mixteca, la región más dañada por el sismo, siguen en espera del apoyo prometido

CHIAUTLA DE TAPIA/COHETZALA.- El sismo del 19 de septiembre de 2017 no ha terminado sus estragos en comunidades como El Platanar o San Juan Pilcaya, que se encuentran en la Mixteca poblana. Promesas incumplidas, casas sin terminar, goteras en los techos de las viviendas que el gobierno les regaló y una zozobra cada septiembre, son los daños que todavía cimbran a habitantes como Cándida, Petra, Teresa y Juan Carlos.

Ambas comunidades formaron parte de la estadística del gobierno estatal, que reportó 32 mil 318 viviendas afectadas en Puebla por el movimiento telúrico (informe de gobierno estatal 2018). Estas juntas auxiliares fueron recordadas para los conteos, para los paseos políticos y para las promesas de campaña, pero fueron olvidadas cuando dejaron de ser útiles para la foto del recuerdo.

Basilisa Nájera, Nicolás Ríos, Petra Martínez, Hermelo Barrera, Cándida Vázquez y Mario Ramírez son habitantes de San Juan Pilcaya, junta auxiliar que pertenece al municipio de Chiautla de Tapia. Ellos resultaron afectados por el sismo. Todos fueron visitados por el exsecretario de Desarrollo Social de Puebla, Gerardo Islas Maldonado, quien les prometió que sus casas estarían listas en breve, pero a dicho personaje se le olvidaron algunos detalles: el techo, las puertas y ventanas, las instalaciones de plomería y eléctrica. Es decir, les dejó viviendas incompletas. Él hizo la promesa, aunque quien construiría las casas era el gobierno federal.

Foto: Bibiana Díaz

A dos años del sismo, estas familias siguen en espera sus casas, que hoy solo son paredones humedecidos. Diciembre de 2018 (fecha que coincide con el cambio de gobierno federal) fue la última vez que vieron a las personas de la constructora Mejoramiento Integral Asistido (MIA), quienes incluso, se llevaron puertas, ventanas y otros aditamentos que ya habían entregado a los afectados, argumentando que debían terminar otras viviendas, y que regresarían para reponer el material y terminar de construir.

ISLAS DIJO QUE ME CONSTRUIRÍA UNA CASA MÁS “CHINGONA”

Los habitantes recuerdan que cuando Gerardo Islas era funcionario estatal, les prometió que les construiría una casa “más chingona” que la que habían perdido. Incluso, regresó en la campaña para la diputación local, en la que también les aseguró que recibirían su vivienda terminada.

Ignoran si la responsabilidad fue estatal o de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), lo cierto es que un día, vieron romperse la promesa de una casa nueva.

“Se fueron y después regresaron porque aquí habían dejado puertas, ventanas y todo. Ya después vinieron para que les prestara puertas y ventanas porque iban a equipar otra casa que ya estaba terminada y (dijeron) que cuando vinieran a terminar éstas, regresaban todo lo que se llevaron. Vinieron a ver a mi hermana, la engatusaron y se llevaron el material, la engañaron. Los mismos de MIA se llevaron todo”, relata un familiar de Basilisa.

Otros afectados, como don Mario, confesaron que el gobierno estatal, mediante Islas, les ofrecieron una mejor vivienda que la que perdieron, pero al no cumplirlo, tuvieron que tomar otros apoyos, como de la iniciativa privada o de los familiares que viven en Estados Unidos, toda vez que es una comunidad con abundancia de migrantes.

DE CASAS A BODEGAS

En la junta auxiliar El Platanar, que forma parte del municipio de Cohetzala, las familias se empeñan en hacer una vida común a pesar de recordar el sismo del 19S. Sin embargo, las goteras y la humedad de las viviendas que les dio la Sedatu, cuando estaba a cargo de Rosario Robles Berlanga, perpetúa ese momento en el que los pobladores perdieron su tranquilidad.

Vecinos como Juan Carlos Medina o Librado Espinoza han tenido que habitar las casas que les entregó la Sedatu, pese a las goteras, la humedad y las cuarteaduras que tienen. El primero todavía habita el lugar con dos recámaras, un baño (inutilizable) y sala-comedor. Sus necesidades fisiológicas y las de su familia han tenido que ser satisfechas en casa de sus familiares, debido a la falta de operación del sanitario.

Ante las deficiencias de la vivienda, Librado optó por dejar de usar la casa y ahora es una bodega. Por algunos ladrillos se asoma la luz natural. Hay cuarteaduras disfrazadas de una sólida pared y cemento que se desprende al solo contacto.


Teresa Espinoza es otra afectada por el tipo de viviendas que le entregó el gobierno federal. Ésta fue la segunda charla con ella -pues en marzo de 2018 ya habíamos cruzado algunas palabras-. La empresa Construcción y Servicio (CYS) otorgó una vivienda a su familia y, después, la Sedatu entregó otra. Ésta última quedó reducida a una bodega, debido a que el sanitario no sirve y tiene goteras.

“Se llueve” es la forma en la que la población de El Platanar expresa que las viviendas que les fueron entregadas tienen filtraciones. Las casas tienen garantías distintas, por ejemplo, para la impermeabilización era de un año, por lo que la empresa acudió a saldar los vicios de los hogares. Sin embargo, los dejó en las mismas condiciones.

¿De qué sirve que tenga garantía si no nos atienden?reclama la entrevistada.



DESEAN DEMANDAR A CONSTRUCTORA

En esta casa no me siento segura para estar aquí

Así lo expresa Espinoza, quien dice que en la vivienda que le entregó Sedatu a su mamá, se invirtieron ocho mil pesos para cambiar el sistema hidráulico en el sanitario y hacerla utilizable.

Ella, igual que sus vecinos pidió que se haga una revisión o auditoría a la empresa que construyó las viviendas del sismo del 19S porque además de las anomalías descritas, en algunos casos, los albañiles no hicieron trabajo adecuado con los acabados, y ven riesgo de que los hogares se desplomen en otro sismo.

“Yo pienso que, si el gobierno le dio la confianza a esa empresa de venirnos a hacer una casa, a mí me gustaría que ahora a esa empresa le hicieran una demanda porque compraron de lo peor. Ahí está la chapa descompuesta (…) es general, todas tienen filtraciones”, expresa.

La señora, además de enfrentarse a la mala calidad de su vivienda, desde hace dos años no ha podido recuperar el horno de pan con el que trabajan ella y sus vecinas de un colectivo de mujeres.

CHIAUTLA DE TAPIA/COHETZALA.- El sismo del 19 de septiembre de 2017 no ha terminado sus estragos en comunidades como El Platanar o San Juan Pilcaya, que se encuentran en la Mixteca poblana. Promesas incumplidas, casas sin terminar, goteras en los techos de las viviendas que el gobierno les regaló y una zozobra cada septiembre, son los daños que todavía cimbran a habitantes como Cándida, Petra, Teresa y Juan Carlos.

Ambas comunidades formaron parte de la estadística del gobierno estatal, que reportó 32 mil 318 viviendas afectadas en Puebla por el movimiento telúrico (informe de gobierno estatal 2018). Estas juntas auxiliares fueron recordadas para los conteos, para los paseos políticos y para las promesas de campaña, pero fueron olvidadas cuando dejaron de ser útiles para la foto del recuerdo.

Basilisa Nájera, Nicolás Ríos, Petra Martínez, Hermelo Barrera, Cándida Vázquez y Mario Ramírez son habitantes de San Juan Pilcaya, junta auxiliar que pertenece al municipio de Chiautla de Tapia. Ellos resultaron afectados por el sismo. Todos fueron visitados por el exsecretario de Desarrollo Social de Puebla, Gerardo Islas Maldonado, quien les prometió que sus casas estarían listas en breve, pero a dicho personaje se le olvidaron algunos detalles: el techo, las puertas y ventanas, las instalaciones de plomería y eléctrica. Es decir, les dejó viviendas incompletas. Él hizo la promesa, aunque quien construiría las casas era el gobierno federal.

Foto: Bibiana Díaz

A dos años del sismo, estas familias siguen en espera sus casas, que hoy solo son paredones humedecidos. Diciembre de 2018 (fecha que coincide con el cambio de gobierno federal) fue la última vez que vieron a las personas de la constructora Mejoramiento Integral Asistido (MIA), quienes incluso, se llevaron puertas, ventanas y otros aditamentos que ya habían entregado a los afectados, argumentando que debían terminar otras viviendas, y que regresarían para reponer el material y terminar de construir.

ISLAS DIJO QUE ME CONSTRUIRÍA UNA CASA MÁS “CHINGONA”

Los habitantes recuerdan que cuando Gerardo Islas era funcionario estatal, les prometió que les construiría una casa “más chingona” que la que habían perdido. Incluso, regresó en la campaña para la diputación local, en la que también les aseguró que recibirían su vivienda terminada.

Ignoran si la responsabilidad fue estatal o de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), lo cierto es que un día, vieron romperse la promesa de una casa nueva.

“Se fueron y después regresaron porque aquí habían dejado puertas, ventanas y todo. Ya después vinieron para que les prestara puertas y ventanas porque iban a equipar otra casa que ya estaba terminada y (dijeron) que cuando vinieran a terminar éstas, regresaban todo lo que se llevaron. Vinieron a ver a mi hermana, la engatusaron y se llevaron el material, la engañaron. Los mismos de MIA se llevaron todo”, relata un familiar de Basilisa.

Otros afectados, como don Mario, confesaron que el gobierno estatal, mediante Islas, les ofrecieron una mejor vivienda que la que perdieron, pero al no cumplirlo, tuvieron que tomar otros apoyos, como de la iniciativa privada o de los familiares que viven en Estados Unidos, toda vez que es una comunidad con abundancia de migrantes.

DE CASAS A BODEGAS

En la junta auxiliar El Platanar, que forma parte del municipio de Cohetzala, las familias se empeñan en hacer una vida común a pesar de recordar el sismo del 19S. Sin embargo, las goteras y la humedad de las viviendas que les dio la Sedatu, cuando estaba a cargo de Rosario Robles Berlanga, perpetúa ese momento en el que los pobladores perdieron su tranquilidad.

Vecinos como Juan Carlos Medina o Librado Espinoza han tenido que habitar las casas que les entregó la Sedatu, pese a las goteras, la humedad y las cuarteaduras que tienen. El primero todavía habita el lugar con dos recámaras, un baño (inutilizable) y sala-comedor. Sus necesidades fisiológicas y las de su familia han tenido que ser satisfechas en casa de sus familiares, debido a la falta de operación del sanitario.

Ante las deficiencias de la vivienda, Librado optó por dejar de usar la casa y ahora es una bodega. Por algunos ladrillos se asoma la luz natural. Hay cuarteaduras disfrazadas de una sólida pared y cemento que se desprende al solo contacto.


Teresa Espinoza es otra afectada por el tipo de viviendas que le entregó el gobierno federal. Ésta fue la segunda charla con ella -pues en marzo de 2018 ya habíamos cruzado algunas palabras-. La empresa Construcción y Servicio (CYS) otorgó una vivienda a su familia y, después, la Sedatu entregó otra. Ésta última quedó reducida a una bodega, debido a que el sanitario no sirve y tiene goteras.

“Se llueve” es la forma en la que la población de El Platanar expresa que las viviendas que les fueron entregadas tienen filtraciones. Las casas tienen garantías distintas, por ejemplo, para la impermeabilización era de un año, por lo que la empresa acudió a saldar los vicios de los hogares. Sin embargo, los dejó en las mismas condiciones.

¿De qué sirve que tenga garantía si no nos atienden?reclama la entrevistada.



DESEAN DEMANDAR A CONSTRUCTORA

En esta casa no me siento segura para estar aquí

Así lo expresa Espinoza, quien dice que en la vivienda que le entregó Sedatu a su mamá, se invirtieron ocho mil pesos para cambiar el sistema hidráulico en el sanitario y hacerla utilizable.

Ella, igual que sus vecinos pidió que se haga una revisión o auditoría a la empresa que construyó las viviendas del sismo del 19S porque además de las anomalías descritas, en algunos casos, los albañiles no hicieron trabajo adecuado con los acabados, y ven riesgo de que los hogares se desplomen en otro sismo.

“Yo pienso que, si el gobierno le dio la confianza a esa empresa de venirnos a hacer una casa, a mí me gustaría que ahora a esa empresa le hicieran una demanda porque compraron de lo peor. Ahí está la chapa descompuesta (…) es general, todas tienen filtraciones”, expresa.

La señora, además de enfrentarse a la mala calidad de su vivienda, desde hace dos años no ha podido recuperar el horno de pan con el que trabajan ella y sus vecinas de un colectivo de mujeres.

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