“Por el confinamiento de Covid-19 se me ocurrió echar las semillas del jitomate en el jardín, vi que crecieron y empecé a entretenerme en eso, porque estar encerrado uno se siente mal”, dice Aurora Aguilar mientras da mantenimiento a su patio que convirtió en un huerto en el que siembra tomate, chiles, y algunas hierbas.
En tres meses, la madre de familia ya cocinó una ensalada y unas rajas con huevo para su familia, y sigue activa en la naturaleza pues está buscando consolidar un árbol de limón y aguacate, que regalaría pues no cuenta con el espacio para tenerlo en su vivienda.
Un huerto ecológico, conocido como “huerto en casa”, es un espacio que se designa en la vivienda para sembrar alimentos de una forma natural y sana, informó Guillermina López, especialista en Sustentabilidad y Cultura Ambiental de la Universidad Iberoamericana.
Heidi Guzmán inició hace más de tres años a conocer de este proyecto ecológico, que se ha convertido fuente de alimentación principal para ella y su familia. Actualmente tiene lechugas, cebollas, chiles, fresas, duraznos, además de diversas hierbas, algunas de ellas curativas como la hierbabuena, el romero y hasta un árbol de moringa.
“A mí me gusta la nutrición y estar sana, tenía tiempo consumiendo medicinas, quería mejorar mi alimentación, empecé a estudiar permacultura (…) es algo que me llena muchísimo, se le regresa a la tierra, no es solo quitar”.
Guzmán separa en frascos las semillas originales de los alimentos y las prepara en almácigos, en charolas de plástico, aunque también se pueden hacer desde recipientes de casa. “Dicen que a las plantas les tienes que hablar, eso es cierto, yo cuando dejó de regarlas y decirles que son bonitas, no veo que crezcan”.
Una vez que tiene la planta con la raíz la planta en otros recipientes o bien, de manera directa a su pequeño jardín, que ya tiene decenas de plantas con brócoli, lechuga, cebolla, chile, fresas, además de epazote, hierbabuena, manzanilla, tomillo, por mencionar algunos.
“Las plantas tienen muchos beneficios, que se atrevan, no tengan miedo y las plantas crecen y se reproducen. Empiecen por una cosa que les guste mucho comer, porque es padre saber de dónde viene eso que estas comiendo”.
“REGRESAR VIDA”
Aurora Aguilar manifiesta que está muy feliz y satisfecha con dar vida a su jardín que ahora está rodeado de jitomates y chiles, los cuales ya guisó por primera vez a sus hijos. Ella recientemente libró la batalla contra el cáncer de mama, por lo que ahora está dispuesta a aprovechar cada minuto de su vida.
“La oportunidad que Dios nos da, es un momento para aprovecharlo con las personas, con los demás, para cambiar. El cáncer me quitó una parte, pero eso no cambia, tenemos vida y por eso hay que salir adelante. Volver a nacer, dar vida”, comentó.
En abril, empezó a sembrar las semillas de su jitomate que para la primera semana de julio ya sirvieron para una ensalada.
Le siguieron los chiles jalapeños, el habanero y el poblano, este último que hará relleno de queso, para aprovecharla la temporada.
Aurora Aguilar refiere que salir del cáncer y después estar en confinamiento generan momentos de tristeza y ansiedad, pero que enfocarse en sembrar sus alimentos es la mejor terapia: la hace feliz. “La primera vez que creció no lo pude creer, ahora me siento muy contenta por comer lo que yo misma hice para mi familia”.
¿CÓMO Y DÓNDE?
La especialista de la Ibero Puebla, Guillermina López señaló que una vez que decide iniciar un huerto en su casa tiene que elegir un espacio (sin importar el tamaño) seguro, con las condiciones ambientales pertinentes para obtener frutos.
Se puede usar cajas, maceteros o hasta cubetas para siembra. Sugiere comprar semillas de alimentos de la región, o bien, de la extracción de los mismos alimentos.
Lo mismo sucede con el abono, puede comprarse o elaborar uno desde casa. Para elaborarlo, recomendó la mezcla de hojas secas de árbol, pasto, tierra de jardín y desechos naturales como pueden ser las cáscaras de fruta o vegetales, incluso, el huevo.
“Necesitamos tener una caja pequeña con tapa o de cartón con bolsa negra que sea resistente. Los restos de comida, que sean alimentos orgánicos como vegetales, resto de poda, pasto seco, servilletas de papel y hasta cartón. Se realizan capas: primero material de poda seco, después los residuos orgánicos en trozos, y se cubre con tierra. Se cierra por un periodo de 10 a 12 semanas, pero se mueve cada 15 días”, explicó.
Una vez lista la composta puede ser usada para mezclarla con la tierra donde se puede sembrar desde una lechuga hasta un betabel.
En caso de necesitar un insecticida natural, explicó López, se requiere: un frasco, una cabeza de ajo, tres chiles verdes y alcohol. Los ingredientes deben ser mezclados por 15 días. La solución se cuela y se elige una porción pequeña que se disuelve con un litro de agua. Después, se dispersa en las hierbas o plantas.
