La muerte puso fin a la etapa de un hombre, pero decidió dar laoportunidad a una pareja de jóvenes para que conocieran el amor.Hace casi cinco meses Emmanuel López Tenorio y María FernandaMorales Xhuitl fueron receptores de un riñón, cada uno, lasorpresa es que su donador fue la misma persona y ahora ellos sonnovios.
Igual que en una historia romántica, y sin proponérselo, eldonador multiorgánico -un hombre de 30 años edad y de quien no seconocen más datos- logró la unión de los dos jóvenes: ella de16 años de edad y él de 17, quienes desde niños sufríancomplicaciones renales y estaban a la espera de un tejido.
No solo los órganos del donador, sino también su esencia vivenahora en los dos receptores. Contrario a lo que sucede en muchoscasos, los tejidos, sin estar ya en el mismo cuerpo, permanecenunidos con la historia de amor que iniciaron hace tres mesesEmmanuel y María Fernanda.
Las historias de vida de cada uno de los jóvenes iniciaron porseparado. María Fernanda estuvo siete años con insuficienciarenal y en tratamiento de diálisis peritoneal, luego hemodiálisisdurante un par de años. En tanto, Emmanuel estuvo en la mismasituación durante nueve años, pero los dos tuvieron el mismomiedo de pasar por el proceso de la cirugía cuando supieron que yahabía un donador cadavérico.
El proceso de enamoramiento no nació con la donación de losórganos, este llegó a concretar el noviazgo. Ellos se conocierondurante el tratamiento al que acudían al Instituto Mexicano delSeguro Social (IMSS) en Puebla. Al menos durante cinco añoscompartieron momentos de su enfermedad y comenzaron a hacerse máscercanos.
El pasado 1 de junio, María Fernanda ingresó al quirófanocuando se le notificó que la familia de un hombre aceptó donarsus órganos y aunque tenía miedo de someterse a la cirugía, supoque tras siete años de espera Dios le daba una nueva oportunidadde vida que aceptó tomar.
“Al principio yo no quería. Tenía miedo a la cirugía. Y alúnico al que le doy gracias, en primer lugar es a Dios pormandarme un cachito más de vida y al donador por ayudarme, porqueyo estoy bien gracias a él aunque no sé quién es”, agregó lajoven con cierta timidez.
Al siguiente día, aquel 2 de junio, Emmanuel pasó por el mismoproceso. Con él, la historia es un tanto más complicada, ya queal menos un par de años antes ya tenía la propuesta de recibirórgano, pero anteriormente en 2015 se sometió a una cirugía decostillas que impidió que se le practicara el trasplante.
Pero la vida y el donador anónimo, hace cinco meses, le dieronuna nueva oportunidad para salir adelante y además, para conocerel amor, pues ya hace tres meses, desde agosto, él y MaríaFernanda decidieron hacerse novios y mantener, sin saberlo alprincipio, juntos los tejidos de su donador.
“Eran como las nueve de la noche cuando a mí me hablaron. Medijeron que tenía que preséntame al otro día y cuando llegué medijeron que había un donador y aunque yo no quería porque yahabía pasado mucho tiempo mi mamá y mi abuelita tomaron ladecisión, entré a cirugía y después de un mes me dieron el altay heme aquí”, expresó con mucha calma.
Justo el día que El Sol de Puebla se acercó a entrevistar alos dos receptores, los jóvenes se enteraron que su donador fue lamisma persona por lo que se mostraron sorprendidos y eso no lesdejó explicar con palabras la emoción de saber que están unidospor una enfermedad, una amistad, cariño, que sostiene su relaciónde novios, y también por el acto de amor de un joven que muriópero con la donación se mantiene presente en ellos.
En pocas palabras, pues no sabían cómo expresar suagradecimiento, reconocieron la decisión de la familia de donarlos órganos del joven a quien, sin conocer, le guardan aprecioporque gracias a él es que están vivos y juntos.