¿Está frecuentemente cansado? ¿Se enoja y enferma con facilidad? Quizá la explicación a estas situaciones se encuentre en sus jornadas y condiciones de trabajo, pues el tiempo y el estrés le producen un agotamiento que se refleja en su estado de salud física y emocional.
De acuerdo con un reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelado en el año 2017, México es el país del mundo con el mayor número de trabajadores con estrés, el 75 por ciento de ellos, una proporción más alta que la de China y Estados Unidos, presenta síntomas de agotamiento y fatiga derivados de sus ocupaciones y que incluso es denominado clínicamente como “Síndrome de Bornout” o “del quemado”, en alusión precisamente al desgaste personal.
Y de acuerdo con Rosina Ramírez Vukovich, directora de Educación Continua de la UPAEP y miembro de la organización Relaciones Industriales de Puebla y Tlaxcala (RIPTAC), la única organización local que agrupa a responsables de las Direcciones de Recursos Humanos del sector privado, el exceso de trabajo, tanto en términos de tiempo y responsabilidades, genera un nivel de exigencia que produce una merma de la calidad de vida de las personas.
Algunos de los principales síntomas que se presentan por esta razón, expone, son fatiga, debilidad, insomnio, irritabilidad, caída del cabello, migrañas, alteraciones del apetito, y hasta el desarrollo de algunas enfermedades derivadas de desórdenes gastrointestinales y cardiovasculares, como gastritis, colitis e hipertensión.
Estos padecimientos, continuó, repercuten inicialmente en el propio rendimiento de los trabajadores, pues tal desgaste produce desconcentración, lentitud y evasión de responsabilidades, entre otros comportamientos poco favorables.
A su vez, agregó, estas condiciones de salud pueden tener efectos negativos en la vida personal y familiar, por ejemplo, la falta de tiempo para estar con la pareja o los hijos, o, dependiendo de la personalidad de cada individuo, reflejar estas condiciones con ellos, si se es temperamental se puede producir un enojo y actuar explosivamente con ellos, “se convierte en una especie de desquite”, completó.
Además, advirtió, del agravamiento de los problemas de salud que son los primeros síntomas y que incluso afectan la vida de las personas.
¿QUÉ HACER?
Para prevenir estos efectos, la especialista recomendó, inicialmente, hacer una valoración personal de la condición de trabajo y de vida, a fin de identificar si se encuentra en esta situación y en su caso, tomar algunas medidas para el autocuidado.
Las primeras de ellas, resaltó, son las físicas, como el cuidado de tener una dieta balanceada, con mayor consumo de frutas y verduras y menor ingesta de carnes rojas, con al menos cinco comidas durante el día, así como los hábitos del ejercicio y descanso, de modo que se procure el buen estado del cuerpo.
Además, para extender el cuidado a los ámbitos emocional y familiar, sugirió la elaboración de un proyecto de vida, que consideró como fundamental para que la persona no se concentre en la rutina de trabajo y establezca condiciones o metas para su desempeño profesional y aspiraciones personales.