/ sábado 13 de mayo de 2017

La vocación sostiene a los docentes

TEHUIZTINGO, Pue.- Un maestro conoce su origen pero siempreignora cuál será su destino. Sabe que terminará la licenciaturao la maestría, pero eso no le garantizará impartir clases en unaescuela de la ciudad, con luz, Internet y sobre todo, con alumnos.Así es su vida laboral, pero la vocación le gana a todos losriesgos.

Samuel Cruz García, de 33 años, imparte clases en elBachillerato Ignacio López Rayón, ubicado en este municipio de lamixteca poblana. El espacio tiene solo tres salones, la direccióny una cooperativa escolar que apenas tiene techo pero carece depuertas y ventanas.

El patio en el que los alumnos pueden tomar un receso es detierra. Las hormigas rojas tienen guaridas en diversos puntos.Algunas veces se encuentran alacranes en el lugar, pues sonatraídos por el clima árido y caluroso que caracteriza a estaregión del estado.

En lugar de una cafetería con sillas y mesas, los alumnostienen un tronco bajo un árbol, en el que pueden tomar losalimentos y sentarse a pensar un rato.

La escuela tiene sanitarios con letrina, uno para hombres y otropara mujeres. No hay más que eso. Uno mira a los alrededores de laescuela y no se aprecia una biblioteca, unas canchas deportivas,laboratorios de química o biología, ni salones de dibujo y muchomenos un auditorio. De hecho, los alumnos hacen deporte en lascanchas de la comunidad.

Las carencias parecerían cosa menor, pues lo que importa sonlas ganas de estudiar, dirían algunos. Sin embargo, Samuel Cruzsabe que los 33 alumnos que tiene el bachillerato (11 por grado)requieren herramientas que les inspiren para seguir sus estudios,sobre todo en una tierra donde el trabajo es escaso.


 SIN RUMBOFIJO


El profesor terminó sus estudios hace siete años en la NormalSuperior de Tecomatlán. Durante dos años viajó hacia AlbinoZertuche para impartir clases en educación media superior.

Estuvo durante un año sin trabajar. Cuando le dieron su plazalaboral, el profesor oriundo de Izúcar de Matamoros, pidió sucambio a Tehuitzingo. “Cuando reciénentré, viajaba prácticamente todos los días pero ahorita ya mepasé a vivir acá por el dinero. Los muchachos me dijeron de uncuartito y ahora sí que fue mejor que viajar. Me sale más baratopagar el cuarto que ir y venir diario”. En cada viaje-describe—un profesor se expone a los accidentes en carretera y ala delincuencia.

Ahora, él vive con su esposa y sus dos hijos en el municipio,aunque la situación tampoco es tan fácil debido a que seencuentran en un rumbo que no es el suyo, sin sus familiares yexpuestos a la zona, que se caracteriza por el pandillerismo.“Después de que se oscurece yo yano salgo porque hay bandas. Nunca me ha tocado nada y nunca hevisto nada pero no queremos buscarle y mejor no salimos”,dice.  En la escuela imparten clases tresprofesores, uno de los cuales viaja diariamente desde Acatlán, esdecir, que tiene que transitar alrededor de 40 minutos en carreterapara llegar a las 7:00 de la mañana a la escuela.

El entrevistado dice que los maestros no tienen rumbo fijo, puesson enviados a donde se les requiere. Saben que un día puedenestar en un municipio poblado y al otro pueden estar en una escuelaunitaria, es decir, donde solo hay un docente que hace las laboresde director, maestro, administrativo, conserje y psicólogo.

Este destino es todavía más incierto por la reforma educativa,acusa el docente, quien dice que fue solo laboral.


 FRUSTRANTE QUE LOS ALUMNOSNO SIGAN


Cruz imparte matemáticas a los alumnos. Describe que los deeste ciclo escolar han librado los embarazos no planeados y lapertenencia a alguna banda de pillos; eso representa un logro tantopara los padres de familia como para los maestros, aunque no eximede que esos alumnos puedan cambiar sus decisiones y frenar unfuturo prometedor.

El profesor agrega que se hace lo imposible por fomentar que loschavos busquen un oficio o una licenciatura, pero la voluntad esinsuficiente para lograrlo. En la zona no hay universidades, sinohasta Izúcar de Matamoros, Atlixco o en la capital.

Además, la vulnerabilidad económica de las familias complicadar a sus hijos la posibilidad para migrar a otros municipios,mantenerles un apartamento y pagarles los estudios.

El profesor compara a las escuelas de la ciudad con las rurales,y dice que las principales faltantes son la infraestructura y elpersonal. En el bachillerato donde trabaja, un profesor impartemás de una asignatura, mientras  en la ciudad hay varios docentespara una misma materia. “Aquí losjóvenes no tienen una visión a futuro; todo lo van pasando aldía y en otros lugares, los jóvenes sí tienen una visión afuturo. Aquí la mayoría solo piensa en irse a Estados Unidos ymuchos nada más quieren el certificado para que tengan elrequisito del bachillerato que piden para cualquier trabajo y ya noquieren una carrera”. Describe que de lageneración de 11 personas que van a salir este año, solo unachica tiene expectativas para continuar estudiando.

“Les damos lo que tenemos”, dice. En el municipio solo haydos opciones para estudiar media superior.

En Tehuitzingo no hay empresas que puedan ofrecer trabajos, elcampo solo es fértil para algunos cultivos, no hay turismo.

Cruz dice que un reciente curso que les impartió la Secretaríade Educación Pública (SEP) se les sugirió a los maestros invitara las empresas regionales para que éstas explicaran a los alumnosel proceso de trabajo. Esta actividad no pudo hacerse en elbachillerato porque simplemente no hay industria. No hay nada.

TEHUIZTINGO, Pue.- Un maestro conoce su origen pero siempreignora cuál será su destino. Sabe que terminará la licenciaturao la maestría, pero eso no le garantizará impartir clases en unaescuela de la ciudad, con luz, Internet y sobre todo, con alumnos.Así es su vida laboral, pero la vocación le gana a todos losriesgos.

Samuel Cruz García, de 33 años, imparte clases en elBachillerato Ignacio López Rayón, ubicado en este municipio de lamixteca poblana. El espacio tiene solo tres salones, la direccióny una cooperativa escolar que apenas tiene techo pero carece depuertas y ventanas.

El patio en el que los alumnos pueden tomar un receso es detierra. Las hormigas rojas tienen guaridas en diversos puntos.Algunas veces se encuentran alacranes en el lugar, pues sonatraídos por el clima árido y caluroso que caracteriza a estaregión del estado.

En lugar de una cafetería con sillas y mesas, los alumnostienen un tronco bajo un árbol, en el que pueden tomar losalimentos y sentarse a pensar un rato.

La escuela tiene sanitarios con letrina, uno para hombres y otropara mujeres. No hay más que eso. Uno mira a los alrededores de laescuela y no se aprecia una biblioteca, unas canchas deportivas,laboratorios de química o biología, ni salones de dibujo y muchomenos un auditorio. De hecho, los alumnos hacen deporte en lascanchas de la comunidad.

Las carencias parecerían cosa menor, pues lo que importa sonlas ganas de estudiar, dirían algunos. Sin embargo, Samuel Cruzsabe que los 33 alumnos que tiene el bachillerato (11 por grado)requieren herramientas que les inspiren para seguir sus estudios,sobre todo en una tierra donde el trabajo es escaso.


 SIN RUMBOFIJO


El profesor terminó sus estudios hace siete años en la NormalSuperior de Tecomatlán. Durante dos años viajó hacia AlbinoZertuche para impartir clases en educación media superior.

Estuvo durante un año sin trabajar. Cuando le dieron su plazalaboral, el profesor oriundo de Izúcar de Matamoros, pidió sucambio a Tehuitzingo. “Cuando reciénentré, viajaba prácticamente todos los días pero ahorita ya mepasé a vivir acá por el dinero. Los muchachos me dijeron de uncuartito y ahora sí que fue mejor que viajar. Me sale más baratopagar el cuarto que ir y venir diario”. En cada viaje-describe—un profesor se expone a los accidentes en carretera y ala delincuencia.

Ahora, él vive con su esposa y sus dos hijos en el municipio,aunque la situación tampoco es tan fácil debido a que seencuentran en un rumbo que no es el suyo, sin sus familiares yexpuestos a la zona, que se caracteriza por el pandillerismo.“Después de que se oscurece yo yano salgo porque hay bandas. Nunca me ha tocado nada y nunca hevisto nada pero no queremos buscarle y mejor no salimos”,dice.  En la escuela imparten clases tresprofesores, uno de los cuales viaja diariamente desde Acatlán, esdecir, que tiene que transitar alrededor de 40 minutos en carreterapara llegar a las 7:00 de la mañana a la escuela.

El entrevistado dice que los maestros no tienen rumbo fijo, puesson enviados a donde se les requiere. Saben que un día puedenestar en un municipio poblado y al otro pueden estar en una escuelaunitaria, es decir, donde solo hay un docente que hace las laboresde director, maestro, administrativo, conserje y psicólogo.

Este destino es todavía más incierto por la reforma educativa,acusa el docente, quien dice que fue solo laboral.


 FRUSTRANTE QUE LOS ALUMNOSNO SIGAN


Cruz imparte matemáticas a los alumnos. Describe que los deeste ciclo escolar han librado los embarazos no planeados y lapertenencia a alguna banda de pillos; eso representa un logro tantopara los padres de familia como para los maestros, aunque no eximede que esos alumnos puedan cambiar sus decisiones y frenar unfuturo prometedor.

El profesor agrega que se hace lo imposible por fomentar que loschavos busquen un oficio o una licenciatura, pero la voluntad esinsuficiente para lograrlo. En la zona no hay universidades, sinohasta Izúcar de Matamoros, Atlixco o en la capital.

Además, la vulnerabilidad económica de las familias complicadar a sus hijos la posibilidad para migrar a otros municipios,mantenerles un apartamento y pagarles los estudios.

El profesor compara a las escuelas de la ciudad con las rurales,y dice que las principales faltantes son la infraestructura y elpersonal. En el bachillerato donde trabaja, un profesor impartemás de una asignatura, mientras  en la ciudad hay varios docentespara una misma materia. “Aquí losjóvenes no tienen una visión a futuro; todo lo van pasando aldía y en otros lugares, los jóvenes sí tienen una visión afuturo. Aquí la mayoría solo piensa en irse a Estados Unidos ymuchos nada más quieren el certificado para que tengan elrequisito del bachillerato que piden para cualquier trabajo y ya noquieren una carrera”. Describe que de lageneración de 11 personas que van a salir este año, solo unachica tiene expectativas para continuar estudiando.

“Les damos lo que tenemos”, dice. En el municipio solo haydos opciones para estudiar media superior.

En Tehuitzingo no hay empresas que puedan ofrecer trabajos, elcampo solo es fértil para algunos cultivos, no hay turismo.

Cruz dice que un reciente curso que les impartió la Secretaríade Educación Pública (SEP) se les sugirió a los maestros invitara las empresas regionales para que éstas explicaran a los alumnosel proceso de trabajo. Esta actividad no pudo hacerse en elbachillerato porque simplemente no hay industria. No hay nada.

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