/ lunes 2 de septiembre de 2024

Lesly e Isa Jiménez regresan a Puebla en el segundo grupo de dreamers de Estados Unidos

Con este programa binacional recibirán varios beneficios legales que contribuirán a sus procesos migratorios

Lesly e Isa Jiménez Vázquez, quienes migraron solas de Cuautlancingo a Nueva York hace más de dos décadas para alcanzar a sus padres en Estados Unidos, volvieron a Puebla gracias a un permiso temporal que evita que sean deportadas. Ellas forman parte del segundo grupo de dreamers poblanos y mexicanos que volvió por primera vez a la tierra que los vio nacer.

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Tras permanecer la mayor parte de su vida en Estados Unidos, forzadas a abandonar junto a su familia el estado donde nacieron, esto ante la falta de oportunidades económicas, las hermanas Lesly e Isa compartieron que regresar a Puebla fue la materialización del esfuerzo y constancia de sus padres, que, al igual que ellas, atravesaron cientos de kilómetros en condiciones inhumanas y desérticas para llegar hasta el lugar que les otorgó una nueva vida.

Al menos dos decenas de migrantes, entre ellos varios poblanos, y todos beneficiarios del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), quienes también son conocidos como dreamers, regresaron a México después de varios años de haber estado fuera del país. Para muchos fue la primera vez que lo visitaron de forma consciente, pues cuando partieron hace varios años aún eran niños o incluso recién nacidos.

Gracias a una serie de salvoconductos gestionados por la Universidad Iberoamericana Puebla y la organización Mixteca, que ofrece acompañamiento a la población migrante en Estados Unidos, un total de 21 dreamers viajó a México para participar en actividades de intercambio cultural. Con esta oportunidad, los dreamers también adquirieron nuevas posibilidades de avanzar hacia su legalización en el país vecino, pues con este programa binacional recibirán varios beneficios legales que contribuirán a sus procesos migratorios.

Conrado Zepeda Miramontes, sacerdote jesuita, maestro en Antropología Social por la Ibero Puebla y corresponsable del programa de intercambios binacionales, explicó que la llegada de hasta dos decenas de dreamers al estado representa un histórico paso en el fortalecimiento de lazos entre los migrantes y sus lugares de origen. Aseguró que lograr estos proyectos es fundamental para salvaguardar los derechos humanos de la población latina en Estados Unidos, particularmente en los tiempos electorales que acontecen en aquel país.

Por su parte, Lorena Kourousias, directora ejecutiva de Mixteca, aseguró que la posibilidad de fungir como intermediarios entre los dreamers y su legalización en ese país es un hecho histórico, pues la población migrante enfrenta varios retos en Estados Unidos, muchos de ellos relacionados a su estatus migratorio. También subrayó que la posibilidad de juntar a los jóvenes con sus familias en México demuestra que la movilidad humana es un derecho innegable.

“Las personas tenemos derecho a vivir donde los recursos están. Nadie quiere dejar un país como México, tan hermoso y lleno de comida deliciosa, si no fuera porque tenemos que hacerlo, porque no hay condiciones para vivir aquí. Ellos (los dreamers), en muchos casos, sus familiares huyeron de situaciones de violencia y pobreza”, declaró la lideresa activista a El Sol de Puebla.

Infierno en la frontera

Para Lesly Jiménez, quien actualmente se desempeña como servidora pública e investigadora en la Universidad de Nueva York, contar su pasado es necesario para alzar la voz sobre las vivencias actuales de la población migrante, muchas de las cuales se caracterizan por la incertidumbre legal, que en gran medida ocasiona la polarización política.

En entrevista, Lesly habló sobre el último recuerdo que tiene de México: cuando partió a sus cinco años de edad, junto a su hermana mayor en una travesía hacia a Estados Unidos para reunirse junto a su padre y madre, que emigraron hacia ese país en 1997 y 2002, respectivamente.

A sus 26 años de edad, después de recibir acompañamiento psicoemocional, la joven dreamer aseguró que ahora puede hablar “un poco más” sobre su experiencia, aunque reconoció que se trató del episodio más traumático y deleznable de toda su vida.

“Yo quisiera decir que recuerdo mucho, pero es muy difícil después de tener que pasar por el trauma de cruzar la frontera, eso causó que se me olvidaran muchos recuerdos de mi niñez. Es feo decirlo, pero pasar por eso te apaga la luz de tu niñez. Aún así, no lo cambiaría por nada del mundo, porque gracias a eso me reuní con mis padres, conocí a mi papá por primera vez”, relató la joven.

Lesly explicó que su viaje hacia Estados Unidos comenzó luego de que “el coyote” les pidió subirse a un vehículo oscuro y cerrado. Sus padres buscaron la manera de evitarles varios obstáculos y contrataron un servicio que, si bien era costoso, reducía los peligros en el cruce.

Atravesar los terrenos desérticos en Estados Unidos se convirtió en un infierno. Mientras caminaban, agentes de la Policía Fronteriza se aproximaron para detener al grupo que las acompañaba, pero todos corrieron y se perdieron el rastro. Esto ocasionó también que Lesly se separara de su hermana y no volviera a saber de ella hasta tiempo después.

Casi 14 días Lesly estuvo sola, incluso lesionada en medio del desértico paisaje, pues durante el aterrador episodio cayó sobre un nopal, ocasionando que se espinara y lastimara la espalda. Durante ese tiempo tampoco pudo contactar ni a su hermana mayor ni a sus padres, lo que le causó miedo y frustración.

“Yo tenía cinco años, y cuando la Migra llegó todos corrieron y me dejaron, me quedé con un muchacho de 15 años, él se quedó conmigo. Yo caí arriba de un nopal y duré, creo que un año con las espinas, fue una experiencia súper difícil (...) No puedo ni pensar lo que mis papás estaban sintiendo, la culpa y el miedo de decir ‘No sabemos dónde están mis hijas’”, relató.

La experiencia de su hermana Isa no fue menos dolorosa, pues, al ser mayor que Lesly, incluso por apenas cuatro años, cargó con la responsabilidad de cuidar de ambas. Cuando se perdieron en el desierto, todo su mundo se vino abajo, pero encontró acopio de fuerza para seguir en la búsqueda de su familia.

“Como hermana mayor fue el obstáculo más grande que he tenido. Yo iba encargada de cuidar a mi hermanita y se me perdió”, expuso la dreamer que hoy tiene 30 años de edad.

Isa pasó siete días enteros caminando en el desierto. Sus papás le pagaron a una mujer para que cuidara de ambas, pero en ese momento las dos quedaron desprotegidas, porque la señora las abandonó.

Luego de la travesía, las hermanas Jiménez Vázquez fueron rescatadas por personal de la Embajada de México en Estados Unidos, quienes encontraron escritos en un papel casi borrado los números telefónicos de su familia en Nueva York. Después de ese momento, y casi de forma milagrosa, recalcaron ambas jóvenes, se reencontraron con sus padres.

Tras varios años de soñarlo, Lesly volvió al estado al que hace años prometió regresar: Puebla. Ahora Cuautlancingo es diferente, pero no deja de sentirse como un hogar, recalcó la dreamer. Si bien el viaje le trajo emoción, también le ocasionó tristeza, pues hace tan solo unos meses se enteró de la muerte de su abuelo, que se sumó al fallecimiento de su abuela.

“Mi abuelito acaba de fallecer hace unos cuantos meses y mi mamá no tuvo la oportunidad, igual que nosotras, de venir a despedirnos. Eso es lo que el sueño americano nos quita, ¿verdad?”, cuestionó Lesly.

Para la joven dreamer, avanzar en su proceso de regulación migratoria es indispensable. Junto a su hermana, sirve al gobierno de Nueva York ofreciendo acompañamiento a migrantes y personas recién llegadas a la ciudad. Desde su perspectiva, el privilegio de ser beneficiaria de DACA es un privilegio que utilizará para seguir ayudando a quienes, como ellas, en algún momento arribaron a esa metrópoli sin noción de lo que vendría.

“Ambas nos hemos dedicado a ayudar a las nuevas generaciones de inmigrantes (...) Me dedico a ayudar a todos los que están entrando al país con sus procesos legales, todo lo que tiene que ver con permisos de trabajo, de asilo; algunos paisanos mexicanos han cruzado por mi escritorio y les he ayudado. Es un orgullo poder darles un poquito del apoyo que mis papás no tuvieron, mejor dicho, que nosotros no tuvimos”, indicó Lesly.

Al respecto, Isa Jiménez resaltó que, como dreamer, y sobre todo como “indocumentada”, nunca renunciará ni negará su pasado. Con los nuevos retos electorales de Estados Unidos, en los que el candidato republicano Donald Trump ha amenazado con frenar la llegada de inmigrantes al país, los beneficiarios de DACA, y en particular quienes han tenido la oportunidad de volver a México con un salvoconducto similar al suyo, deben fungir como agentes de cambio en sus comunidades, destacó la joven.

Buscan que dreamers poblanos se reúnan con sus familias

De acuerdo con Lorena Kourousias, de Mixteca, realizar este tipo de actividades en Puebla es una prioridad para la organización, debido a que la entidad es una de las principales expulsoras de migrantes, no solo a nivel nacional, sino también a escala regional.

“Sabemos que Puebla es un estado expulsor de migrantes, y lo que tratamos de hacer es traer a las personas migrantes para que cuenten su historia y para que las personas que viven acá, que tienen esa idea romántica de la migración, también puedan conocer la realidad de ser migrante en Estados Unidos”, indicó.

El objetivo del proyecto es unir a las comunidades migrantes con sus raíces, pero también ofrecer acompañamiento a los jóvenes beneficiarios de DACA, que por años han vivido en la incertidumbre de lograr regularizar su situación jurídica en ese país.

“Queremos crear un vínculo entre aquel país que reconocen como suyo, pero que no los reconoce como ciudadanos, que es Estados Unidos; y con México, el país que los vio nacer, pero que no saben nada de él”, defendió Kourousias.

Desde su perspectiva, la movilidad humana es un derecho que muchas veces se le niega a las personas, especialmente en la actualidad. Por ese motivo, destacó que la idea es agilizar el intercambio de personas para lograr que más dreamers obtengan beneficios en sus procesos.

“Creemos que hay una manera de combatir la violencia en México, Estados Unidos y el mundo: creando un mundo diferente, uno en el que haya vinculación. Cuando ustedes escuchan la historia de una persona, o cuando esa persona escucha la historia de otros, generamos un vínculo, y esa creación de vínculos nos hace mejores personas. Es difícil odiar a alguien cuando conoces su sufrimiento y esfuerzo por hacer las cosas”, agregó la directora de Mixteca.

Al respecto, Zepeda Miramontes subrayó que la Ibero Puebla buscará que más grupos regresen a México a través de este mecanismo. Enfatizó que, ante la posibilidad de que Trump asuma nuevamente la presidencia de Estados Unidos, existe un miedo sobre la continuidad de DACA, esto a pesar de que ello dependa de una decisión meramente judicial.

“Me llena de mucha energía ver cómo los jóvenes hablan de sus posibilidades después de esta experiencia. Es formidable escuchar que hubo repercusiones reales en sus vidas que les da seguridad y que ya no viven en la incertidumbre (...) Ojalá que esto se pudiera hacer con todos y todas que están en esa situación, de una manera, sin respetar sus derechos”, señaló el profesor universitario.

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Finalmente, el también sacerdote jesuita sostuvo que la posibilidad de unir familias y de acabar con las barreras de la migración demanda voluntad política de los gobernantes de México y Estados Unidos. Aseguró que el impacto de los intercambios no sólo es personal, sino también familiar e incluso comunitario, pues el conectar a los migrantes con sus raíces, además de brindarles facilidades para agilizar su regularización migratoria, es una necesidad humana.

Lesly e Isa Jiménez Vázquez, quienes migraron solas de Cuautlancingo a Nueva York hace más de dos décadas para alcanzar a sus padres en Estados Unidos, volvieron a Puebla gracias a un permiso temporal que evita que sean deportadas. Ellas forman parte del segundo grupo de dreamers poblanos y mexicanos que volvió por primera vez a la tierra que los vio nacer.

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Tras permanecer la mayor parte de su vida en Estados Unidos, forzadas a abandonar junto a su familia el estado donde nacieron, esto ante la falta de oportunidades económicas, las hermanas Lesly e Isa compartieron que regresar a Puebla fue la materialización del esfuerzo y constancia de sus padres, que, al igual que ellas, atravesaron cientos de kilómetros en condiciones inhumanas y desérticas para llegar hasta el lugar que les otorgó una nueva vida.

Al menos dos decenas de migrantes, entre ellos varios poblanos, y todos beneficiarios del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), quienes también son conocidos como dreamers, regresaron a México después de varios años de haber estado fuera del país. Para muchos fue la primera vez que lo visitaron de forma consciente, pues cuando partieron hace varios años aún eran niños o incluso recién nacidos.

Gracias a una serie de salvoconductos gestionados por la Universidad Iberoamericana Puebla y la organización Mixteca, que ofrece acompañamiento a la población migrante en Estados Unidos, un total de 21 dreamers viajó a México para participar en actividades de intercambio cultural. Con esta oportunidad, los dreamers también adquirieron nuevas posibilidades de avanzar hacia su legalización en el país vecino, pues con este programa binacional recibirán varios beneficios legales que contribuirán a sus procesos migratorios.

Conrado Zepeda Miramontes, sacerdote jesuita, maestro en Antropología Social por la Ibero Puebla y corresponsable del programa de intercambios binacionales, explicó que la llegada de hasta dos decenas de dreamers al estado representa un histórico paso en el fortalecimiento de lazos entre los migrantes y sus lugares de origen. Aseguró que lograr estos proyectos es fundamental para salvaguardar los derechos humanos de la población latina en Estados Unidos, particularmente en los tiempos electorales que acontecen en aquel país.

Por su parte, Lorena Kourousias, directora ejecutiva de Mixteca, aseguró que la posibilidad de fungir como intermediarios entre los dreamers y su legalización en ese país es un hecho histórico, pues la población migrante enfrenta varios retos en Estados Unidos, muchos de ellos relacionados a su estatus migratorio. También subrayó que la posibilidad de juntar a los jóvenes con sus familias en México demuestra que la movilidad humana es un derecho innegable.

“Las personas tenemos derecho a vivir donde los recursos están. Nadie quiere dejar un país como México, tan hermoso y lleno de comida deliciosa, si no fuera porque tenemos que hacerlo, porque no hay condiciones para vivir aquí. Ellos (los dreamers), en muchos casos, sus familiares huyeron de situaciones de violencia y pobreza”, declaró la lideresa activista a El Sol de Puebla.

Infierno en la frontera

Para Lesly Jiménez, quien actualmente se desempeña como servidora pública e investigadora en la Universidad de Nueva York, contar su pasado es necesario para alzar la voz sobre las vivencias actuales de la población migrante, muchas de las cuales se caracterizan por la incertidumbre legal, que en gran medida ocasiona la polarización política.

En entrevista, Lesly habló sobre el último recuerdo que tiene de México: cuando partió a sus cinco años de edad, junto a su hermana mayor en una travesía hacia a Estados Unidos para reunirse junto a su padre y madre, que emigraron hacia ese país en 1997 y 2002, respectivamente.

A sus 26 años de edad, después de recibir acompañamiento psicoemocional, la joven dreamer aseguró que ahora puede hablar “un poco más” sobre su experiencia, aunque reconoció que se trató del episodio más traumático y deleznable de toda su vida.

“Yo quisiera decir que recuerdo mucho, pero es muy difícil después de tener que pasar por el trauma de cruzar la frontera, eso causó que se me olvidaran muchos recuerdos de mi niñez. Es feo decirlo, pero pasar por eso te apaga la luz de tu niñez. Aún así, no lo cambiaría por nada del mundo, porque gracias a eso me reuní con mis padres, conocí a mi papá por primera vez”, relató la joven.

Lesly explicó que su viaje hacia Estados Unidos comenzó luego de que “el coyote” les pidió subirse a un vehículo oscuro y cerrado. Sus padres buscaron la manera de evitarles varios obstáculos y contrataron un servicio que, si bien era costoso, reducía los peligros en el cruce.

Atravesar los terrenos desérticos en Estados Unidos se convirtió en un infierno. Mientras caminaban, agentes de la Policía Fronteriza se aproximaron para detener al grupo que las acompañaba, pero todos corrieron y se perdieron el rastro. Esto ocasionó también que Lesly se separara de su hermana y no volviera a saber de ella hasta tiempo después.

Casi 14 días Lesly estuvo sola, incluso lesionada en medio del desértico paisaje, pues durante el aterrador episodio cayó sobre un nopal, ocasionando que se espinara y lastimara la espalda. Durante ese tiempo tampoco pudo contactar ni a su hermana mayor ni a sus padres, lo que le causó miedo y frustración.

“Yo tenía cinco años, y cuando la Migra llegó todos corrieron y me dejaron, me quedé con un muchacho de 15 años, él se quedó conmigo. Yo caí arriba de un nopal y duré, creo que un año con las espinas, fue una experiencia súper difícil (...) No puedo ni pensar lo que mis papás estaban sintiendo, la culpa y el miedo de decir ‘No sabemos dónde están mis hijas’”, relató.

La experiencia de su hermana Isa no fue menos dolorosa, pues, al ser mayor que Lesly, incluso por apenas cuatro años, cargó con la responsabilidad de cuidar de ambas. Cuando se perdieron en el desierto, todo su mundo se vino abajo, pero encontró acopio de fuerza para seguir en la búsqueda de su familia.

“Como hermana mayor fue el obstáculo más grande que he tenido. Yo iba encargada de cuidar a mi hermanita y se me perdió”, expuso la dreamer que hoy tiene 30 años de edad.

Isa pasó siete días enteros caminando en el desierto. Sus papás le pagaron a una mujer para que cuidara de ambas, pero en ese momento las dos quedaron desprotegidas, porque la señora las abandonó.

Luego de la travesía, las hermanas Jiménez Vázquez fueron rescatadas por personal de la Embajada de México en Estados Unidos, quienes encontraron escritos en un papel casi borrado los números telefónicos de su familia en Nueva York. Después de ese momento, y casi de forma milagrosa, recalcaron ambas jóvenes, se reencontraron con sus padres.

Tras varios años de soñarlo, Lesly volvió al estado al que hace años prometió regresar: Puebla. Ahora Cuautlancingo es diferente, pero no deja de sentirse como un hogar, recalcó la dreamer. Si bien el viaje le trajo emoción, también le ocasionó tristeza, pues hace tan solo unos meses se enteró de la muerte de su abuelo, que se sumó al fallecimiento de su abuela.

“Mi abuelito acaba de fallecer hace unos cuantos meses y mi mamá no tuvo la oportunidad, igual que nosotras, de venir a despedirnos. Eso es lo que el sueño americano nos quita, ¿verdad?”, cuestionó Lesly.

Para la joven dreamer, avanzar en su proceso de regulación migratoria es indispensable. Junto a su hermana, sirve al gobierno de Nueva York ofreciendo acompañamiento a migrantes y personas recién llegadas a la ciudad. Desde su perspectiva, el privilegio de ser beneficiaria de DACA es un privilegio que utilizará para seguir ayudando a quienes, como ellas, en algún momento arribaron a esa metrópoli sin noción de lo que vendría.

“Ambas nos hemos dedicado a ayudar a las nuevas generaciones de inmigrantes (...) Me dedico a ayudar a todos los que están entrando al país con sus procesos legales, todo lo que tiene que ver con permisos de trabajo, de asilo; algunos paisanos mexicanos han cruzado por mi escritorio y les he ayudado. Es un orgullo poder darles un poquito del apoyo que mis papás no tuvieron, mejor dicho, que nosotros no tuvimos”, indicó Lesly.

Al respecto, Isa Jiménez resaltó que, como dreamer, y sobre todo como “indocumentada”, nunca renunciará ni negará su pasado. Con los nuevos retos electorales de Estados Unidos, en los que el candidato republicano Donald Trump ha amenazado con frenar la llegada de inmigrantes al país, los beneficiarios de DACA, y en particular quienes han tenido la oportunidad de volver a México con un salvoconducto similar al suyo, deben fungir como agentes de cambio en sus comunidades, destacó la joven.

Buscan que dreamers poblanos se reúnan con sus familias

De acuerdo con Lorena Kourousias, de Mixteca, realizar este tipo de actividades en Puebla es una prioridad para la organización, debido a que la entidad es una de las principales expulsoras de migrantes, no solo a nivel nacional, sino también a escala regional.

“Sabemos que Puebla es un estado expulsor de migrantes, y lo que tratamos de hacer es traer a las personas migrantes para que cuenten su historia y para que las personas que viven acá, que tienen esa idea romántica de la migración, también puedan conocer la realidad de ser migrante en Estados Unidos”, indicó.

El objetivo del proyecto es unir a las comunidades migrantes con sus raíces, pero también ofrecer acompañamiento a los jóvenes beneficiarios de DACA, que por años han vivido en la incertidumbre de lograr regularizar su situación jurídica en ese país.

“Queremos crear un vínculo entre aquel país que reconocen como suyo, pero que no los reconoce como ciudadanos, que es Estados Unidos; y con México, el país que los vio nacer, pero que no saben nada de él”, defendió Kourousias.

Desde su perspectiva, la movilidad humana es un derecho que muchas veces se le niega a las personas, especialmente en la actualidad. Por ese motivo, destacó que la idea es agilizar el intercambio de personas para lograr que más dreamers obtengan beneficios en sus procesos.

“Creemos que hay una manera de combatir la violencia en México, Estados Unidos y el mundo: creando un mundo diferente, uno en el que haya vinculación. Cuando ustedes escuchan la historia de una persona, o cuando esa persona escucha la historia de otros, generamos un vínculo, y esa creación de vínculos nos hace mejores personas. Es difícil odiar a alguien cuando conoces su sufrimiento y esfuerzo por hacer las cosas”, agregó la directora de Mixteca.

Al respecto, Zepeda Miramontes subrayó que la Ibero Puebla buscará que más grupos regresen a México a través de este mecanismo. Enfatizó que, ante la posibilidad de que Trump asuma nuevamente la presidencia de Estados Unidos, existe un miedo sobre la continuidad de DACA, esto a pesar de que ello dependa de una decisión meramente judicial.

“Me llena de mucha energía ver cómo los jóvenes hablan de sus posibilidades después de esta experiencia. Es formidable escuchar que hubo repercusiones reales en sus vidas que les da seguridad y que ya no viven en la incertidumbre (...) Ojalá que esto se pudiera hacer con todos y todas que están en esa situación, de una manera, sin respetar sus derechos”, señaló el profesor universitario.

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Finalmente, el también sacerdote jesuita sostuvo que la posibilidad de unir familias y de acabar con las barreras de la migración demanda voluntad política de los gobernantes de México y Estados Unidos. Aseguró que el impacto de los intercambios no sólo es personal, sino también familiar e incluso comunitario, pues el conectar a los migrantes con sus raíces, además de brindarles facilidades para agilizar su regularización migratoria, es una necesidad humana.

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