Es una experiencia única. Para Martha Carvente Rosas haberse convertido en madre de gemelas hace dos décadas le ha traído un sinfín de responsabilidades, aventuras y aprendizaje, pues siempre ha sido inigualable el trato con ellas, tan parecidas por fuera y tan distintas por dentro.
El Día de la Madre nunca lo ha celebrado sola; Viviana y María del Sol Ramírez, quienes nacieron el 4 de diciembre de 1995 a las 13:25 y 13:27 horas respectivamente, le han hecho compañía desde entonces; y, antes, sus tres hijos, que son mayores a ellas.
Es decir, las gemelas fueron el cuarto embarazo de Martha, quien, hasta unos minutos antes del parto hace 22 años, no sabía que había dos corazones latiendo en su vientre y la noticia le causó alegría y angustia, todo al mismo tiempo.
“La verdad sentí mucha alegría, al principio me asusté. No se espera uno ese regalo de Dios porque a mí me premió, estábamos felices y son idénticas, son una gran alegría y me causan orgullo a mí como mamá”, apuntó.
Altas, tez morena y cabello largo, así son actualmente las gemelas; una seria y la otra muy risueña. Cuando eran pequeñas jugaban a engañar a sus padres, pues usaban prendas diferentes y se colocaban de espaldas pidiendo que las identificaran. En ocasiones lo lograron con su madre, quien a pesar de estar todo el tiempo con ellas caía en la trampa, y ahora todo lo recuerdan en medio de risas.
“Había veces que me confundía, no sabía a quién ya le había dado de comer. Aunque el cuidado de las gemelas fue fácil por la ayuda que me prestaban mis hijos que ya estaban más grandes. Las vestíamos siempre iguales y para distinguirlas a una la poníamos de rosita y a la otra de azul”, comentó.
Martha tiene cinco hijos, las gemelas son las más pequeñas del clan, y con cada uno de ellos la experiencia ha sido muy diferente. Ella rompió los mitos respecto a que las madres tienen algún hijo consentido, pues aseveró que a cada uno lo quiere por características diferentes.
“El amor hacia un hijo es igual pero a todos los quiero por su forma de pensar diferente o por sus características diferentes. Yo pienso que el amor es igual; a lo mejor el más pequeño por ser pequeño, yo siento que no hago distinción”, expuso.
ESTÁN MUY CONECTADAS
Por su parte, las gemelas comentaron que comparten algo más que lazos de sangre, pues son muy empáticas, toda vez que en ocasiones hasta el dolor físico las afecta. Por ejemplo, cuando pequeñas, una tuvo un esguince y la otra era quien tenía la molestia.
Les sucede también que una termina la oración de la otra aun sin estar juntas, o bien que se hablan con la mirada y llegan a saber exactamente lo que piensan y hasta sienten cuando alguna tiene un problema o se siente mal.
En general la experiencia es inigualable; única, para la madre, quien asegura que no cambiaría por nada esta experiencia que la vida le ha regalado y, sobre todo, al ser madre de cinco personas.