Si el logro del “sueño americano” pudiera concretarse a lo tangible, las más de 150 viviendas tipo residencial que resaltan del resto en San Francisco Cuapan, comunidad perteneciente a San Pedro Cholula, son un claro e irrebatible ejemplo de éxito y prosperidad, de que ese anhelo de mejora económica con el que se dejaron Puebla y México para ir a Estados Unidos se hizo una realidad.
Sin embargo, se trata de una meta no disfrutada, porque la mayoría de esos migrantes radicados en el país del norte ha hecho construcciones soñadas que no habita.
San Francisco Cuapan está colmado de residencias construidas con remesas que nadie utiliza. Unas están terminadas ya, vacías, y otras en proceso de construcción.
En esta junta auxiliar de San Pedro Cholula la población es de 3 mil 500 personas, pero la mitad de ellas vive en suelo estadounidense, ya sea legal o ilegalmente.
Esta estadística es fácil de confirmar cuando se visita su territorio, porque los anuncios publicitarios que predominan son de empresas dedicadas a los envíos de este país a Estados Unidos y viceversa. Asimismo, las familias aseguran que en cada hogar hay, por lo menos, un migrante.
En la calle Benito Juárez, que es la entrada principal, hay por lo menos 40 enormes y diseñadas casas, donde algunas ya fueron terminadas con acabados de lujo, pero otras esperan el proceso de conclusión, porque aún no tienen herrería o pisos, pero varias sirven como bodegas.
Del total de edificaciones, autoridades subalternas y pobladores coinciden que sólo el 20 por ciento son ocupadas por familiares de migrantes o por externos que las rentan.
Señalan que estas residencias son producto del trabajo de años de un poblador, que desde hace dos o tres décadas se despidió de su familia para buscar el “sueño americano” ante la falta de oportunidades laborales en este país.
En las calles de Cuapan también resaltan otras historias, que no son tan alentadoras, pero son provocadas por la expulsión de migrantes, como la desintegración familiar, el abandono del jefe de familia a su esposa e hijos, así como aquellos casos donde el emigrante regresó a territorio cholulteca sin hacer un patrimonio, porque, aunque la mayoría de pobladores decide irse para hacer una mejor casa, la realidad es que muchos no lo logran.
San Pedro Cholula tiene 13 juntas auxiliares y en todas el fenómeno migratorio está presente. Este medio de comunicación visitó tres de ellas, consideradas como las más expulsoras: San Francisco Cuapan, San Gregorio Zacapechpan y Santa María Acuexcomac.
La primera de ellas es la que más representa este fenómeno de la migración, no sólo por el tipo de vivienda que se ha erigido, con recursos de las remesas, sino también porque hay negocios que llevan nombres de ciudades estadounidenses y porque la mitad de la población que habita el resto de hogares se apoya del envío del dinero recibido desde allá, aun cuando aquí labora sus cultivos de granos básicos, en la venta de bebida de cacao o participa en bandas de viento o grupos musicales, propios de la región.
A decir del regidor de Migración del Ayuntamiento de San Pedro Cholula, Alejandro Oaxaca, esta jurisdicción registra el fenómeno migratorio desde la década de los años 60 del siglo pasado y el estimado actual de cholultecas viviendo en Estados Unidos es de 25 mil.
“No sólo en Cuapan, Zacapechpan y Acuexcomac hay migrantes, sino en todo Cholula, porque este municipio se sostiene de las remesas, donde algunos mandan por mes de 500 a dos mil dólares y esto genera que a San Pedro Cholula lleguen entre 160 y 180 millones de pesos por mes, que, en total, al año, representa lo doble del presupuesto del municipio”, añadió.
El concejal, en otro dato aportado, subrayó que, anualmente, de 500 a 600 habitantes de San Pedro intentan cruzar la frontera norte del país para llegar a los Estados Unidos. La mayoría lo logra.
EN CUAPAN BAJA MIGRACIÓN; YA COBRAN 12 MIL DÓLARES POR CRUCE
En San Francisco Cuapan está disminuyendo el número de habitantes que año con año emigra a Estados Unidos y esto se debe, según los comentarios de los pobladores, a los peligros existentes en la frontera compartida entre ambos países y por el costo del “cruce”. Por persona el pago llega a ser hasta de 12 mil dólares (240 mil pesos).
“Anteriormente se iban familias enteras porque les llamaba la atención. Eso ocurría hace 20 años, buscaban una mejor vida, pero el gobierno de Estados Unidos ya puso más vigilancia y es difícil ya cruzar la frontera. Pero las personas que siguen en ese país han contribuido al progreso de esta comunidad, porque hicieron sus casas al estilo de las americanas, con todos los servicios. Aunque para algunos ahora este tipo de construcciones es una mala inversión, por el costo del mantenimiento”, platicó el edil subalterno de Cuapan, Margarito Teles Tello.
En entrevista, indicó que la falta de trabajo y oportunidades orilló al 50 por ciento de la población a irse a aquel país.
“Casas enormes hay 150 aproximadamente y es una lástima ver algunas de ellas sin ocupar, porque varias son bonitas y elegantes, pero los propietarios sólo las ocupan cuando llegan (de vacaciones), y son los familiares que están aquí quienes las cuidan”, agregó.
Gran parte de las casas son de dos o tres pisos, pero este tipo de construcciones ayudan a la población, porque antes en Cuapan no había albañiles, venían de fuera, y ahora ya hay oficiantes que cubren la demanda de los migrantes.
Al recorrer esta población, El Sol de Puebla platicó con algunos pobladores sobre el fenómeno migratorio y don José Tiburcio Tello Vázquez destacó que no hay empleo y lo que se gana es poco.
“Ese es el motivo de la gente que se va, porque cuando está allá (EU) van haciendo casas, poco a poco, no es tan rápido, pero las hacen”, subrayó.
Compartió que su hijo de 27 años de edad vive en la Unión Americana. Lo vio partir cuando tenía 17 y lleva una década sin volver a saludarlo en persona.
En otro punto de la comunidad, un par de pobladores sintetizó comentarios al respecto. Don Carlos relató haber cruzado la frontera siete veces y la primera vez pagó 500 pesos, contrario a los 12 mil dólares exigidos actualmente por un “coyote”.
Mientras, Pedro asentó que las casas grandes que se ven son en su mayoría de los migrantes, pero también hay familias que nunca han ido a Estados Unidos y tienen bonitas casas. El progreso en Cuapan no depende exclusivamente del “otro lado”, acota él en defensa de los que se han quedado.
Por su parte, Silvia, quien se encontraba en una vivienda tipo residencial cuando este diario hizo el recorrido, asentó que la migración es fundamental en la economía de esta comunidad, porque aquí (en Puebla) no hay empleo.
“Mucha gente no estudia y mejor se va, porque aquí quienes se quedan se dedican al campo, a la albañilería o la música y quienes se van, se van con la esperanza de hacer su casa, tener algo mejor para cuando regresen. En mi familia llevamos más de 25 años sin ver a quienes se fueron por tener mejores cosas, pero tenemos fe que algún día regresarán”, narró.
ALGUNOS SE VAN Y SE OLVIDAN DE LA FAMILIA
En el zócalo de San Gregorio Zacapechpan, otra comunidad expulsora de San Pedro Cholula, don Abel Tochimani expuso “aquí la mitad de la población está en Estados Unidos, la gente se va a buscarle, porque aquí esta cabrón, esta jodido y aquí no hay familia que no tenga a alguien allá, porque si uno se queda aquí, sólo es para irla pasando”.
Aunque apuntó que la migración no se ve reflejada en Zacapechpan, porque no hay “casotas” como sí las hay en Cuapan, otra junta auxiliar de San Pedro, donde el progreso es “de a de veras”.
Los migrantes ayudaron a hacer el salón de usos múltiples, pero no hay desarrollo, concluyó.
En eso coincidió Euleterio Cielo, quien subrayó que el “sueño americano” está presente en este pueblo, pero lamentablemente hay migrantes que logran el “pase” y se olvidan hasta de sus familias.
En su intervención, el edil subalterno de San Gregorio Zacapechpan, Tomas Cielo, sostuvo “en cada casa hay un integrante del otro lado, pero en todas hay y los que están allá ayudan a sus familias de acá y apenas en una reunión con el ayuntamiento de San Pedro Cholula nos dijeron las autoridades que del 100 por ciento de dinero que manda un migrante, el 95 por ciento lo destinan para comer y el 5 por ciento para construir un patrimonio, pero yo les dije que está mal esa información, porque es al revés”.
En Santa María Acuexcomac la migración es un fantasma presente en varios hogares.
Aquí la información es manejada con mayor secrecía entre los pobladores, donde sólo se conoció que, sí hay migrantes, pero no más detalles.
“Ya no se van tantos, porque ya no se escucha que se vayan muchos como antes, pero sí hay migración”, externó Areli.
Ella lleva sin ver a un familiar desde hace 16 años.
En tanto, Sandra explicó que sin los migrantes muchas familias no tendrían para vivir y sostener su hogar, porque quienes se quedan agarran el oficio de vendedores de carnitas, porque ya el campo también está en peligro de extinción.