Los denominados “huesos pelones” que anteriormente eran consumidos principalmente por la población humilde, poco a poco fueron ganando importancia en la gastronomía poblana hasta el punto de convertirse en un cotizado platillo por la trascendencia que alcanzó en los estratos sociales. Estos huesos con los que se prepara el famoso Mole de Caderas, los introdujo a Puebla desde hace 90 años la familia del señor Eduardo Vidal, quien, a la fecha, mantiene viva esta tradición para deleite de sus clientes.
Desde su local, ubicado en el Mercado de la Acocota, don Eduardo comparte la historia que encierra esta costumbre gastronómica, la cual refiere, data del siglo XVII cuando se dieron las primeras grandes matanzas de chivos en las haciendas establecidas en la zona de la mixteca, principalmente en Huajuapan de León (Oaxaca) y Tehuacán (Puebla).
En aquella época, de acuerdo a las versiones que le narraba su bisabuelo, la carne la secaban, la almacenaban y transportaban para distribuirla en las diferentes regiones, pues esta carne era fundamental en la alimentación en La Colonia, sin embargo, no todos tenían la posibilidad de pagar por ella.
Fue en 1900 que el ganadero español, José Vega, cuya hacienda estaba en San Antonio del Puente (donde ahora se encuentra la presa de Valsequillo), tiene la idea de vender los huesos sobrantes de la matanza, los cuales anteriormente prácticamente los tiraban o los daban a los peones en forma de pago.
José Vega conoce a don Blas Alcaide (bisabuelo de don Eduardo Vidal), y es este último quien introduce por primera vez al Mercado de la Victoria los “huesos pelones”, llamados así porque no tenían carne.
“La gente humilde, empieza a comprarlos por el bajo precio, pues en aquella época las familias eran de más de 10 integrantes y no podían pagar la carne, pero sí una cadera y un espinazo por tan solo 70 centavos”, comenta.
Las caderas y espinazos, empiezan a entrar en el gusto de la población, además de su bajo precio por su peculiar sabor, de tal forma que se vuelve una costumbre para la gente esperar la venta de estos huesos con los que preparaban el huaxmole, palabra que proviene del nahuatl “huaxmolli” que significa “guiso de huaje” y que se caracteriza por el picor que le da el chile tabaquero, costeño, de árbol y por supuesto los infaltables huajes.
Actualmente, este platillo, se ha posicionado en uno de los más importantes y cotizados de la gastronomía poblana, el cual llega alcanzar hasta los 800 pesos, dependiendo el lugar, sin embargo, para aquellos que prefieren prepararlo en casa, pueden encontrar los espinazos y caderas en el local 265 del señor Eduardo Vidal, en el Mercado La Acocota, los cuales van desde los 320 (por pieza) hasta los mil 200 pesos en juego (espinazo y cadera).
“Este platillo es muy importante porque no solo logró trascender, épocas y generaciones, sino también estratos sociales, y la gente se deleita con su gran sabor”, puntualizó.