/ jueves 10 de junio de 2021

Movimiento feminista, un megáfono contra las injusticias entre estigmas y prejuicios

Las mujeres luchan contra el recrudecimiento de la violencia, la falta de políticas públicas, la invisibilización y el hartazgo

Pensar en el movimiento feminista es pensar en un levantamiento que funciona como megáfono para las injusticias juzgadas bajo perspectiva de género, con diferentes aristas y formas de expresar las inconformidades.

Es ante la ausencia del estado, el recrudecimiento de la violencia contra las mujeres, la falta de políticas públicas, la invisibilización de las féminas y el hartazgo que las mujeres alzan la voz y recorren las calles de la capital poblana pronunciándose ante dichas injusticias.

Ese legítimo combate ha sido muchas veces condenado por la forma en que varios grupos de mujeres han plasmado su enojo ante la violencia que se enfrentan día con día, mismas que han sido tildadas desde “vandálicas” hasta “violentas”. En un estado en donde la iglesia continúa influyendo en la toma de decisiones y el sistema patriarcal está vigente, luchar por los derechos de las mujeres es muy complejo en cualquier espacio que te sitúes.

Así es el panorama en el territorio poblano que pinta Cinthya Ramírez, politóloga feminista. “Es complejo nombrarse feminista por los estigmas y prejuicios, por lo que se dice que son y hacen las feministas. Puebla es un estado conservador, pero hay barreras que hemos ido rompiendo en donde el activismo y el feminismo ha podido avanzar en agenda, en donde antes se resistían desde los gobiernos hasta la iglesia”.

Para Antonia, ama de casa poblana de 70 años de edad, el movimiento feminista es un “mundo desconocido”, pues comenta que solo ve a sus integrantes “haciendo destrozos y pintando”, sin embargo, se pronuncia a favor de la igualdad entre hombres y mujeres.

“En mis tiempos las mujeres se quedaban en la casa cuidando a los hijos, incluso yo crie a mis hermanos, pero cuando me casé, yo también empecé a trabajar; me decían que esperara a que mi marido me diera dinero, pero no, yo preferí trabajar y cuidar a mis cuatros hijos yo sola, entonces creo que las mujeres no debemos de depender de un hombre (…) Qué es eso de pintar y salir encueradas, no, hay otras formas”, comentó.

Por otro lado, para el filósofo Rodrigo Esparza, el movimiento feminista retoma fuerza en la entidad poblana a partir del 2018, cuando en Argentina se dio una marcha multitudinaria a favor de la legalización de la Interrupción del Embarazo (ILE), esa misma apuesta de presión social llegó al resto de América Latina, en específico a Puebla.

Mientras que para el economista Alfredo García, la presencia del levantamiento de las poblanas es una coincidencia de luchas de orden internacional, misma que se da por los hartazgos populares como registros altos en feminicidios, violencia de género, “tiene una raíz interna y además se ve estimulada por una mayor difusión del movimiento feminista. Además, está el asunto de deudas que no han sido pagas a la sociedad, como la tardanza en resolver la despenalización del aborto, entonces es más entendible que haya este tipo de manifestaciones”.

Antonia no se visualiza en una marcha feminista, refirió que no es su espacio, “no, yo no me veo caminando y pintarrajeando las paredes, ya ve que luego cómo las tratan, yo qué voy a hacer ahí”, cuestionó.

Foto: Archivo | El Sol de Puebla

FEMINISIMOS Y SIMBOLISMOS

Alfredo García señaló que muchas mujeres se pueden identificar feministas hablando como colectivo y a la vez tener diferencias dentro de cada uno de sus feminismos, por lo que nombra algunos de ellos.

Feminismo filosófico: Nace en el siglo XVII y tiene como propósito reflexionar sobre la idea, concepto y función de la mujer dentro de la sociedad.

Feminismo radical: Nace en la década de 1960. Radical no significa violenta, agresivas, va a la raíz de los problemas, denuncia las circunstancias que están de fondo determinado esta condición de opresión, una actitud radical es que está dispuesta a oponerse a las condiciones de exclusión que se presentan en los aspectos mínimos de la sociedad.

Feminismo de la igualdad: Nace entre los años 1975 y 1985. Supone la pretensión de consolidar un nuevo ordenamiento social con base en valores democráticos e igualitarios.

Ecofeminismo: Se le conoce desde los años 1980. Considera al capitalismo y al patriarcado expresión de un mismo fenómeno, que afecta a la naturaleza y las mujeres en similares circunstancias.

García y Esparza, ambos académicos, coinciden en la adopción los colores púrpura y verde en la lucha feminista de integración global, mismos que permiten un grado de identidad. Señalan que dichos colores homologan en silencia todas las luchas que hay detrás, en donde ya no es necesario especificar en qué se cree, sino que el pañuelo verde y morado lo asocia.

“Es una apropiación a nivel interno de lo que se ve a nivel internacional. El morado representa el rechazo a tipos de violencia en los diferentes espacios, la violencia simbólica, psicológica; es la intención de simbolizar un tipo concreto de lucha. El color verde representa la reivindicación de derechos muy concretos en el plano reproductivo y sexual”.

Mientras que la explicación por parte de la activista y feminista Yndira Sandoval, el violeta es el color representativo de la lucha feminista por la equidad de género y fue el primero en usarse de manera oficial desde 1857, cuando miles de trabajadoras de una fábrica de textiles en Nueva York se manifestaron para reclamar mejores condiciones de trabajo y la reducción de la jornada laboral.

Y el verde representa el legado de la marea verde en Argentina, la cual busca la independencia, control y decisión sobre los cuerpos, así como la libertad de elegir si se quiere o no ser madre.

INTERVENCIONES DE ESPACIOS PÚBLICOS: ENTRE PREJUICIOS Y VISIBILIZACIÓN DEL MOVIMIENTO

Lo que algunas personas ven como “vandalismo”, las mujeres feministas lo señalan como la forma de hacerlas visibles, con reclamos de trasfondo; mientras que los académicos consultados por esta casa editorial lo refieren como una dimensión simbólica con diferentes formas de interpretarse, aunque revelan que sí existe la posibilidad de encontrar alternativas de manifestación, pero también reconocen que por ahora es el único modo que se tiene.

Yndira Sandoval, activista señala que la criminalización hacia las mujeres por parte de la sociedad, se debe a que la narrativa de los medios de comunicación y los señalamientos por parte de las autoridades. “Habla de la insensibilidad de la población sobre el tema, les indigna más la pintura que la sangre. Los señalamientos que hace el estado y la narrativa de los medios de comunicación, nos colocaron ahí, cómo no esperar la indiferencia de la población si el máximo mandatario es indiferente a la problemática”.

Mientras que Cinthya García habló sobre la iconoclasia en las movilizaciones feministas, misma que tiene un antecedente histórico y sustenta que se trata de aborda la historia y psicología de la violencia contra las imágenes o íconos valorados por la sociedad.

Al inicio, esta expresión era empleada durante el siglo Vlll, con origen en una doctrina que prohibía la idolatría de imágenes sagradas, iconos o monumentos debido a ciertas posturas políticas o religiosas. En este sentido, al destruir los objetos sagrados, se dañaba el valor cultural que tenían.

De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), se calificaba como iconoclasta a aquel que formaba parte de un movimiento que rechazaba las imágenes sagradas, destruyéndolas, persiguiendo su culto y atacando a las personas que las veneraban.

“Pareciera que si no hacemos eso, no nos voltean a ver; eso es lo que pasa en cada movilización feminista, se centran en las pintas, en los destrozos, pero todo eso tiene una finalidad; están estos reclamos, estas propuestas concretas que no solo hacemos como feministas; a veces pareciera que se ve justo eso, pero todos los días estamos en lucha desde nuestros espacios y hacemos otro tipo de cosas, es parte de visibilizar lo que está pasando en el espacio público”, sostuvo.

Así bien, Esparza sostiene que el “escandalizase” por parte de la población, se debe a que existen prejuicios del grafiti, así como la poca costumbre de los mismos a dichas formas de expresión.

“Ahora están ejerciendo su derecho a la libre expresión de una forma a la que no estábamos habituados, considero que existe un excesivo afecto por lo que simboliza una estatua o una puerta de un espacio que legisla. Si podríamos encontrar formas alternas de manifestación, pero por el momento son las que tenemos y hay que respetarlas. En toda lucha social, históricamente es el resultado de un hartazgo, de un cumulo de invisibilidad por parte del estado o clase dominante”.

Desde la postura ciudadana conservadora, las intervenciones son asimiladas de otra manera, “no, qué es eso de pintar y romper cosas, que vayan y lo hagan en su casa, está bien que se manifiesten, pero no pintarrajear, luego otros pagan los platos rotos, a otros les toca limpiar lo que hacen, no se vale”, comentó Antonia.

EFECTOS DEL MOVIMIENTO

El movimiento ha tenido diversas reacciones en la sociedad y de acuerdo con el historiador Rodrigo Esparza, este tendría que acabar. “El feminismo se tendría que acabar, porque si hay feminismo es porque hay algo que lo justifique, es decir hay inequidad, violencia, opresión, muertes y eso en el plano del deber ser, no tendría que existir”, informó.

Además, el filósofo Alfredo García añadió que feminismo como movimiento tiene que hacer frente a incomprensión e intolerancia, demostrando que existe una sociedad donde la cultura patriarcal machista sigue vigente.

“Sigue persistiendo la noción persecutoria de los movimientos de mujer y si alguna tiene mecanismos de lucha visibles, la opinión pública tiende a generalizar los calificativos en todo el movimiento, cuando en realidad las personas que se afirman feministas son diversas; hay un prejuicio hacia el movimiento que sigue reaccionando constantemente cuando viene momentos de polémica político social”.

Pensar en el movimiento feminista es pensar en un levantamiento que funciona como megáfono para las injusticias juzgadas bajo perspectiva de género, con diferentes aristas y formas de expresar las inconformidades.

Es ante la ausencia del estado, el recrudecimiento de la violencia contra las mujeres, la falta de políticas públicas, la invisibilización de las féminas y el hartazgo que las mujeres alzan la voz y recorren las calles de la capital poblana pronunciándose ante dichas injusticias.

Ese legítimo combate ha sido muchas veces condenado por la forma en que varios grupos de mujeres han plasmado su enojo ante la violencia que se enfrentan día con día, mismas que han sido tildadas desde “vandálicas” hasta “violentas”. En un estado en donde la iglesia continúa influyendo en la toma de decisiones y el sistema patriarcal está vigente, luchar por los derechos de las mujeres es muy complejo en cualquier espacio que te sitúes.

Así es el panorama en el territorio poblano que pinta Cinthya Ramírez, politóloga feminista. “Es complejo nombrarse feminista por los estigmas y prejuicios, por lo que se dice que son y hacen las feministas. Puebla es un estado conservador, pero hay barreras que hemos ido rompiendo en donde el activismo y el feminismo ha podido avanzar en agenda, en donde antes se resistían desde los gobiernos hasta la iglesia”.

Para Antonia, ama de casa poblana de 70 años de edad, el movimiento feminista es un “mundo desconocido”, pues comenta que solo ve a sus integrantes “haciendo destrozos y pintando”, sin embargo, se pronuncia a favor de la igualdad entre hombres y mujeres.

“En mis tiempos las mujeres se quedaban en la casa cuidando a los hijos, incluso yo crie a mis hermanos, pero cuando me casé, yo también empecé a trabajar; me decían que esperara a que mi marido me diera dinero, pero no, yo preferí trabajar y cuidar a mis cuatros hijos yo sola, entonces creo que las mujeres no debemos de depender de un hombre (…) Qué es eso de pintar y salir encueradas, no, hay otras formas”, comentó.

Por otro lado, para el filósofo Rodrigo Esparza, el movimiento feminista retoma fuerza en la entidad poblana a partir del 2018, cuando en Argentina se dio una marcha multitudinaria a favor de la legalización de la Interrupción del Embarazo (ILE), esa misma apuesta de presión social llegó al resto de América Latina, en específico a Puebla.

Mientras que para el economista Alfredo García, la presencia del levantamiento de las poblanas es una coincidencia de luchas de orden internacional, misma que se da por los hartazgos populares como registros altos en feminicidios, violencia de género, “tiene una raíz interna y además se ve estimulada por una mayor difusión del movimiento feminista. Además, está el asunto de deudas que no han sido pagas a la sociedad, como la tardanza en resolver la despenalización del aborto, entonces es más entendible que haya este tipo de manifestaciones”.

Antonia no se visualiza en una marcha feminista, refirió que no es su espacio, “no, yo no me veo caminando y pintarrajeando las paredes, ya ve que luego cómo las tratan, yo qué voy a hacer ahí”, cuestionó.

Foto: Archivo | El Sol de Puebla

FEMINISIMOS Y SIMBOLISMOS

Alfredo García señaló que muchas mujeres se pueden identificar feministas hablando como colectivo y a la vez tener diferencias dentro de cada uno de sus feminismos, por lo que nombra algunos de ellos.

Feminismo filosófico: Nace en el siglo XVII y tiene como propósito reflexionar sobre la idea, concepto y función de la mujer dentro de la sociedad.

Feminismo radical: Nace en la década de 1960. Radical no significa violenta, agresivas, va a la raíz de los problemas, denuncia las circunstancias que están de fondo determinado esta condición de opresión, una actitud radical es que está dispuesta a oponerse a las condiciones de exclusión que se presentan en los aspectos mínimos de la sociedad.

Feminismo de la igualdad: Nace entre los años 1975 y 1985. Supone la pretensión de consolidar un nuevo ordenamiento social con base en valores democráticos e igualitarios.

Ecofeminismo: Se le conoce desde los años 1980. Considera al capitalismo y al patriarcado expresión de un mismo fenómeno, que afecta a la naturaleza y las mujeres en similares circunstancias.

García y Esparza, ambos académicos, coinciden en la adopción los colores púrpura y verde en la lucha feminista de integración global, mismos que permiten un grado de identidad. Señalan que dichos colores homologan en silencia todas las luchas que hay detrás, en donde ya no es necesario especificar en qué se cree, sino que el pañuelo verde y morado lo asocia.

“Es una apropiación a nivel interno de lo que se ve a nivel internacional. El morado representa el rechazo a tipos de violencia en los diferentes espacios, la violencia simbólica, psicológica; es la intención de simbolizar un tipo concreto de lucha. El color verde representa la reivindicación de derechos muy concretos en el plano reproductivo y sexual”.

Mientras que la explicación por parte de la activista y feminista Yndira Sandoval, el violeta es el color representativo de la lucha feminista por la equidad de género y fue el primero en usarse de manera oficial desde 1857, cuando miles de trabajadoras de una fábrica de textiles en Nueva York se manifestaron para reclamar mejores condiciones de trabajo y la reducción de la jornada laboral.

Y el verde representa el legado de la marea verde en Argentina, la cual busca la independencia, control y decisión sobre los cuerpos, así como la libertad de elegir si se quiere o no ser madre.

INTERVENCIONES DE ESPACIOS PÚBLICOS: ENTRE PREJUICIOS Y VISIBILIZACIÓN DEL MOVIMIENTO

Lo que algunas personas ven como “vandalismo”, las mujeres feministas lo señalan como la forma de hacerlas visibles, con reclamos de trasfondo; mientras que los académicos consultados por esta casa editorial lo refieren como una dimensión simbólica con diferentes formas de interpretarse, aunque revelan que sí existe la posibilidad de encontrar alternativas de manifestación, pero también reconocen que por ahora es el único modo que se tiene.

Yndira Sandoval, activista señala que la criminalización hacia las mujeres por parte de la sociedad, se debe a que la narrativa de los medios de comunicación y los señalamientos por parte de las autoridades. “Habla de la insensibilidad de la población sobre el tema, les indigna más la pintura que la sangre. Los señalamientos que hace el estado y la narrativa de los medios de comunicación, nos colocaron ahí, cómo no esperar la indiferencia de la población si el máximo mandatario es indiferente a la problemática”.

Mientras que Cinthya García habló sobre la iconoclasia en las movilizaciones feministas, misma que tiene un antecedente histórico y sustenta que se trata de aborda la historia y psicología de la violencia contra las imágenes o íconos valorados por la sociedad.

Al inicio, esta expresión era empleada durante el siglo Vlll, con origen en una doctrina que prohibía la idolatría de imágenes sagradas, iconos o monumentos debido a ciertas posturas políticas o religiosas. En este sentido, al destruir los objetos sagrados, se dañaba el valor cultural que tenían.

De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), se calificaba como iconoclasta a aquel que formaba parte de un movimiento que rechazaba las imágenes sagradas, destruyéndolas, persiguiendo su culto y atacando a las personas que las veneraban.

“Pareciera que si no hacemos eso, no nos voltean a ver; eso es lo que pasa en cada movilización feminista, se centran en las pintas, en los destrozos, pero todo eso tiene una finalidad; están estos reclamos, estas propuestas concretas que no solo hacemos como feministas; a veces pareciera que se ve justo eso, pero todos los días estamos en lucha desde nuestros espacios y hacemos otro tipo de cosas, es parte de visibilizar lo que está pasando en el espacio público”, sostuvo.

Así bien, Esparza sostiene que el “escandalizase” por parte de la población, se debe a que existen prejuicios del grafiti, así como la poca costumbre de los mismos a dichas formas de expresión.

“Ahora están ejerciendo su derecho a la libre expresión de una forma a la que no estábamos habituados, considero que existe un excesivo afecto por lo que simboliza una estatua o una puerta de un espacio que legisla. Si podríamos encontrar formas alternas de manifestación, pero por el momento son las que tenemos y hay que respetarlas. En toda lucha social, históricamente es el resultado de un hartazgo, de un cumulo de invisibilidad por parte del estado o clase dominante”.

Desde la postura ciudadana conservadora, las intervenciones son asimiladas de otra manera, “no, qué es eso de pintar y romper cosas, que vayan y lo hagan en su casa, está bien que se manifiesten, pero no pintarrajear, luego otros pagan los platos rotos, a otros les toca limpiar lo que hacen, no se vale”, comentó Antonia.

EFECTOS DEL MOVIMIENTO

El movimiento ha tenido diversas reacciones en la sociedad y de acuerdo con el historiador Rodrigo Esparza, este tendría que acabar. “El feminismo se tendría que acabar, porque si hay feminismo es porque hay algo que lo justifique, es decir hay inequidad, violencia, opresión, muertes y eso en el plano del deber ser, no tendría que existir”, informó.

Además, el filósofo Alfredo García añadió que feminismo como movimiento tiene que hacer frente a incomprensión e intolerancia, demostrando que existe una sociedad donde la cultura patriarcal machista sigue vigente.

“Sigue persistiendo la noción persecutoria de los movimientos de mujer y si alguna tiene mecanismos de lucha visibles, la opinión pública tiende a generalizar los calificativos en todo el movimiento, cuando en realidad las personas que se afirman feministas son diversas; hay un prejuicio hacia el movimiento que sigue reaccionando constantemente cuando viene momentos de polémica político social”.

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