/ domingo 5 de diciembre de 2021

Niños Comelibros: programa voluntario de fomento a la lectura

El programa tiene como objetivo promover la convivencia entre infantes a través de alternativas educativas

No es la remuneración económica, más bien las ganas de ayudar y tender una mano amiga lo que motiva a las personas a emprender acciones con el fin de hacer un cambio social bajo el nombre de: voluntarios.

Este 5 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Voluntarios, con el propósito de que más ciudadanos contribuyan a la paz y desarrollo sostenible de su entorno.

En Puebla, María del Rosario Morales es voluntaria desde hace 11 años en el proyecto de Niños Comelibros, un programa de fomento a la lectura y actividades culturales con el objetivo de promover la convivencia entre infantes a través de alternativas educativas.

Rosario calificó esta labor como “romper la idea de la caridad y verlo cercano a la solidaridad”, pues dijo que se debe dejar a un lado la creencia de querer salvar vidas y enfocarlo a un trabajo colaborativo para romper barreras.

“Cuando llegamos a una comunidad y alguien trae una actitud de yo voy a salvarlos hay una barrera y cierre inmediato, pero cuando vamos con el fin de colaborar la perspectiva es otra”, dijo.

Desde su creación en 2010, la también docente ha impulsado la lectura en barrios como El Alto, La Luz y El Refugio, que, desde su perspectiva se caracterizan por tener barreras sociales que impiden integrarse a la oferta cultural de la capital del estado. Aunque arrancó como un proyecto para obtener una beca por seis meses, después se convirtió en una pasión y parte de la rutina, por lo que decidió continuar con el trabajo pese a no contar con recursos económicos.

“Cuando comenzamos a participar nos dimos cuenta que no es un trabajo vertical, no es como yo voy a ayudar a alguien, si no que es un encuentro en que los niños y adultos nos alimentamos y aprendemos sobre dinámicas comunitarias, es como refrescar las ideas y aprender de otros, es un trabajo colaborativo”.

APOYOS PARA NO CLAUDICAR

María comentó que a través de intercambios comerciales con librerías como Gandhi y El Sótano, así como donaciones en especie, se logra aumentar el lote de ejemplares para la biblioteca rodante, pues de otra manera sería casi imposible continuar con el proyecto.

“Cuando hay apoyo económico hay un destinado para comprar libros, también colaboramos con la librería El Sótano en donde hacíamos talleres gratuitos para su público y ellos nos pagaban con libros. El caso más reciente fue con un proyecto que lleva Gandhi en donde ellos donan un librero con cierta cantidad de acervo”, reveló.

Si bien, el voluntariado no es remunerado, comentó que la mejor paga es ser ejemplo de las y los menores. En este sentido, recordó la historia de dos hermanas, quienes primero fueron beneficiarias de este programa y ahora impulsan un nuevo proyecto solidario.

“Hay dos hermanas que conocimos cuando eran niñas en el barrio de El Alto, ellas eran beneficiarias y con el correr de los años se involucraron como miembros del proyecto, se volvieron voluntarias y actualmente continúan en el proyecto , además van a comenzar un círculo de lectura en el barrio como proyecto propio, es satisfactorio ver que somos ejemplo para ellos”.

AYUDA PARA LOS QUE NO TIENEN VOZ

Anabel y Enrique encabezan un proyecto para darle hogar a animales abandonados o víctimas de maltrato en el municipio de Atlixco. Desde hace 10 años el refugio Narices Frías alberga más de 24 perritos que han sido rehabilitados y buscan un nuevo hogar, sin embargo, el camino para esta pareja de amigos no es sencilla.

Dar amor sin esperar nada a cambio es lo que caracteriza a Ana y Enrique, quienes llevan adelante el albergue de perros maltratados, un espacio que sobrevive de donaciones y sorteos que organizan para recaudar fondos.

“Además de los que tenemos acá (los perros), en casa también le damos refugio a otros que lo necesitan, todo lo hacemos con amor. Comienzas a tener afinidad con ellos cuando ves la situación en la que se encontraban y ves que se pueden hacer muchas cosas para mejorar su calidad de vida”, dijo Ana.

Por su parte, Enrique comentó que fue la empatía lo que motivó sus acciones para ayudar a aquellos seres que no tienen voz, y dijo que el voluntariado debe de ser el deseo de ayudar y entregar un poco más.

“La empatía es el concepto que se tiene que usar, quizá cuando eres niño no los conoces (los conceptos) pero sientes, observas a un perro en la calle y desde ese momento te das cuenta que está sufriendo, ya con el tiempo se convierte en algo más claro y después se convierte en un objetivo, yo por eso estudié veterinaria para poder ayudar”, contó.

Ambos coincidieron que desde el día uno el trabajo ha sido complicado en materia económica, pues estos perritos dependen totalmente de ellos, sin embargo, la cara de felicidad de los animalitos y ver los avances en materia de salud que tienen los “lomitos”, son las mejores recompensas.

“Nosotros vemos la cara de felicidad y sin miedo que tienen, desde ahí podemos observar que les hemos dado una mejor calidad de vida, esa es la satisfacción constante, esa es nuestra paga”.

EL VOLUNTARIADO ES MARCAR LA DIFERENCIA

Mariana Rodríguez también dedicó parte de su vida y esfuerzo en apoyar acciones a favor del bien social de aquellos infantes que se encuentran en situación de vulnerabilidad, pero debido a la pandemia y falta de tiempo, tuvo que dejar esta noble labor.

Mar, como sus amistades la conocen, participó como voluntaria en Ejército de Salvación, una asociación que forma parte de la iglesia cristiana en Puebla y que se dedicada a la atención física, psicológica, social y espiritual de niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza o abandono.

“La necesidad de las personas me motivó a involucrarme, me di cuenta de que había mucha necesidad en los corazones y saber que podíamos marcar la diferencia en su vida ayudando un poquito me impulsó a colaborar. Vivimos en una sociedad muy ajena a la necesidad por los demás, creo que el preocuparnos unos por otros nos ayuda a crecer y aprender a amarnos entre todos”.

Desde hacer juegos y cantar con ellos, hasta escuchar sus preocupaciones y necesidades, Mariana apoyó a estos menores durante tres años, en donde el pago fue la sonrisa en sus rostros.

“Es bonito ver como cuando están contigo los niños, adolescentes les cambia su cara y aunque sea por unos momentos, su forma de ver la vida, además de sentir la gratitud de las personas, eso es la mejor paga”.

Por último, calificó el voluntariado como una actividad que “brinda mucha alegría y tranquilidad”, pues son acciones que pueden marcar la vida de las personas de manera positiva, es por ello que llamó a la ciudadanía a sumarse en acciones que generen un cambio en la sociedad.

“Creo que todos en nuestra vida deberíamos apoyar en alguna causa, ya sea con niños, adultos mayores, perritos, cuidado el planeta, lo que sea, pues hacer un cambio es un respiro para el alma y como un apapacho al corazón”.

MÁS DE DOS MILLONES DE PERSONAS VOLUNTARIAS EN MÉXICO

A nivel nacional, existen dos millones 68 mil personas de 15 años y más que destinan su tiempo a organizaciones sin fines de lucro, apoyando actividades en favor de la sociedad, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

De dicha cifra, el 57.7 por ciento de los trabajadores lo hacen de forma solidaria, sin recibir una remuneración.

Además, 38 de cada 100 voluntarios participa en labores solidaria en torno a las actividades religiosas, es decir 88.9 por ciento; un 59 por ciento en acciones de salud; 58.8 por ciento en proyectos de desarrollo y vivienda; le siguen las actividades culturales y recreativas con 46.8 por ciento.

Mientras que el 39 por ciento en proyectos a favor de derechos civiles y políticos y un 12.9 por ciento en la enseñanza e investigación.

No es la remuneración económica, más bien las ganas de ayudar y tender una mano amiga lo que motiva a las personas a emprender acciones con el fin de hacer un cambio social bajo el nombre de: voluntarios.

Este 5 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Voluntarios, con el propósito de que más ciudadanos contribuyan a la paz y desarrollo sostenible de su entorno.

En Puebla, María del Rosario Morales es voluntaria desde hace 11 años en el proyecto de Niños Comelibros, un programa de fomento a la lectura y actividades culturales con el objetivo de promover la convivencia entre infantes a través de alternativas educativas.

Rosario calificó esta labor como “romper la idea de la caridad y verlo cercano a la solidaridad”, pues dijo que se debe dejar a un lado la creencia de querer salvar vidas y enfocarlo a un trabajo colaborativo para romper barreras.

“Cuando llegamos a una comunidad y alguien trae una actitud de yo voy a salvarlos hay una barrera y cierre inmediato, pero cuando vamos con el fin de colaborar la perspectiva es otra”, dijo.

Desde su creación en 2010, la también docente ha impulsado la lectura en barrios como El Alto, La Luz y El Refugio, que, desde su perspectiva se caracterizan por tener barreras sociales que impiden integrarse a la oferta cultural de la capital del estado. Aunque arrancó como un proyecto para obtener una beca por seis meses, después se convirtió en una pasión y parte de la rutina, por lo que decidió continuar con el trabajo pese a no contar con recursos económicos.

“Cuando comenzamos a participar nos dimos cuenta que no es un trabajo vertical, no es como yo voy a ayudar a alguien, si no que es un encuentro en que los niños y adultos nos alimentamos y aprendemos sobre dinámicas comunitarias, es como refrescar las ideas y aprender de otros, es un trabajo colaborativo”.

APOYOS PARA NO CLAUDICAR

María comentó que a través de intercambios comerciales con librerías como Gandhi y El Sótano, así como donaciones en especie, se logra aumentar el lote de ejemplares para la biblioteca rodante, pues de otra manera sería casi imposible continuar con el proyecto.

“Cuando hay apoyo económico hay un destinado para comprar libros, también colaboramos con la librería El Sótano en donde hacíamos talleres gratuitos para su público y ellos nos pagaban con libros. El caso más reciente fue con un proyecto que lleva Gandhi en donde ellos donan un librero con cierta cantidad de acervo”, reveló.

Si bien, el voluntariado no es remunerado, comentó que la mejor paga es ser ejemplo de las y los menores. En este sentido, recordó la historia de dos hermanas, quienes primero fueron beneficiarias de este programa y ahora impulsan un nuevo proyecto solidario.

“Hay dos hermanas que conocimos cuando eran niñas en el barrio de El Alto, ellas eran beneficiarias y con el correr de los años se involucraron como miembros del proyecto, se volvieron voluntarias y actualmente continúan en el proyecto , además van a comenzar un círculo de lectura en el barrio como proyecto propio, es satisfactorio ver que somos ejemplo para ellos”.

AYUDA PARA LOS QUE NO TIENEN VOZ

Anabel y Enrique encabezan un proyecto para darle hogar a animales abandonados o víctimas de maltrato en el municipio de Atlixco. Desde hace 10 años el refugio Narices Frías alberga más de 24 perritos que han sido rehabilitados y buscan un nuevo hogar, sin embargo, el camino para esta pareja de amigos no es sencilla.

Dar amor sin esperar nada a cambio es lo que caracteriza a Ana y Enrique, quienes llevan adelante el albergue de perros maltratados, un espacio que sobrevive de donaciones y sorteos que organizan para recaudar fondos.

“Además de los que tenemos acá (los perros), en casa también le damos refugio a otros que lo necesitan, todo lo hacemos con amor. Comienzas a tener afinidad con ellos cuando ves la situación en la que se encontraban y ves que se pueden hacer muchas cosas para mejorar su calidad de vida”, dijo Ana.

Por su parte, Enrique comentó que fue la empatía lo que motivó sus acciones para ayudar a aquellos seres que no tienen voz, y dijo que el voluntariado debe de ser el deseo de ayudar y entregar un poco más.

“La empatía es el concepto que se tiene que usar, quizá cuando eres niño no los conoces (los conceptos) pero sientes, observas a un perro en la calle y desde ese momento te das cuenta que está sufriendo, ya con el tiempo se convierte en algo más claro y después se convierte en un objetivo, yo por eso estudié veterinaria para poder ayudar”, contó.

Ambos coincidieron que desde el día uno el trabajo ha sido complicado en materia económica, pues estos perritos dependen totalmente de ellos, sin embargo, la cara de felicidad de los animalitos y ver los avances en materia de salud que tienen los “lomitos”, son las mejores recompensas.

“Nosotros vemos la cara de felicidad y sin miedo que tienen, desde ahí podemos observar que les hemos dado una mejor calidad de vida, esa es la satisfacción constante, esa es nuestra paga”.

EL VOLUNTARIADO ES MARCAR LA DIFERENCIA

Mariana Rodríguez también dedicó parte de su vida y esfuerzo en apoyar acciones a favor del bien social de aquellos infantes que se encuentran en situación de vulnerabilidad, pero debido a la pandemia y falta de tiempo, tuvo que dejar esta noble labor.

Mar, como sus amistades la conocen, participó como voluntaria en Ejército de Salvación, una asociación que forma parte de la iglesia cristiana en Puebla y que se dedicada a la atención física, psicológica, social y espiritual de niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza o abandono.

“La necesidad de las personas me motivó a involucrarme, me di cuenta de que había mucha necesidad en los corazones y saber que podíamos marcar la diferencia en su vida ayudando un poquito me impulsó a colaborar. Vivimos en una sociedad muy ajena a la necesidad por los demás, creo que el preocuparnos unos por otros nos ayuda a crecer y aprender a amarnos entre todos”.

Desde hacer juegos y cantar con ellos, hasta escuchar sus preocupaciones y necesidades, Mariana apoyó a estos menores durante tres años, en donde el pago fue la sonrisa en sus rostros.

“Es bonito ver como cuando están contigo los niños, adolescentes les cambia su cara y aunque sea por unos momentos, su forma de ver la vida, además de sentir la gratitud de las personas, eso es la mejor paga”.

Por último, calificó el voluntariado como una actividad que “brinda mucha alegría y tranquilidad”, pues son acciones que pueden marcar la vida de las personas de manera positiva, es por ello que llamó a la ciudadanía a sumarse en acciones que generen un cambio en la sociedad.

“Creo que todos en nuestra vida deberíamos apoyar en alguna causa, ya sea con niños, adultos mayores, perritos, cuidado el planeta, lo que sea, pues hacer un cambio es un respiro para el alma y como un apapacho al corazón”.

MÁS DE DOS MILLONES DE PERSONAS VOLUNTARIAS EN MÉXICO

A nivel nacional, existen dos millones 68 mil personas de 15 años y más que destinan su tiempo a organizaciones sin fines de lucro, apoyando actividades en favor de la sociedad, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

De dicha cifra, el 57.7 por ciento de los trabajadores lo hacen de forma solidaria, sin recibir una remuneración.

Además, 38 de cada 100 voluntarios participa en labores solidaria en torno a las actividades religiosas, es decir 88.9 por ciento; un 59 por ciento en acciones de salud; 58.8 por ciento en proyectos de desarrollo y vivienda; le siguen las actividades culturales y recreativas con 46.8 por ciento.

Mientras que el 39 por ciento en proyectos a favor de derechos civiles y políticos y un 12.9 por ciento en la enseñanza e investigación.

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