/ jueves 7 de marzo de 2019

“No somos víctimas, somos sobrevivientes”, esto le hicieron 14 años de violencia a Magaly

Con  35 años de edad se atreve a compartir con El Sol de Puebla la historia que la marcó pero que busca dejar atrás

Magaly ha llorado mucho tiempo, sus ojos la delatan, incluso ahora que ha salido de una vida de violencia que por 14 años vivió con su esposo, no puede contener el llanto cuando recuerda las ofensas que recibió hasta ser amenazada de muerte.

Ese atentado a su vida le dio motivos a la mujer de 35 años edad para dejar a su marido definitivamente y lo que sigue es el divorcio y un sistema de protección de víctimas, de acuerdo con los protocolos que tiene activados uno de los refugios temporales del estado de Puebla y que se mantendrá en funcionamiento durante este año.

Ayer fue el último día que Magaly se mantuvo con sus tres hijos en la estancia, aunque reconoció que aún necesitarán ayuda porque las actitudes del padre ahora las tienen los menores; sin embargo, ella tiene esperanza de que podrá salir adelante sola y para eso busca emprender un negocio de ropa.

“Siempre lo he dicho, no somos víctimas, somos sobrevivientes”, dijo entre lágrimas mientras esperaba su salida del refugio para mujeres. Afuera del recinto ya la esperaban las enfermeras y el personal que la atendió.

Las ofensas comenzaron dos años después que se casó, en el 2004. No pudo decir las palabras que el hombre que amaba le decía sin que su garganta se quebrara. La primera vez que se separó fue porque el esposo le dio varias cachetadas porque fue a visitar a su madre. Desde que en 2006 comenzaron las ofensas, pasaron cinco años desde los primeros golpes.

Sin embargo, regresó a su hogar por presiones de su familia. “Es normal” o “que poco aguantas” fueron parte de los argumentos que recibió cuando decidió dejar a su esposo esa primera vez que fue golpeada, pero ella sabía que algo no estaba bien y por eso comenzó a ahorrar para construir una casa propia, a la que se mudó cuando las ofensas verbales subieron de tono.

Sin embargo, un día, narró, estando en su casa escuchó que alguien tocaba la puerta, y era su marido que la amenazó con arma en mano, fue cuando decidió buscar ayuda y desde el 8 de enero de este año ingresó al refugio para mujeres, el cual reconoce que le ha apoyado de manera importante para recuperar su vida.

“Yo le abrí, nunca había hecho eso, pero ese día llega y me amenaza, así que yo tomo la decisión de pedir ayuda. Yo pedí ayuda al siguiente día".

Qué era lo que nos detenía estar ahí, la respuesta es engañarnos, engañarme a mí misma y pensar que iba a cambiar, cosa que no es cierto. Es lo que nos mantiene, al menos a mí es lo que me mantuvo aferrarme ahí.

LOS REFUGIOS

Magaly reconoció que sin el refugio no hubiera podido superar su vida de violencia porque tuvo el apoyo psicológico y también legal, que por ella misma no habría podido conseguir y tampoco una mensualidad como plantea que dará el Gobierno de la República será suficiente para cubrir todos los gastos, pues hay mujeres que provienen de municipios alejados, aseguró.

Que no los quiten porque la verdad, sí hacen mucha falta, no sé si son pocas o muchas mujeres que piden ayuda, pero sí las hay. Si no estuvieran a dónde terminaríamos, sí es muy importante que continúen porque cuando yo llegué me decían las compañeras: antes de que tu llegaras recortaron mucho personal porque no había recursos por el cambio de presidencias, antes había talleres, repostería, costura y que hacen mucha falta, comentó.

La mujer y sus hijos continuarán en rehabilitación, pues como ella lo comenta, será difícil borrar el maltrato que vivió tantos años.

Magaly ha llorado mucho tiempo, sus ojos la delatan, incluso ahora que ha salido de una vida de violencia que por 14 años vivió con su esposo, no puede contener el llanto cuando recuerda las ofensas que recibió hasta ser amenazada de muerte.

Ese atentado a su vida le dio motivos a la mujer de 35 años edad para dejar a su marido definitivamente y lo que sigue es el divorcio y un sistema de protección de víctimas, de acuerdo con los protocolos que tiene activados uno de los refugios temporales del estado de Puebla y que se mantendrá en funcionamiento durante este año.

Ayer fue el último día que Magaly se mantuvo con sus tres hijos en la estancia, aunque reconoció que aún necesitarán ayuda porque las actitudes del padre ahora las tienen los menores; sin embargo, ella tiene esperanza de que podrá salir adelante sola y para eso busca emprender un negocio de ropa.

“Siempre lo he dicho, no somos víctimas, somos sobrevivientes”, dijo entre lágrimas mientras esperaba su salida del refugio para mujeres. Afuera del recinto ya la esperaban las enfermeras y el personal que la atendió.

Las ofensas comenzaron dos años después que se casó, en el 2004. No pudo decir las palabras que el hombre que amaba le decía sin que su garganta se quebrara. La primera vez que se separó fue porque el esposo le dio varias cachetadas porque fue a visitar a su madre. Desde que en 2006 comenzaron las ofensas, pasaron cinco años desde los primeros golpes.

Sin embargo, regresó a su hogar por presiones de su familia. “Es normal” o “que poco aguantas” fueron parte de los argumentos que recibió cuando decidió dejar a su esposo esa primera vez que fue golpeada, pero ella sabía que algo no estaba bien y por eso comenzó a ahorrar para construir una casa propia, a la que se mudó cuando las ofensas verbales subieron de tono.

Sin embargo, un día, narró, estando en su casa escuchó que alguien tocaba la puerta, y era su marido que la amenazó con arma en mano, fue cuando decidió buscar ayuda y desde el 8 de enero de este año ingresó al refugio para mujeres, el cual reconoce que le ha apoyado de manera importante para recuperar su vida.

“Yo le abrí, nunca había hecho eso, pero ese día llega y me amenaza, así que yo tomo la decisión de pedir ayuda. Yo pedí ayuda al siguiente día".

Qué era lo que nos detenía estar ahí, la respuesta es engañarnos, engañarme a mí misma y pensar que iba a cambiar, cosa que no es cierto. Es lo que nos mantiene, al menos a mí es lo que me mantuvo aferrarme ahí.

LOS REFUGIOS

Magaly reconoció que sin el refugio no hubiera podido superar su vida de violencia porque tuvo el apoyo psicológico y también legal, que por ella misma no habría podido conseguir y tampoco una mensualidad como plantea que dará el Gobierno de la República será suficiente para cubrir todos los gastos, pues hay mujeres que provienen de municipios alejados, aseguró.

Que no los quiten porque la verdad, sí hacen mucha falta, no sé si son pocas o muchas mujeres que piden ayuda, pero sí las hay. Si no estuvieran a dónde terminaríamos, sí es muy importante que continúen porque cuando yo llegué me decían las compañeras: antes de que tu llegaras recortaron mucho personal porque no había recursos por el cambio de presidencias, antes había talleres, repostería, costura y que hacen mucha falta, comentó.

La mujer y sus hijos continuarán en rehabilitación, pues como ella lo comenta, será difícil borrar el maltrato que vivió tantos años.

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