La normalización de la violencia en contra de las mujeres provoca que los casos crezcan, dijo Carolina Centeno, directora de la asociación Cihuautla, quien señaló que Puebla es uno de los estados del país en donde se ejercen más agresiones en contra de las féminas.
El entorno social y cultural, además de la herencia en el lenguaje, juegan un papel fundamental para la trasmisión de estereotipos, frases o símbolos que ubican a la mujer en un rango menor al del hombre.
De acuerdo con datos de la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh 2016) que publica el INEGI, en el estado, seis de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia, que incluye la física, la sexual, la económica e incluso en el centro de trabajo.
La especialista destacó que incluso un pellizco puede ser un indicio de violencia, pero otros más son empujones, nalgadas o que un varón controle de una mujer su forma de vestir, de comportarse y hasta que tome sus artículos personales.
A la fecha, la organización atiende alrededor de una decena de mujeres que han sido violentadas, algunas de ellas se encuentran doblemente victimizadas debido a que no usan los términos correctos a la hora de levantar una denuncia y por esa razón, el Ministerio Público termina desechando los casos.
Ejemplificó que hay féminas que acusan acoso por parte de un superior; sin embargo, cuando el hombre o la mujer tienen un rango más alto es hostigamiento, por lo que el primer término aplica solo para personas que se encuentran en una posición igual en el centro laboral o más abajo. “Son muy importantes los términos”, dijo.
En este sentido, destacó que además que la normalización de la violencia en contra de las mujeres se debe también a la falta de la cultura de la denuncia y asumir que una palabra lasciva o un tocamiento sin consentimiento es “normal” y que les ocurre a las mujeres.