“No vale la pena sufrir, pase lo quepase”, es lo que Reyna Espitia Muñoz, de 70años de edad, dice a quienes se acercan a ella para confiarlealguna preocupación o pedirle un consejo. Una vida llena de malasexperiencias que tuvo desde la niñez la motivan ahora paraescribir un libro a partir del cual tiene la intención de pedir aotras mujeres que se quieran y aprendan a valorar a su familia.
Encontrar una editorial que apoye su proyecto literario es loque ahora necesita. En la Casa del Abue encuentra la inspiraciónpara seguir con vida, pues aprendió que no importa la edad que setenga, las personas siempre pueden aprender a quererse y dedicarsetiempo a sí mismas.
Reyna, es una mujer alta, guapa y sonriente, que a primera vistano representa su edad, a pesar de los momentos, hasta traumáticos,que vivió. Decir que es madre soletera es un cliché, su vida esmás que eso aunque es la responsable de cinco personas quevinieron al mundo por ella y a quienes cuidó y ofreció un futurosin el apoyo de una pareja.
Sus retos en la vida empezaron casi desde que estaba en elvientre de su madre, pues hace 70 años, el machismo era unfenómeno más fuerte que el actual. Cuando nació, al ver su padreque fue niña, golpeó a su esposa, pues éste anhelaba elnacimiento de un varón.
Durante unos cinco años ver a su madre ser golpeada confrecuencia fue la única imagen que la acompañó, hasta que lamadre se cansó de la situación y se separó del padre. Pero elcambio no fue para bien pues fue separada de sus hermanos eingresada a un internado para señoritas. A los 15 años de edad,después de vivir un tiempo con una tía. Se escapó de su hogar,en ese entonces, porque su vida no era la adecuada –a su decir-para una adolecente.
Fue a esa edad que quedó sola en el mundo, tuvo que velar porsí misma. Radicaba en ese entonces en la Ciudad de México, dondese enfrentó a muchos retos por no tener a alguien que se hicieraresponsable de ella, por lo que sufrió constante acoso dediferentes hombres con los que llegaba a encontrarse.
Al cumplir los 20 años de edad, aproximadamente, conoció a unhombre, el padre de tres de sus hijos, con quien tuvo losprincipales sufrimientos y aprendizajes, toda vez que siempre lamantuvo con engaños sobre sí mismo y la obligó a vivir conmuchas carencias. Fue entonces cuando empezó a vivir enPuebla.
Siendo todavía muy joven decidió separarse de su pareja hastaque conoció a otro sujeto con el que tuvo otros dos hijos, conquien vivió las mismas carencias, maltrato, adicciones e inclusoen algún momento de su vida intentó suicidarse dejando en eldesamparo a sus hijos.
Fue a los 39 años de edad cuando tuvo su cuarto embarazo y unosaños después al quinto. Un día, cansada de la vida que tenía,tomó la decisión de hacer lo mismo que a los 15 años de edad:escaparse, pero ahora acompañada de los pequeños a quienesbuscó darles una mejor calidad de vida.
Es cierto que nunca logró tener un patrimonio, pues tampocotuvo la oportunidad de emplearse de manera adecuada, pero salióadelante y brindó las mejores condiciones de vida a sus cincohijos, claro, con ciertas limitaciones, pues económicamentesiempre estuvo reducida.
Nunca es tarde para volver a ser feliz, es lo que demostróReyna. Ansiosa por buscar el amor, se refugió siempre en personasque le hicieron daño y después de muchos años se dio cuenta deque no se necesita de otro para encontrar el amor.
Tras una serie de sufrimientos, Reyna descubrió que no vale lapena tener una vida así y que siempre es posible aprender aquererse, se refugió en Dios y aprendió a perdonarse y otorgar elperdón a quienes le hicieron daño, ese fue prácticamente elmétodo para cambiar de forma radical su vida y evitarrencores.
Ella está segura de que nunca es tarde para encontrar lareconciliación y por medio del libro que comenzó a escribir hacealgunos meses, en el que relatará con mayor detalle estasexperiencias, a través de las cuales quiere proponer a loslectores que busquen la felicidad. “Aprendí y quiero que la gentesepa que no es como esté uno sino cómo se siente; es decir, quesiempre tendremos que enfrentarnos a muchos problemas y la vida nosva a dar golpes, pero la forma en la que los recibamos hará ladiferencia y, también, creo que no vale la pena sufrir porque elsufrimiento no es eterno, debemos encontrar un camino diferente alo que vivimos”, expresó.