La octava “Marcha de las Putas” se cumplió. Fueron mujeres quienes salieron a las calles la tarde de ayer para exigir un alto a la violencia en contra del género femenino y para evidenciar los feminicidios por los cuales no ha habido castigos en Puebla, así como exigir justicia por estos casos.
Mujeres con el torso desnudo y la cara cubierta con pañoletas y símbolos de color verde, mensajes escritos en sus cuerpos así como una serie de consignas se reunieron en un contingente. Hartas de la violencia caminaron acompañadas por la madre y otras familiares de Paulina Camargo, caso que aún no tiene solución, así como por integrantes de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes (UPVE) 28 de Octubre, mismas que siguen exigiendo justicia por el asesinato de Meztli Sarabia.
Las demandantes salieron del Gallito de Puebla con dirección al Congreso del Estado, donde se detuvieron unos minutos para contar uno por uno los 63 feminicidios de los cuales ellas tienen conocimiento, ante los ojos de apoyo e intolerantes de quienes las veían desfilar hasta su llegada al Jardín del Carmen.
Ya en el lugar, las seguidoras de este movimiento pronunciaron algunos de los nombres de las mujeres que han sido asesinadas en Puebla. Rocío Limón Maldonado, madre de Paulina Camargo, se pronunció para que las autoridades resuelvan los homicidios de su hija y otras tantas jóvenes que han perdido la vida y que todavía no obtienen justicia.
A lo largo de toda la caminata recitaron una serie de consignas como: “Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”, “Y ahora que estamos juntas y ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer; arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer”.
Fue precisamente al llegar al Congreso del Estado donde las mujeres acusaron a los legisladores por la omisión de las leyes razón por la que, advirtieron, no hay justicia para las mujeres por lo que fuera de la sede gritaron durante varios minutos: “asesinos son ustedes”.
“La Marcha de las Putas” nació en Canadá en 2011, el nombre surgió por un policía que argumentó que “si las mujeres no querían ser violadas deberían dejar de vestirse como putas”, sin embargo, a lo largo de los años se ha desvirtuado el sentido y la marcha, incluso en los medios de comunicación, se ha manejado como una manifestación de sexoservidoras y con otros encabezados fuera del propósito.