/ jueves 19 de enero de 2023

Pobladores de Huejotzingo luchan por la salvación del río Xochiac

La devastación ecológica del río Xochiac y la ausencia de la reparación del daño estancaron el desarrollo de muchos pobladores y sus familias

El río Xochiac, situado en la junta auxiliar de Santa Ana Xalmimilulco, en Huejotzingo, es el afluente más contaminado de Puebla. Sus aguas agonizan cada segundo frente a la descarga de sustancias tóxicas y metales pesados, que provienen de industrias y algunos negocios y hogares. Quienes viven en sus riberas están condenados a enfermar tarde o temprano; y aunque la polución es incesable, los aguerridos pobladores que defienden su protección desde hace más de tres décadas no pierden la esperanza de sanear el raudal que algún día fue símbolo de prosperidad en ese municipio.

Hasta el siglo pasado el agua de este afluente era utilizada para beber, regar cultivos y mantener florecidos paisajes en sus orillas. Bajo la promesa del progreso económico, decenas de industrias se asentaron en este y otros municipios de la zona metropolitana de la capital del estado. Aunque las altas ganancias de estas empresas son innegables, algunos habitantes reconocen que la prosperidad fracasó, pues la devastación ecológica y la ausencia de la reparación del daño estancaron el desarrollo de muchos pobladores y sus familias.

La doctora en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y académica del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas de esa misma institución, Regina Dorinda Montero Montoya, ha dedicado los últimos años de su carrera profesional al minucioso estudio del detrimento de la Cuenca del Alto Atoyac, a la cual pertenece el mencionado raudal.

En entrevista con El Sol de Puebla, la bióloga explica que la presencia de metales pesados en el Xochiac y el resto de ríos que se conectan entre sí creció en las últimas dos décadas. Estos compuestos alcanzan los cultivos regados con sus aguas, así como al ganado que se hidrata con ese líquido y, eventualmente, a los seres humanos. Esta sustancia es causante de enfermedades cancerígenas, renales y crónicas.

Conocer con exactitud cuántas sustancias persisten es una tarea compleja, pues los estudios son costosos y la Academia no puede absorber enteramente esta inversión, dado que el análisis de las condiciones hídricas es una responsabilidad del Estado. Aunado a ello, no existe un registro público de cuántos diagnósticos son adjudicados a esta situación.

Montero Montoya relata que el arribo de industrias a Huejotzingo, así como el rezago hidrosanitario del municipio y el desinterés de las autoridades por sancionar a quienes contaminan el río, agudizaron la situación en los últimos años. Los altos niveles de toxicidad afectan, principalmente, a quienes habitan en los 4 kilómetros de ribera; sin embargo, el daño se extiende, gracias a que dichas sustancias son volátiles.

En 2020, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) condujo un estudio para evaluar la polución de los principales ríos y afluentes que componen la Cuenca del Alto Atoyac, entre ellos el mencionado raudal. El resultado expuso que, cada día, se vertían, tan sólo en los ríos Xochiac y Atoyac, poco más de 146 toneladas de materia orgánica contaminada.

Para medir el nivel de toxicidad máximo permitido en los ríos de la nación, la Norma Oficial Mexicana NOM-001-SEMARNAT-2021 define al menos diez parámetros, de los cuales destacan dos: la Demanda Química de Oxígeno (DQO) y la Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO).

En términos prácticos, el primer parámetro –el de mayor relevancia por sus daños a la salud humana– se refiere a la escasez de oxígeno que existe en un cuerpo de agua. El segundo hace referencia a la cantidad de oxígeno que piden las partículas orgánicas que afectan la calidad del líquido, es decir, las bacterias. El valor más alto de DQO ronda entre 150 y 210 miligramos por litro (mg/L). En cuanto a DBO, la autoridad no define una cifra máxima permitida, pero sí lo contempla como factor de polución.

En el Río Xochiac la Conagua detectó que, hasta 2022, la DBO del afluente era de 240 mg/L; en el caso de la DQO, su valor fue superior a 500 mg/L en 2020. Estas cifras lo convirtieron en el raudal más contaminado del estado.

A decir de la doctora en Ciencias Ambientales por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y académica de la Universidad Iberoamericana Puebla, Gabriela Pérez Castresana, el nivel real de DQO en el Xochiac puede superar incluso los 1000 mg/L.

Los pobladores cercanos al río resisten el consumismo que provoca la proliferación de industrias y empresas desinteresadas en la preservación ecológica de los lugares en los que se instalan. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Vivir junto al río

“Todas las mañanas sale un olor que casi se muere uno, ¿pues cómo no?, si vivimos junto a estas aguas asquerosísimas (...) Ya no sé ni qué es lo que echan pero apesta horrible”: Es así como Juana Juárez García, una mujer de 70 años de edad originaria de Santa Ana Xalmimilulco, relata su experiencia al vivir a escasos metros de la corriente del Xochiac.

Una vez terminada la jornada laboral de José Luis Sixto García, esposo de la señora Juana, el matrimonio recibe con entusiasmo al equipo periodístico de El Sol de Puebla afuera de su casa, que está hecha con cemento, láminas y algunas rejas de metal, y cimentada sobre un predio desnivelado en la ribera del afluente.

“Doña Juana, pero, ¿ni el frío le da batalla al olor, verdad?”; “Uy, no, si ahorita está bajito, pero pa qué le cuento cuando sale el sol, se pone más espumosa el agua y hay más olor… Una vecina vino y me dijo, ‘oye Juana ¿apoco no te molesta el olor?’, le dije, ‘mira, por lo regular yo tempranísimo me levanto y hago mis cosas, pero cuando sale el sol me meto a la cocina y me encierro’; si tengo que cocinar, cocino, pero con la ventana cerrada, de otra forma no se puede”, responde la mujer.

Por si esto fuera poco, el señor Sixto García reconoce que su salud y la de su familia ha sufrido cambios que, si bien los considera “no graves”, los ubica como “extraños”, pues se presentan ocasionalmente desde hace varios años; estos son principalmente de índole respiratoria.

Es por ello que los verbos “normalizar” o “acostumbrarse” son incapaces de describir la forma en como doña Juana y su familia, que hoy asciende a los 16 integrantes, llevan a cabo su cotidianidad a las orillas del raudal.

Cuando el matrimonio cimentó su hogar hace más de tres décadas, ambos lo hicieron convencidos de que vivir junto al río les serviría para sembrar hortalizas y hacerse de animales para alimentar y luego vender.

Aunque la decisión de instalarse en ese lugar fue, efectivamente, la esperanza de su porvenir, también lo hicieron porque hacerlo en otro lugar sería imposible de solventar, ya que don José Luis, quien lleva el sustento económico en su hogar, no tenía un empleo fijo y sus condiciones económicas no eran las idóneas, relata la señora Juana.

Al seguir viviendo en ese lugar resisten los efectos de la desigualdad laboral, pero también del consumismo que provoca la proliferación de industrias y empresas desinteresadas en la preservación ecológica de los lugares en los que se instalan.

Actualmente sólo cumplieron uno de los dos objetivos que ambos anhelaban al llegar a ese río –en el que solían nadar e incluso pescar hace casi 40 años–, el de criar ganado.

Hoy son propietarios de al menos dos vacas pequeñas que tienen estómagos atípicamente hinchados. Mientras pastan en la ribera, doña Juana asegura que mantiene vigilancia sobre los animales para evitar que beban el agua contaminada, confiesa que en ocasiones les gana la curiosidad y llegan a las orillas del raudal.

Don José Luis la interrumpe y confiesa que las vacas “son traviesas” y en ocasiones bajan al río: “Luego los animales son necios, toman agua, quieren tomar agua sucia; se van en cualquier momento y nos ganan”.

El costo humano

Las afecciones de salud que la familia del señor Sixto García ha presentado no son casualidad. Aunque no es posible saber a simple vista que sus padecimientos son ocasionados por su cercanía al raudal, hay riesgos documentados de salud que afectan a las personas que están cercanas a cuerpos hídricos como el Xochiac, subraya la doctora de la UNAM.

“Hemos encontrado que las personas que viven en las comunidades ribereñas presentan más daño genotóxico que las que se encuentran a más de cuatro kilómetros del río, y es un daño directo porque las células son expuestas a los compuestos tóxicos y se produce un rompimiento cromosómico”, refiere.

En otras palabras, la exposición a las sustancias tóxicas que navegan en el afluente incrementan las posibilidades de daños pulmonares, renales y cardiovasculares, etcétera, a quienes habitan a tan sólo unos pasos del raudal; también aumenta la probabilidad de provocar cáncer y otros padecimientos crónicos, hasta malformaciones congénitas.

El comisario ejidal de Santa Ana Xalmimilulco, Miguel Amaro Flores, es uno de los hombres con mayor influencia social en la junta auxiliar, además de ser uno de los más aguerridos defensores del saneamiento del Río Xochiac.

En entrevista, Amaro Flores detalla que, desde hace una década, la población empezó a alarmarse por el aumento de casos de leucemia infantil, principalmente en los hogares ribereños, en los cuales algunos niños inclusive fallecieron.

“Si hay niños que están muriendo y enfermando nos debe encender la alerta, o sea, uno debe pensar qué está pasando, y lo que se nos ocurre a muchos es la contaminación, o sea, el aire que respiramos y el agua que bebemos”, señala efusivo el comisario ejidal.

Su único instrumento de medición son los avisos que los habitantes de su comunidad, las familias afectadas y compañeros ejidatarios le hacen de forma verbal.

Por ello, El Sol de Puebla se dio a la tarea de consultar con personal del Centro de Salud de Santa Xalmimilulco –el principal espacio de salubridad en la comunidad– cuántos pacientes de leucemia fueron atendidos en años pasados.

Por razones de protocolo, se indicó que era necesario pedir la información por la vía institucional al área de Comunicación Social de la Secretaría de Salud estatal.

Atendiendo esa recomendación, se pidió a la dependencia conocer el número de casos de leucemia que fueron atendidos en ese recinto clínico durante los últimos años, además de identificar cuáles son las principales afecciones de salud diagnosticadas en ese lugar, que pertenece a la jurisdicción número cinco. No obstante, hasta el cierre de esta edición, Salud no compartió ninguno de los datos solicitados.

Hay riesgos documentados de salud que afectan a las personas que están cercanas a cuerpos hídricos como el Xochiac. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Daños irreparables

A decir de Montero Montoya, las personas con exposición permanente al Xochiac tendrán alguna afectación de salud en el corto, mediano o largo plazo. Las mujeres y hombres en edad reproductiva, entre los 20 y 45 años de edad, así como personas adultas mayores e infancias, son la población con el riesgo más alto de enfermarse.

El escenario es peor para los bebés que viven en el vientre materno, pues son afectados por el contacto que sus madres pudiesen tener con compuestos tóxicos, dado que la placenta no puede proteger al neonato ante este tipo de sustancias.

Esto puede provocar que el bebé nazca enfermo y que, además, contraiga más padecimientos en el futuro, como puede ser leucemia: “Si una persona adulta que se expone a un tóxico se va a enfermar dentro de 10, 15 o 20 años, un niño que está expuesto desde el desarrollo embrionario va a nacer con algún problema y, a lo largo de su vida, si sigue expuesto, va a desarrollar otros problemas”.

“Cuando estás en edad de tener hijos estás expuesto a compuestos tóxicos, las células germinales pueden sufrir daño (...) todo esto puede afectar la descendencia. Los niños que están gestando en vientre materno, también están expuestos; la placenta protege contra parásitos, microorganismos, bacterias, pero no contra componentes químicos, porque las moléculas del compuesto químico son muy pequeñitas y son solubles en lípidos, entonces, pueden pasar por las membranas celulares”, añade.

Agrega que la organización internacional Greenpeace detectó hace una década que el Río Xochiac llevaba entre sus aguas algunas cantidades de benceno, tolueno y ftalatos.

Estos últimos compuestos son utilizados por las fábricas para brindar la capacidad de maleabilidad a los plásticos. Sin embargo, su contacto con el organismo humano es peligroso, pues es considerado un disruptor endócrino. Esto significa que quien está expuesto a los ftalatos puede perder o disminuir su producción hormonal. En menores esto afecta al desarrollo en todos los aspectos.

Además, cabe mencionar que la Organización de Naciones Unidas (ONU) dio a conocer en 2022 que la contaminación atmosférica, que es ocasionada en parte por la polución de los ríos, puesto que las sustancias tóxicas se volatilizan en el aire, es la principal causa de muertes prematuras a nivel mundial.

Condenados al perjuicio

De acuerdo con los censos de la autoridad ejidal de Santa Ana Xalmimilulco, el 20 por ciento de la superficie cultivada con productos como maíz, alfalfa y frijol, etcétera, es regada con aguas contaminadas del Xochiac. En el caso del ganado, se estima que el 30 por ciento consume alimento tóxico o que bebe de las aguas del raudal.

Esto preocupa a Amaro Flores, pues evidencia que muchos productos que se hacen en ese lugar pueden causar daños a la salud. De no implementar acciones para sanear el afluente y mejorar las condiciones de los agricultores, estima que el porcentaje aumente y que, en el largo plazo, la mayoría de alimentos saliente de Huejotzingo esté contaminada.

Por su parte, la doctora Pérez Castresana indica que hoy en día son pocas las probabilidades de que haya hortalizas no contaminadas, pues el agua utilizada para su riego se encuentra casi siempre en condiciones escasamente purificadas.

“Eso no es algo nuevo, es decir, los agricultores siempre riegan con esa agua que antes no estaba sucia, no estaba contaminada, pero ahora está contaminada (...) Cada vez es más difícil contar con una fuente de agua de buena calidad, es un problema complejo”, señala.

Ante ese panorama, la experta, quien además ostenta una Maestría en Ecología por la Universidad Central de Venezuela, advierte que las condiciones de inseguridad alimentaria e incluso hídrica serán desfavorables, no sólo para Huejotzingo, sino para toda la cuenca.

Además, la incidencia de niños y jóvenes enfermos aumentará, principalmente con padecimientos renales, cardiovasculares y cancerígenos, contribuyendo a la disminución de la esperanza de vida en Puebla.

Expertos señalan que las personas con exposición permanente al Xochiac tendrán alguna afectación de salud en el corto, mediano o largo plazo. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Luchar por siempre

Hace algunos meses el señor Alejandro Juárez Juárez, oriundo de Huejotzingo y valeroso activista comunitario, fue diagnosticado con cáncer. Desde hace por lo menos una década y media ha caminado junto a personas como Amaro Flores para frenar la polución del río que lo vio crecer.

En una emotiva charla con este diario, el hombre, que hoy tiene más de 60 años de edad, asegura que no le interesa conocer si su diagnóstico está relacionado con la contaminación del afluente, pues sostiene que no hay tiempo que perder en la lucha para evitar que más personas se enfermen por estas acciones.

“Yo nada más digo, yo ya estoy viejo, ya me voy a morir, pero los que están bien son los jóvenes y les [puede] agarrar esa enfermedad (cáncer), pues yo creo que no es nada justo”, comparte.

En su caso, asegura sentirse traicionado por las autoridades de los gobiernos federal, estatal y municipal, quienes por más de 10 años se han hecho de “oídos sordos” para no hacerse cargo del deterioro ambiental y “echarse la bolita” entre ellas.

"Alguien nos está mintiendo"

“Alguien nos está mintiendo, no nos están diciendo la verdad”, señala con coraje y enojo Amaro Flores, al relatar que ninguna autoridad ha hecho lo propio, ni para sancionar a quienes vierten desechos sin ser tratados, ni tampoco para desazolvar ni sanear el raudal.

Tan sólo durante la administración de la presidenta municipal de Huejotzingo, Angélica Alvarado, la comunidad ejidal de Santa Ana Xalmimilulco ha pagado cerca de 200 mil pesos por desazolvar algunos puntos del afluente que, debido a la contaminación excesiva, inclusive con objetos y basura, se atascan durante la temporada de lluvias y ocasionan el eventual desbordamiento del río.

A esto se le suma que ninguna autoridad ha hecho algo por atender los reportes de desagües presuntamente provenientes de los complejos industriales Quetzalcoatl y Ciudad Textil, los cuales arrojan líquidos corrosivos, sucios, pestilentes y dañinos para la salud, denuncia Amaro Flores.

A propósito, El Sol de Puebla atestiguó y comprobó la existencia de una tubería que desemboca directamente al Xochiac, sin un filtro o cárcamo que detenga el vertimiento de sustancias tóxicas. Este hallazgo fue cerca de las coordenadas 19.213217, -98.391724. Este lugar se encuentra a escasos metros de la Universidad Tecnológica de Huejotzingo y del centro de salud municipal, así como diversos asentamientos humanos. Sus aguas tienen tonos blancos, morados, rojos y oscuros, y el aroma es intolerable.

Ante este descubrimiento, se solicitó a la Conagua, en al menos dos ocasiones, una postura institucional sobre si la descarga en cuestión era legal. No obstante, hasta este momento la dependencia federal no emitió un pronunciamiento todavía.

Quien también fue invitado a participar en esta pieza editorial fue el Ayuntamiento de Huejotzingo. Sin embargo, la autoridad municipal ignoró el ofrecimiento hecho mediante su coordinación de Comunicación Social. Otro de los temas que se buscaba tocar con el gobierno local era las acciones destinadas a atender la recomendación 10/2017, hecha por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) a ese ayuntamiento y al de San Martín Texmelucan, en la que se pidió emplear actos enfocados al saneamiento del raudal.

La contaminación del agua en Huejotzingo

Además del Río Xochiac, el Río Xopanac, el otro de los dos afluentes que atraviesan por este municipio, es utilizado como vertedero de residuos, principalmente por drenajes domésticos. De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en Huejotzingo hay cinco empresas que contaminan el agua en ese lugar. Aunque la dependencia no especifica hacia cuál de los dos afluentes se hacen las descargas, se sabe que, en primer lugar, la compañía Aunde México, situada en el Parque Industrial Quetzalcóatl y dedicada a fabricar vestiduras para vehículos, contaminaba el agua, hasta 2020, con 9.4 kilogramos (kg) de cromo al año, 7.6 kg de níquel y 3.7 kg de plomo.

También del ramo automotriz, Magna Seating, que se encarga de producir y elaborar componentes vehiculares, emitía hasta ese año 1.6 kg de cromo y 1.3 kg de níquel anuales. Algo muy similar vivió la empresa Posco MPPC, dedicada al mismo rubro económico, pues lanzó 1.5 kg de níquel a la atmósfera.

Por su parte, Ajemex, compañía multinacional dedicada a la producción de bebidas, tales como el refresco Big Cola o la bebida energética Volt, contamina las aguas de la nación con 8.3 kg de plomo, 5.7 kg de níquel, 5.7 kg de cromo, 1.8 kg de cadmio.

Al respecto, la doctora Montero Montoya señala que, si bien los procesos industriales representan la mayor carga de responsabilidad sobre la polución del afluente, los medianos y pequeños negocios, así como las descargas de los hogares situados de forma regular e irregular en el municipio, contribuyen al detrimento ecológico del sitio.

Valentín Cordero Juárez es vecino de la citada junta auxiliar. Él es una de las tantas personas que observó la transformación del raudal, desde ser una fuente de vida, hasta convertirse en el afluente más contaminado de Puebla.

Desde su perspectiva, la prosperidad económica que se prometió a los ciudadanos con la llegada de empresas fue una falacia, al menos para quienes habitan en ese lugar lejano a la cabecera municipal, pues expone que el costo de generar productos para todo el planeta es, de hecho, la devastación ecológica en comunidades como la suya.

“No solamente nos contamina, sino que nos quitan los recursos, tanto naturales como los económicos (...) Con las empresas que están establecidas es para que ya hubiera habido un cambio en el pueblo, y el pueblo está sumido en el olvido, no hay obras, no hay nada, o sea que no existe el progreso, nunca llegó”, establece.

Aunado a ello, relata que en la última década la presión medioambiental ejercida contra el suelo y el agua se incrementó con la llegada de dos complejos residenciales, Real Segovia y Paseo de los Sauces, construidos por dos inmobiliarias distintas.

Además de las descargas domésticas de ambas unidades, el crecimiento de la población en ese lugar alteró el suministro de agua en la comunidad. En el pasado, los habitantes de Santa Ana Xalmimilulco obtenían el agua de pozos, pero eso ya no es posible, pues la polución del suelo alcanzó los mantos freáticos y, además, la autoridad local instó a sus habitantes a recibir el servicio de agua potable municipal, precisa don Valentín.

¿Entubar el río?

En un sondeo realizado por esta casa editorial en las inmediaciones del Río Xochiac, la gente coincidió en que el olor desprendido por el raudal es difícil de respirar, sobre todo en épocas de calor. A la hora de cuestionar a la ciudadanía sobre las recomendaciones que proponen para acabar con el problema, la gran mayoría sugirió dos cosas: limpiar el raudal y entubar el río.

La doctora Montero Montoya explica que colocar el afluente en una tubería jamás será una opción viable, pues al hacerlo lo único que se logra es secar la zona y, con ello, se afecta la flora y fauna que se beneficia con el paso de agua, pero aún más importante, la contaminación no acaba y más bien el Xochiac se convertiría en una “cloaca gigante”.

Por esa razón, tanto la experta de la UNAM como la académica de la Ibero Puebla hacen hincapié en que la única forma de proteger el ecosistema y revertir los daños es el saneamiento del río y la clausura de fuentes de contaminación. Señalan que esto no se logrará sin la voluntad de la autoridad y el diseño de una estrategia sustentable.

Como sugerencia, refieren que debe adoptarse un modelo de economía circular. Esto quiere decir que las empresas que contaminan con su producción, deben ofrecer también soluciones que eviten la polución, es decir, deben asegurar que el destino final de sus productos no agudizará las condiciones desfavorables que hay en el ambiente.

Además, las especialistas opinan que esta zona de la Cuenca del Alto Atoyac ya no puede recibir más industrias. Lo anterior en referencia al Programa Metropolitano de Puebla-Tlaxcala, que se perfila a ser instaurado por autoridades federales y gobiernos de ambos estados. Se trata de un plan de ordenamiento territorial que incluye, entre otras cosas, la instalación de más empresas en la región.

Por su parte, el señor Cordero Juárez reconoce que la apatía de la población es un obstáculo que se contrapone a la restauración de este raudal, pues muchas personas se oponen al castigo de entes responsables, al punto de incluso amenazar a personas como él o el comisariado ejidal. Por ello, aunque respeta que hay personas que se benefician indirectamente con la existencia de las empresas en ese lugar, insiste en que el detrimento ecológico es más importante que cualquier otra cosa.

Finalmente, el comisario Amaro Flores refiere que seguirá firme en su lucha contra la polución del Xochiac. Señala que no descansará hasta que sus hijos y nietos conozcan la cara del afluente que a él le tocó vivir y no ésta que, desde sus ojos, es desgarradora. En ese cometido busca que, además de las empresas que se han beneficiado de su contaminación, las autoridades que históricamente se mantuvieron inactivas ante el problema paguen por su responsabilidad y restauren los daños ecológicos y de salud hechos al pueblo de Santa Ana Xalmimilulco.

El río Xochiac, situado en la junta auxiliar de Santa Ana Xalmimilulco, en Huejotzingo, es el afluente más contaminado de Puebla. Sus aguas agonizan cada segundo frente a la descarga de sustancias tóxicas y metales pesados, que provienen de industrias y algunos negocios y hogares. Quienes viven en sus riberas están condenados a enfermar tarde o temprano; y aunque la polución es incesable, los aguerridos pobladores que defienden su protección desde hace más de tres décadas no pierden la esperanza de sanear el raudal que algún día fue símbolo de prosperidad en ese municipio.

Hasta el siglo pasado el agua de este afluente era utilizada para beber, regar cultivos y mantener florecidos paisajes en sus orillas. Bajo la promesa del progreso económico, decenas de industrias se asentaron en este y otros municipios de la zona metropolitana de la capital del estado. Aunque las altas ganancias de estas empresas son innegables, algunos habitantes reconocen que la prosperidad fracasó, pues la devastación ecológica y la ausencia de la reparación del daño estancaron el desarrollo de muchos pobladores y sus familias.

La doctora en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y académica del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas de esa misma institución, Regina Dorinda Montero Montoya, ha dedicado los últimos años de su carrera profesional al minucioso estudio del detrimento de la Cuenca del Alto Atoyac, a la cual pertenece el mencionado raudal.

En entrevista con El Sol de Puebla, la bióloga explica que la presencia de metales pesados en el Xochiac y el resto de ríos que se conectan entre sí creció en las últimas dos décadas. Estos compuestos alcanzan los cultivos regados con sus aguas, así como al ganado que se hidrata con ese líquido y, eventualmente, a los seres humanos. Esta sustancia es causante de enfermedades cancerígenas, renales y crónicas.

Conocer con exactitud cuántas sustancias persisten es una tarea compleja, pues los estudios son costosos y la Academia no puede absorber enteramente esta inversión, dado que el análisis de las condiciones hídricas es una responsabilidad del Estado. Aunado a ello, no existe un registro público de cuántos diagnósticos son adjudicados a esta situación.

Montero Montoya relata que el arribo de industrias a Huejotzingo, así como el rezago hidrosanitario del municipio y el desinterés de las autoridades por sancionar a quienes contaminan el río, agudizaron la situación en los últimos años. Los altos niveles de toxicidad afectan, principalmente, a quienes habitan en los 4 kilómetros de ribera; sin embargo, el daño se extiende, gracias a que dichas sustancias son volátiles.

En 2020, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) condujo un estudio para evaluar la polución de los principales ríos y afluentes que componen la Cuenca del Alto Atoyac, entre ellos el mencionado raudal. El resultado expuso que, cada día, se vertían, tan sólo en los ríos Xochiac y Atoyac, poco más de 146 toneladas de materia orgánica contaminada.

Para medir el nivel de toxicidad máximo permitido en los ríos de la nación, la Norma Oficial Mexicana NOM-001-SEMARNAT-2021 define al menos diez parámetros, de los cuales destacan dos: la Demanda Química de Oxígeno (DQO) y la Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO).

En términos prácticos, el primer parámetro –el de mayor relevancia por sus daños a la salud humana– se refiere a la escasez de oxígeno que existe en un cuerpo de agua. El segundo hace referencia a la cantidad de oxígeno que piden las partículas orgánicas que afectan la calidad del líquido, es decir, las bacterias. El valor más alto de DQO ronda entre 150 y 210 miligramos por litro (mg/L). En cuanto a DBO, la autoridad no define una cifra máxima permitida, pero sí lo contempla como factor de polución.

En el Río Xochiac la Conagua detectó que, hasta 2022, la DBO del afluente era de 240 mg/L; en el caso de la DQO, su valor fue superior a 500 mg/L en 2020. Estas cifras lo convirtieron en el raudal más contaminado del estado.

A decir de la doctora en Ciencias Ambientales por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y académica de la Universidad Iberoamericana Puebla, Gabriela Pérez Castresana, el nivel real de DQO en el Xochiac puede superar incluso los 1000 mg/L.

Los pobladores cercanos al río resisten el consumismo que provoca la proliferación de industrias y empresas desinteresadas en la preservación ecológica de los lugares en los que se instalan. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Vivir junto al río

“Todas las mañanas sale un olor que casi se muere uno, ¿pues cómo no?, si vivimos junto a estas aguas asquerosísimas (...) Ya no sé ni qué es lo que echan pero apesta horrible”: Es así como Juana Juárez García, una mujer de 70 años de edad originaria de Santa Ana Xalmimilulco, relata su experiencia al vivir a escasos metros de la corriente del Xochiac.

Una vez terminada la jornada laboral de José Luis Sixto García, esposo de la señora Juana, el matrimonio recibe con entusiasmo al equipo periodístico de El Sol de Puebla afuera de su casa, que está hecha con cemento, láminas y algunas rejas de metal, y cimentada sobre un predio desnivelado en la ribera del afluente.

“Doña Juana, pero, ¿ni el frío le da batalla al olor, verdad?”; “Uy, no, si ahorita está bajito, pero pa qué le cuento cuando sale el sol, se pone más espumosa el agua y hay más olor… Una vecina vino y me dijo, ‘oye Juana ¿apoco no te molesta el olor?’, le dije, ‘mira, por lo regular yo tempranísimo me levanto y hago mis cosas, pero cuando sale el sol me meto a la cocina y me encierro’; si tengo que cocinar, cocino, pero con la ventana cerrada, de otra forma no se puede”, responde la mujer.

Por si esto fuera poco, el señor Sixto García reconoce que su salud y la de su familia ha sufrido cambios que, si bien los considera “no graves”, los ubica como “extraños”, pues se presentan ocasionalmente desde hace varios años; estos son principalmente de índole respiratoria.

Es por ello que los verbos “normalizar” o “acostumbrarse” son incapaces de describir la forma en como doña Juana y su familia, que hoy asciende a los 16 integrantes, llevan a cabo su cotidianidad a las orillas del raudal.

Cuando el matrimonio cimentó su hogar hace más de tres décadas, ambos lo hicieron convencidos de que vivir junto al río les serviría para sembrar hortalizas y hacerse de animales para alimentar y luego vender.

Aunque la decisión de instalarse en ese lugar fue, efectivamente, la esperanza de su porvenir, también lo hicieron porque hacerlo en otro lugar sería imposible de solventar, ya que don José Luis, quien lleva el sustento económico en su hogar, no tenía un empleo fijo y sus condiciones económicas no eran las idóneas, relata la señora Juana.

Al seguir viviendo en ese lugar resisten los efectos de la desigualdad laboral, pero también del consumismo que provoca la proliferación de industrias y empresas desinteresadas en la preservación ecológica de los lugares en los que se instalan.

Actualmente sólo cumplieron uno de los dos objetivos que ambos anhelaban al llegar a ese río –en el que solían nadar e incluso pescar hace casi 40 años–, el de criar ganado.

Hoy son propietarios de al menos dos vacas pequeñas que tienen estómagos atípicamente hinchados. Mientras pastan en la ribera, doña Juana asegura que mantiene vigilancia sobre los animales para evitar que beban el agua contaminada, confiesa que en ocasiones les gana la curiosidad y llegan a las orillas del raudal.

Don José Luis la interrumpe y confiesa que las vacas “son traviesas” y en ocasiones bajan al río: “Luego los animales son necios, toman agua, quieren tomar agua sucia; se van en cualquier momento y nos ganan”.

El costo humano

Las afecciones de salud que la familia del señor Sixto García ha presentado no son casualidad. Aunque no es posible saber a simple vista que sus padecimientos son ocasionados por su cercanía al raudal, hay riesgos documentados de salud que afectan a las personas que están cercanas a cuerpos hídricos como el Xochiac, subraya la doctora de la UNAM.

“Hemos encontrado que las personas que viven en las comunidades ribereñas presentan más daño genotóxico que las que se encuentran a más de cuatro kilómetros del río, y es un daño directo porque las células son expuestas a los compuestos tóxicos y se produce un rompimiento cromosómico”, refiere.

En otras palabras, la exposición a las sustancias tóxicas que navegan en el afluente incrementan las posibilidades de daños pulmonares, renales y cardiovasculares, etcétera, a quienes habitan a tan sólo unos pasos del raudal; también aumenta la probabilidad de provocar cáncer y otros padecimientos crónicos, hasta malformaciones congénitas.

El comisario ejidal de Santa Ana Xalmimilulco, Miguel Amaro Flores, es uno de los hombres con mayor influencia social en la junta auxiliar, además de ser uno de los más aguerridos defensores del saneamiento del Río Xochiac.

En entrevista, Amaro Flores detalla que, desde hace una década, la población empezó a alarmarse por el aumento de casos de leucemia infantil, principalmente en los hogares ribereños, en los cuales algunos niños inclusive fallecieron.

“Si hay niños que están muriendo y enfermando nos debe encender la alerta, o sea, uno debe pensar qué está pasando, y lo que se nos ocurre a muchos es la contaminación, o sea, el aire que respiramos y el agua que bebemos”, señala efusivo el comisario ejidal.

Su único instrumento de medición son los avisos que los habitantes de su comunidad, las familias afectadas y compañeros ejidatarios le hacen de forma verbal.

Por ello, El Sol de Puebla se dio a la tarea de consultar con personal del Centro de Salud de Santa Xalmimilulco –el principal espacio de salubridad en la comunidad– cuántos pacientes de leucemia fueron atendidos en años pasados.

Por razones de protocolo, se indicó que era necesario pedir la información por la vía institucional al área de Comunicación Social de la Secretaría de Salud estatal.

Atendiendo esa recomendación, se pidió a la dependencia conocer el número de casos de leucemia que fueron atendidos en ese recinto clínico durante los últimos años, además de identificar cuáles son las principales afecciones de salud diagnosticadas en ese lugar, que pertenece a la jurisdicción número cinco. No obstante, hasta el cierre de esta edición, Salud no compartió ninguno de los datos solicitados.

Hay riesgos documentados de salud que afectan a las personas que están cercanas a cuerpos hídricos como el Xochiac. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Daños irreparables

A decir de Montero Montoya, las personas con exposición permanente al Xochiac tendrán alguna afectación de salud en el corto, mediano o largo plazo. Las mujeres y hombres en edad reproductiva, entre los 20 y 45 años de edad, así como personas adultas mayores e infancias, son la población con el riesgo más alto de enfermarse.

El escenario es peor para los bebés que viven en el vientre materno, pues son afectados por el contacto que sus madres pudiesen tener con compuestos tóxicos, dado que la placenta no puede proteger al neonato ante este tipo de sustancias.

Esto puede provocar que el bebé nazca enfermo y que, además, contraiga más padecimientos en el futuro, como puede ser leucemia: “Si una persona adulta que se expone a un tóxico se va a enfermar dentro de 10, 15 o 20 años, un niño que está expuesto desde el desarrollo embrionario va a nacer con algún problema y, a lo largo de su vida, si sigue expuesto, va a desarrollar otros problemas”.

“Cuando estás en edad de tener hijos estás expuesto a compuestos tóxicos, las células germinales pueden sufrir daño (...) todo esto puede afectar la descendencia. Los niños que están gestando en vientre materno, también están expuestos; la placenta protege contra parásitos, microorganismos, bacterias, pero no contra componentes químicos, porque las moléculas del compuesto químico son muy pequeñitas y son solubles en lípidos, entonces, pueden pasar por las membranas celulares”, añade.

Agrega que la organización internacional Greenpeace detectó hace una década que el Río Xochiac llevaba entre sus aguas algunas cantidades de benceno, tolueno y ftalatos.

Estos últimos compuestos son utilizados por las fábricas para brindar la capacidad de maleabilidad a los plásticos. Sin embargo, su contacto con el organismo humano es peligroso, pues es considerado un disruptor endócrino. Esto significa que quien está expuesto a los ftalatos puede perder o disminuir su producción hormonal. En menores esto afecta al desarrollo en todos los aspectos.

Además, cabe mencionar que la Organización de Naciones Unidas (ONU) dio a conocer en 2022 que la contaminación atmosférica, que es ocasionada en parte por la polución de los ríos, puesto que las sustancias tóxicas se volatilizan en el aire, es la principal causa de muertes prematuras a nivel mundial.

Condenados al perjuicio

De acuerdo con los censos de la autoridad ejidal de Santa Ana Xalmimilulco, el 20 por ciento de la superficie cultivada con productos como maíz, alfalfa y frijol, etcétera, es regada con aguas contaminadas del Xochiac. En el caso del ganado, se estima que el 30 por ciento consume alimento tóxico o que bebe de las aguas del raudal.

Esto preocupa a Amaro Flores, pues evidencia que muchos productos que se hacen en ese lugar pueden causar daños a la salud. De no implementar acciones para sanear el afluente y mejorar las condiciones de los agricultores, estima que el porcentaje aumente y que, en el largo plazo, la mayoría de alimentos saliente de Huejotzingo esté contaminada.

Por su parte, la doctora Pérez Castresana indica que hoy en día son pocas las probabilidades de que haya hortalizas no contaminadas, pues el agua utilizada para su riego se encuentra casi siempre en condiciones escasamente purificadas.

“Eso no es algo nuevo, es decir, los agricultores siempre riegan con esa agua que antes no estaba sucia, no estaba contaminada, pero ahora está contaminada (...) Cada vez es más difícil contar con una fuente de agua de buena calidad, es un problema complejo”, señala.

Ante ese panorama, la experta, quien además ostenta una Maestría en Ecología por la Universidad Central de Venezuela, advierte que las condiciones de inseguridad alimentaria e incluso hídrica serán desfavorables, no sólo para Huejotzingo, sino para toda la cuenca.

Además, la incidencia de niños y jóvenes enfermos aumentará, principalmente con padecimientos renales, cardiovasculares y cancerígenos, contribuyendo a la disminución de la esperanza de vida en Puebla.

Expertos señalan que las personas con exposición permanente al Xochiac tendrán alguna afectación de salud en el corto, mediano o largo plazo. Foto: Bibiana Díaz | El Sol de Puebla

Luchar por siempre

Hace algunos meses el señor Alejandro Juárez Juárez, oriundo de Huejotzingo y valeroso activista comunitario, fue diagnosticado con cáncer. Desde hace por lo menos una década y media ha caminado junto a personas como Amaro Flores para frenar la polución del río que lo vio crecer.

En una emotiva charla con este diario, el hombre, que hoy tiene más de 60 años de edad, asegura que no le interesa conocer si su diagnóstico está relacionado con la contaminación del afluente, pues sostiene que no hay tiempo que perder en la lucha para evitar que más personas se enfermen por estas acciones.

“Yo nada más digo, yo ya estoy viejo, ya me voy a morir, pero los que están bien son los jóvenes y les [puede] agarrar esa enfermedad (cáncer), pues yo creo que no es nada justo”, comparte.

En su caso, asegura sentirse traicionado por las autoridades de los gobiernos federal, estatal y municipal, quienes por más de 10 años se han hecho de “oídos sordos” para no hacerse cargo del deterioro ambiental y “echarse la bolita” entre ellas.

"Alguien nos está mintiendo"

“Alguien nos está mintiendo, no nos están diciendo la verdad”, señala con coraje y enojo Amaro Flores, al relatar que ninguna autoridad ha hecho lo propio, ni para sancionar a quienes vierten desechos sin ser tratados, ni tampoco para desazolvar ni sanear el raudal.

Tan sólo durante la administración de la presidenta municipal de Huejotzingo, Angélica Alvarado, la comunidad ejidal de Santa Ana Xalmimilulco ha pagado cerca de 200 mil pesos por desazolvar algunos puntos del afluente que, debido a la contaminación excesiva, inclusive con objetos y basura, se atascan durante la temporada de lluvias y ocasionan el eventual desbordamiento del río.

A esto se le suma que ninguna autoridad ha hecho algo por atender los reportes de desagües presuntamente provenientes de los complejos industriales Quetzalcoatl y Ciudad Textil, los cuales arrojan líquidos corrosivos, sucios, pestilentes y dañinos para la salud, denuncia Amaro Flores.

A propósito, El Sol de Puebla atestiguó y comprobó la existencia de una tubería que desemboca directamente al Xochiac, sin un filtro o cárcamo que detenga el vertimiento de sustancias tóxicas. Este hallazgo fue cerca de las coordenadas 19.213217, -98.391724. Este lugar se encuentra a escasos metros de la Universidad Tecnológica de Huejotzingo y del centro de salud municipal, así como diversos asentamientos humanos. Sus aguas tienen tonos blancos, morados, rojos y oscuros, y el aroma es intolerable.

Ante este descubrimiento, se solicitó a la Conagua, en al menos dos ocasiones, una postura institucional sobre si la descarga en cuestión era legal. No obstante, hasta este momento la dependencia federal no emitió un pronunciamiento todavía.

Quien también fue invitado a participar en esta pieza editorial fue el Ayuntamiento de Huejotzingo. Sin embargo, la autoridad municipal ignoró el ofrecimiento hecho mediante su coordinación de Comunicación Social. Otro de los temas que se buscaba tocar con el gobierno local era las acciones destinadas a atender la recomendación 10/2017, hecha por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) a ese ayuntamiento y al de San Martín Texmelucan, en la que se pidió emplear actos enfocados al saneamiento del raudal.

La contaminación del agua en Huejotzingo

Además del Río Xochiac, el Río Xopanac, el otro de los dos afluentes que atraviesan por este municipio, es utilizado como vertedero de residuos, principalmente por drenajes domésticos. De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en Huejotzingo hay cinco empresas que contaminan el agua en ese lugar. Aunque la dependencia no especifica hacia cuál de los dos afluentes se hacen las descargas, se sabe que, en primer lugar, la compañía Aunde México, situada en el Parque Industrial Quetzalcóatl y dedicada a fabricar vestiduras para vehículos, contaminaba el agua, hasta 2020, con 9.4 kilogramos (kg) de cromo al año, 7.6 kg de níquel y 3.7 kg de plomo.

También del ramo automotriz, Magna Seating, que se encarga de producir y elaborar componentes vehiculares, emitía hasta ese año 1.6 kg de cromo y 1.3 kg de níquel anuales. Algo muy similar vivió la empresa Posco MPPC, dedicada al mismo rubro económico, pues lanzó 1.5 kg de níquel a la atmósfera.

Por su parte, Ajemex, compañía multinacional dedicada a la producción de bebidas, tales como el refresco Big Cola o la bebida energética Volt, contamina las aguas de la nación con 8.3 kg de plomo, 5.7 kg de níquel, 5.7 kg de cromo, 1.8 kg de cadmio.

Al respecto, la doctora Montero Montoya señala que, si bien los procesos industriales representan la mayor carga de responsabilidad sobre la polución del afluente, los medianos y pequeños negocios, así como las descargas de los hogares situados de forma regular e irregular en el municipio, contribuyen al detrimento ecológico del sitio.

Valentín Cordero Juárez es vecino de la citada junta auxiliar. Él es una de las tantas personas que observó la transformación del raudal, desde ser una fuente de vida, hasta convertirse en el afluente más contaminado de Puebla.

Desde su perspectiva, la prosperidad económica que se prometió a los ciudadanos con la llegada de empresas fue una falacia, al menos para quienes habitan en ese lugar lejano a la cabecera municipal, pues expone que el costo de generar productos para todo el planeta es, de hecho, la devastación ecológica en comunidades como la suya.

“No solamente nos contamina, sino que nos quitan los recursos, tanto naturales como los económicos (...) Con las empresas que están establecidas es para que ya hubiera habido un cambio en el pueblo, y el pueblo está sumido en el olvido, no hay obras, no hay nada, o sea que no existe el progreso, nunca llegó”, establece.

Aunado a ello, relata que en la última década la presión medioambiental ejercida contra el suelo y el agua se incrementó con la llegada de dos complejos residenciales, Real Segovia y Paseo de los Sauces, construidos por dos inmobiliarias distintas.

Además de las descargas domésticas de ambas unidades, el crecimiento de la población en ese lugar alteró el suministro de agua en la comunidad. En el pasado, los habitantes de Santa Ana Xalmimilulco obtenían el agua de pozos, pero eso ya no es posible, pues la polución del suelo alcanzó los mantos freáticos y, además, la autoridad local instó a sus habitantes a recibir el servicio de agua potable municipal, precisa don Valentín.

¿Entubar el río?

En un sondeo realizado por esta casa editorial en las inmediaciones del Río Xochiac, la gente coincidió en que el olor desprendido por el raudal es difícil de respirar, sobre todo en épocas de calor. A la hora de cuestionar a la ciudadanía sobre las recomendaciones que proponen para acabar con el problema, la gran mayoría sugirió dos cosas: limpiar el raudal y entubar el río.

La doctora Montero Montoya explica que colocar el afluente en una tubería jamás será una opción viable, pues al hacerlo lo único que se logra es secar la zona y, con ello, se afecta la flora y fauna que se beneficia con el paso de agua, pero aún más importante, la contaminación no acaba y más bien el Xochiac se convertiría en una “cloaca gigante”.

Por esa razón, tanto la experta de la UNAM como la académica de la Ibero Puebla hacen hincapié en que la única forma de proteger el ecosistema y revertir los daños es el saneamiento del río y la clausura de fuentes de contaminación. Señalan que esto no se logrará sin la voluntad de la autoridad y el diseño de una estrategia sustentable.

Como sugerencia, refieren que debe adoptarse un modelo de economía circular. Esto quiere decir que las empresas que contaminan con su producción, deben ofrecer también soluciones que eviten la polución, es decir, deben asegurar que el destino final de sus productos no agudizará las condiciones desfavorables que hay en el ambiente.

Además, las especialistas opinan que esta zona de la Cuenca del Alto Atoyac ya no puede recibir más industrias. Lo anterior en referencia al Programa Metropolitano de Puebla-Tlaxcala, que se perfila a ser instaurado por autoridades federales y gobiernos de ambos estados. Se trata de un plan de ordenamiento territorial que incluye, entre otras cosas, la instalación de más empresas en la región.

Por su parte, el señor Cordero Juárez reconoce que la apatía de la población es un obstáculo que se contrapone a la restauración de este raudal, pues muchas personas se oponen al castigo de entes responsables, al punto de incluso amenazar a personas como él o el comisariado ejidal. Por ello, aunque respeta que hay personas que se benefician indirectamente con la existencia de las empresas en ese lugar, insiste en que el detrimento ecológico es más importante que cualquier otra cosa.

Finalmente, el comisario Amaro Flores refiere que seguirá firme en su lucha contra la polución del Xochiac. Señala que no descansará hasta que sus hijos y nietos conozcan la cara del afluente que a él le tocó vivir y no ésta que, desde sus ojos, es desgarradora. En ese cometido busca que, además de las empresas que se han beneficiado de su contaminación, las autoridades que históricamente se mantuvieron inactivas ante el problema paguen por su responsabilidad y restauren los daños ecológicos y de salud hechos al pueblo de Santa Ana Xalmimilulco.

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