Puebla se encuentra por arriba de la media nacional en materia de trabajo infantil, pues mientras en el país el 8.4 y 13.6 por ciento de las niñas y niños laboran, en la entidad estos porcentajes son de 12.2 y 20, respectivamente, reporta el estudio “Mujeres y hombres en México 2018”, elaborado por el INEGI y el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES).
Con las últimas cifras, la entidad se ubica como la novena y la sexta posición (en empate con Colima) con el mayor porcentaje de su población infantil en esta situación.
Nayarit es el estado con el mayor porcentaje de niñas que laboran con una proporción del 18.6 de este sector, mientras Campeche concentra a la mayor cantidad de varones con un 23.6 por ciento.
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La información del estudio, que considera como niños a las personas de entre 5 y 17 años de edad, corresponde al cuarto trimestre de 2017 y califica el trabajo infantil como un fenómeno multidimensional.
Por gusto o solo por ayudar; el hogar necesita de su trabajo; para pagar su escuela y/o sus propios gastos; aprender un oficio; pago de deudas, no estudia y otra razón; y porque el hogar necesita de su aportación económica, son los principales motivos- en orden descendente- por los cuales los niños trabajan en México.
Se advierte que cuando una o un menor de edad trabaja, algunas consecuencias no son inmediatas, sino que se reflejan al momento de llegar a su etapa adulta, ya que en muchos de los casos interrumpen su educación y esto limita sus oportunidades de desarrollo.
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“El fenómeno está estrechamente vinculado con el entorno social, económico y cultural de cada país o región, así como con la falta de andamiaje institucional para regular este tipo de trabajo, por lo que las causas que orillan a niñas y niños a trabajar son muy diversas”.
Se informa que en la esfera del mercado laboral, el trabajo infantil compite con el trabajo de las personas adultas en aquellos sectores que demandan mano de obra inexperta o poco calificada.
“Los efectos económicos de este tipo de trabajo también son visibles en los hogares, pues contribuye a incrementar su ingreso. En el ámbito familiar, las actividades domésticas que realizan las niñas y los niños cubren las necesidades de primer orden del hogar como son: aseo de la vivienda, cuidado y la alimentación de los integrantes del hogar. Si bien estas actividades no son consideradas como generadoras de riqueza, sí contribuyen de manera importante a la continuidad y reproducción de la vida social de las familias”.
