/ lunes 29 de octubre de 2018

Puebla Antigua, un lugar con Zona de Tolerancia para las sexoservidoras

Condenan condiciones en las que actualmente ejercen esta actividad

Casonas misteriosas de ventanas cubiertas en su totalidad con cortinas oscuras y de puertas grandes que se cerraban o abrían sigilosamente para dar la bienvenida a mujeres bien vestidas que ejercían el oficio de la prostitución eran un escenario cotidiano en el centro histórico de Puebla a finales del año 1800 y a principios de 1900.

A pesar de su doctrina conservadora, los poblanos permitieron en la capital el comercio sexual de mujeres de 15 años de edad en adelante con tarifas que ellas regulaban a su criterio y que hasta hoy se desconocen, esto con la condición de que pagaran sus correspondientes impuestos al Ayuntamiento.

Existen al menos dos fechas históricas: 1873 y 1928, años en los que el Cabildo capitalino aprobó la Zona de Tolerancia en el Centro Histórico rumbo al barrio de San Antonio, implementando reglas para las sexoservidoras, las vigilantes de las casonas, los médicos y policías.

Han pasado 145 años desde esta reglamentación y actualmente un grupo de trabajadoras sexuales ha pedido a la administración de izquierda de Claudia Rivera Vivanco la creación de una "Zona Rosa, Roja o Tolerancia" para quitarle la ilegalidad a la prostitución.

Las peticiones las encabezan dos grupos distintos: mientras uno de ellos pide que este sitio se ubique en los límites del estado de Tlaxcala, hay otro que demanda revivirlo en el Centro Histórico sobre las calles de la 12 y 14 Poniente, donde no es un secreto que se ejerce clandestinamente esta actividad.

PROSTITUCIÓN A LOS 15 AÑOS

En 1873, el Ayuntamiento de Puebla autorizó que mujeres de 15 años pudieran estar inscritas en el padrón de “mujeres públicas” de visita o habitando las casas de asignación “como aisladas”. Las chicas estaban obligadas a pagar por renta un máximo de 3 pesos.

Tanto las prostitutas como las casas que habitaban eran clasificadas “de primera, segunda y tercera clase”. En el caso de las viviendas de primera clase, estaban situadas a 5 cuadras de la plaza principal. Cada inmueble forzosamente debía pagar por impuestos cantidades que iban desde los 6 hasta 500 pesos.

Asimismo, las mujeres tenían un “libreto personal” con su expediente médico que solo se “borraba” cuando ellas decidían casarse, o bien comprobaran el nuevo “trabajo honrado” que iban a ejercer. Mientras, eran vigiladas por una matrona, que por ley no debería tener menos de 30 años.

De acuerdo al Artículo 19 del Reglamento para la Prostitución en Puebla de Zaragoza, en la Zona de Tolerancia “las puertas y ventanas de las casas públicas permanecerían cubiertas de día y de noche para que desde afuera no se vea lo que pasa adentro”. Cabe destacar que el desacato a cada lineamiento era castigado con 5 a 25 pesos y hasta prisión de 8 días a un mes.

Las matronas tenían como responsabilidad “tener aseadas a sus mujeres haciendo que se laven con agua y jabón las partes sexuales antes y después de cada acto al qué ocurran” (sic) además de alimentarlas convenientemente y no maltratarlas.

También estaba prohibido que “las mujeres públicas” vivieran con infantes menores de 7 años; no obstante los hombres podrían tener ingreso para un servicio sexual a la edad de 11 años; en caso de violar la ley, las sanciones eran hasta por 200 pesos.

DEFINEN ZONA DE TOLERANCIA

El 22 de agosto de 1928, el Ayuntamiento de Puebla definió en el “Reglamento para el ejercicio de la prostitución” la Zona de Tolerancia en calles del barrio de San Antonio por la 22 y 24 Poniente, además del centro, entre las que destaca la avenida 5 de Mayo, al igual que la 2 y 4 Norte.

“Quedan comprendidas en la zona la mitad de las calles que entroncan con la 22 Poniente en la Avenida 5 de Mayo y Callejón de la Llave; y las medias calles que entroncan en la 24 Poniente en el Callejón de Naturales y 2 Norte”, dice el documento.

La ley de hace 90 años tuvo cambios en las casas de asignación, pues en estas habitaciones no debía existir más de una cama y el número de recámaras era proporcional a las mujeres que habitan en ella; de igual modo, estaba prohibido tener mascotas.

Los permisos que se pagaban a la Comuna de los sitios de los trabajadores sexuales eran para la primera clase de 100 a 200 pesos y la segunda clase de 50 a 100 pesos.

Mientras, la mujer más pequeña que laboraba tenía 16 años y, una vez inscrita, debía abstenerse de cometer en público “faltas a la moral y de saludar” a la gente, sobre todo si iban acompañados de señoras o niños, e incluso no podían asistir a eventos de espectáculos. Los embarazos eran controlados y para salir se demostraba el modo de manutención en el séptimo mes de gestación del bebé.

También había reglamentos específicos para los médicos, que no debían faltar (a excepción del domingo, que era su día de descanso), además del trato policíaco, que no podía abusar ni extorsionar a ninguna prostituta, pues perdían hasta la cédula y su derecho a servidor público.

CONSERVAN MURALES

Las quejas de vecinos por la Zona de Tolerancia acumularon varias peticiones al Gobierno Municipal para su reubicación cerca del año de 1950.

Poco a poco se trasladaron en la zona norte de la Ciudad, en la que ahora es la colonia San Pedro y el hospital estatal de Traumatología. Ahí se concentraron múltiples bares que ofrecían a prostitutas.

Testimonios anónimos señalaron a El Sol de Puebla que al lugar llegaron mujeres internacionales para la alta clase política que pagaba en ese tiempo hasta 500 pesos.

En el lugar hay casas conservadas que se encuentran cerradas; no obstante, este diario pudo ingresar a un negocio, donde constató que se conservan murales de mujeres desnudas del conocido burdel, así como los diminutos cuartos del sexoservicio y las áreas exclusivas para bailes privados.

EL MITO

Los poblanos tienen dos mitos sobre lo que ocurrió en las casas de prostitución. El primero es que en el barrio de San Antonio el famoso cantante mexicano Agustín Lara se hizo su cicatriz después de pelear por el amor de una mujer. En tanto, en la conocida Zona 90 se especula que en los Juegos Olímpicos de 1968 fue asesinado uno de los hijos del entonces presidente de la república, Gustavo Díaz Ordaz, después de una riña por negarse a pagar alcohol y el servicio que contrató de unas prostitutas.

SIN OPINIÓN DE LA IGLESIA

La Arquidiócesis de Puebla se rehusó a dar una opinión sobre el tema ahora que hay organizaciones de sexoservidoras que han solicitado la creación de una Zona de Tolerancia tanto en el Centro Histórico como en los límites de Puebla y Tlaxcala.

“MALAS CONDICIONES”

Victoria N., representante de la “Unificación de Sexoservidoras de Puebla A. C” (organización que está reconocida constitutivamente desde 2012) condenó las condiciones en las que actualmente se encuentran ejerciendo esta actividad, así como la constante persecución de policías municipales.

“Trabajamos ahí en un cuartito, todo sucio, con cortinas rotas. A compañeras les ha dado infección en la piel las sábanas y otras prefieren ya decirles a los clientes que los actos sexuales sean de pie. Nos da miedo subirnos a un auto y no regresar”, declaró.

Está trabajando para crear un frente con las trabajadoras sexuales. Su equipo pide apoyo al Gobierno Municipal para la adquisición de un predio cerca de Tlaxcala, pero hay otras que quieren revivir el centro.

Victoria ejerce esta actividad desde los 15 años; afirma que lo hace por necesidad y que “aunque digan que es conseguir dinero fácil” ha recibido maltratos que van más allá de los gritos, son severos golpes. Actualmente les pagan de 80 a 150 pesos el servicio mínimo de 15 a 20 minutos.

“De los 150 pesos pagamos 30 para un cuartito o más, nos quedamos con poco dinero. Tampoco es tan fácil”, dijo.

Su red de protección es aliarse con médicos para que las revisen y prevengan una enfermedad contagiosa, como el Sida, aunado a un protocolo de seguridad para seguir a cada trabajadora, pero su meta va más allá: quiere que todas las mujeres estén adscritas al IMSS y puedan retirarse con jubilación.

Casonas misteriosas de ventanas cubiertas en su totalidad con cortinas oscuras y de puertas grandes que se cerraban o abrían sigilosamente para dar la bienvenida a mujeres bien vestidas que ejercían el oficio de la prostitución eran un escenario cotidiano en el centro histórico de Puebla a finales del año 1800 y a principios de 1900.

A pesar de su doctrina conservadora, los poblanos permitieron en la capital el comercio sexual de mujeres de 15 años de edad en adelante con tarifas que ellas regulaban a su criterio y que hasta hoy se desconocen, esto con la condición de que pagaran sus correspondientes impuestos al Ayuntamiento.

Existen al menos dos fechas históricas: 1873 y 1928, años en los que el Cabildo capitalino aprobó la Zona de Tolerancia en el Centro Histórico rumbo al barrio de San Antonio, implementando reglas para las sexoservidoras, las vigilantes de las casonas, los médicos y policías.

Han pasado 145 años desde esta reglamentación y actualmente un grupo de trabajadoras sexuales ha pedido a la administración de izquierda de Claudia Rivera Vivanco la creación de una "Zona Rosa, Roja o Tolerancia" para quitarle la ilegalidad a la prostitución.

Las peticiones las encabezan dos grupos distintos: mientras uno de ellos pide que este sitio se ubique en los límites del estado de Tlaxcala, hay otro que demanda revivirlo en el Centro Histórico sobre las calles de la 12 y 14 Poniente, donde no es un secreto que se ejerce clandestinamente esta actividad.

PROSTITUCIÓN A LOS 15 AÑOS

En 1873, el Ayuntamiento de Puebla autorizó que mujeres de 15 años pudieran estar inscritas en el padrón de “mujeres públicas” de visita o habitando las casas de asignación “como aisladas”. Las chicas estaban obligadas a pagar por renta un máximo de 3 pesos.

Tanto las prostitutas como las casas que habitaban eran clasificadas “de primera, segunda y tercera clase”. En el caso de las viviendas de primera clase, estaban situadas a 5 cuadras de la plaza principal. Cada inmueble forzosamente debía pagar por impuestos cantidades que iban desde los 6 hasta 500 pesos.

Asimismo, las mujeres tenían un “libreto personal” con su expediente médico que solo se “borraba” cuando ellas decidían casarse, o bien comprobaran el nuevo “trabajo honrado” que iban a ejercer. Mientras, eran vigiladas por una matrona, que por ley no debería tener menos de 30 años.

De acuerdo al Artículo 19 del Reglamento para la Prostitución en Puebla de Zaragoza, en la Zona de Tolerancia “las puertas y ventanas de las casas públicas permanecerían cubiertas de día y de noche para que desde afuera no se vea lo que pasa adentro”. Cabe destacar que el desacato a cada lineamiento era castigado con 5 a 25 pesos y hasta prisión de 8 días a un mes.

Las matronas tenían como responsabilidad “tener aseadas a sus mujeres haciendo que se laven con agua y jabón las partes sexuales antes y después de cada acto al qué ocurran” (sic) además de alimentarlas convenientemente y no maltratarlas.

También estaba prohibido que “las mujeres públicas” vivieran con infantes menores de 7 años; no obstante los hombres podrían tener ingreso para un servicio sexual a la edad de 11 años; en caso de violar la ley, las sanciones eran hasta por 200 pesos.

DEFINEN ZONA DE TOLERANCIA

El 22 de agosto de 1928, el Ayuntamiento de Puebla definió en el “Reglamento para el ejercicio de la prostitución” la Zona de Tolerancia en calles del barrio de San Antonio por la 22 y 24 Poniente, además del centro, entre las que destaca la avenida 5 de Mayo, al igual que la 2 y 4 Norte.

“Quedan comprendidas en la zona la mitad de las calles que entroncan con la 22 Poniente en la Avenida 5 de Mayo y Callejón de la Llave; y las medias calles que entroncan en la 24 Poniente en el Callejón de Naturales y 2 Norte”, dice el documento.

La ley de hace 90 años tuvo cambios en las casas de asignación, pues en estas habitaciones no debía existir más de una cama y el número de recámaras era proporcional a las mujeres que habitan en ella; de igual modo, estaba prohibido tener mascotas.

Los permisos que se pagaban a la Comuna de los sitios de los trabajadores sexuales eran para la primera clase de 100 a 200 pesos y la segunda clase de 50 a 100 pesos.

Mientras, la mujer más pequeña que laboraba tenía 16 años y, una vez inscrita, debía abstenerse de cometer en público “faltas a la moral y de saludar” a la gente, sobre todo si iban acompañados de señoras o niños, e incluso no podían asistir a eventos de espectáculos. Los embarazos eran controlados y para salir se demostraba el modo de manutención en el séptimo mes de gestación del bebé.

También había reglamentos específicos para los médicos, que no debían faltar (a excepción del domingo, que era su día de descanso), además del trato policíaco, que no podía abusar ni extorsionar a ninguna prostituta, pues perdían hasta la cédula y su derecho a servidor público.

CONSERVAN MURALES

Las quejas de vecinos por la Zona de Tolerancia acumularon varias peticiones al Gobierno Municipal para su reubicación cerca del año de 1950.

Poco a poco se trasladaron en la zona norte de la Ciudad, en la que ahora es la colonia San Pedro y el hospital estatal de Traumatología. Ahí se concentraron múltiples bares que ofrecían a prostitutas.

Testimonios anónimos señalaron a El Sol de Puebla que al lugar llegaron mujeres internacionales para la alta clase política que pagaba en ese tiempo hasta 500 pesos.

En el lugar hay casas conservadas que se encuentran cerradas; no obstante, este diario pudo ingresar a un negocio, donde constató que se conservan murales de mujeres desnudas del conocido burdel, así como los diminutos cuartos del sexoservicio y las áreas exclusivas para bailes privados.

EL MITO

Los poblanos tienen dos mitos sobre lo que ocurrió en las casas de prostitución. El primero es que en el barrio de San Antonio el famoso cantante mexicano Agustín Lara se hizo su cicatriz después de pelear por el amor de una mujer. En tanto, en la conocida Zona 90 se especula que en los Juegos Olímpicos de 1968 fue asesinado uno de los hijos del entonces presidente de la república, Gustavo Díaz Ordaz, después de una riña por negarse a pagar alcohol y el servicio que contrató de unas prostitutas.

SIN OPINIÓN DE LA IGLESIA

La Arquidiócesis de Puebla se rehusó a dar una opinión sobre el tema ahora que hay organizaciones de sexoservidoras que han solicitado la creación de una Zona de Tolerancia tanto en el Centro Histórico como en los límites de Puebla y Tlaxcala.

“MALAS CONDICIONES”

Victoria N., representante de la “Unificación de Sexoservidoras de Puebla A. C” (organización que está reconocida constitutivamente desde 2012) condenó las condiciones en las que actualmente se encuentran ejerciendo esta actividad, así como la constante persecución de policías municipales.

“Trabajamos ahí en un cuartito, todo sucio, con cortinas rotas. A compañeras les ha dado infección en la piel las sábanas y otras prefieren ya decirles a los clientes que los actos sexuales sean de pie. Nos da miedo subirnos a un auto y no regresar”, declaró.

Está trabajando para crear un frente con las trabajadoras sexuales. Su equipo pide apoyo al Gobierno Municipal para la adquisición de un predio cerca de Tlaxcala, pero hay otras que quieren revivir el centro.

Victoria ejerce esta actividad desde los 15 años; afirma que lo hace por necesidad y que “aunque digan que es conseguir dinero fácil” ha recibido maltratos que van más allá de los gritos, son severos golpes. Actualmente les pagan de 80 a 150 pesos el servicio mínimo de 15 a 20 minutos.

“De los 150 pesos pagamos 30 para un cuartito o más, nos quedamos con poco dinero. Tampoco es tan fácil”, dijo.

Su red de protección es aliarse con médicos para que las revisen y prevengan una enfermedad contagiosa, como el Sida, aunado a un protocolo de seguridad para seguir a cada trabajadora, pero su meta va más allá: quiere que todas las mujeres estén adscritas al IMSS y puedan retirarse con jubilación.

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