La falta de medios de comunicación con vocación social es otra razón por la que operan radios ilegales con vocación comunitaria, aseguraron José Manuel Ramos Rodríguez, docente de la licenciatura de Ciencias de la Comunicación e investigador del Departamento de Humanidades de la Universidad Iberoamericana Puebla (Ibero Puebla), y Enrique Sánchez Lara, director de la administración de Tecnologías de Información y Comunicaciones de la UPAEP.
De acuerdo con los expertos en comunicación, no todas las 43 radiodifusoras que operan en el estado de Puebla sin el permiso del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) para hacer uso del espectro radioeléctrico deben ser consideradas como “piratas” y con meros fines comerciales, pues seguramente hay algunas que tratan de servir a su comunidad.
“Hay las que son iniciativas comerciales, que quieren funcionar como radio comercial, a esas sí se vale decirles ‘piratas’ porque sí están obteniendo un lucro ‘a la mala’; en cambio, hay otras iniciativas en las que incluso la mayoría de ellas se han autorrestringido, autocensurado, para no poner publicidad en sus transmisiones, y que podrían autodenominarse como radios comunitarias”, resaltó Ramos Rodríguez.
Y es que, a decir de ambos académicos, las principales características de estas son que no se interesan por ganar dinero sino por hacer un servicio social, “por ejemplo, para apoyar o mejorar la calidad de vida de las comunidades indígenas en donde se encuentran: tienen causas nobles”, completó Sánchez Lara.
Más aún, explicó el docente e investigador de la Ibero Puebla, este tipo de radio comunitarias suelen ser puestas en operación por miembros de las propias localidades, que conocen y valoran las particularidades y desean extender esta herencia a más personas y que trascienda en el tiempo.
“Son las que buscan hacer alguna contribución a la vida comunitaria, fortaleciendo su identidad, cultura e incluso algunos aspectos de educación y salud”, abundó.
Y es que, agregó, este tipo de contenidos no son fácilmente divulgados en las radios comerciales u otros medios de comunicación tradicionales, de modo que muchas comunidades han encontrado como alternativa la operación de sus propias radiodifusoras.
“El espíritu de estas es dar un canal de comunicación, como una válvula de escape a los grupos que no suelen tener presencia o manera de acceder a los medios de comunicación modernos”, añadió.
Sin embargo, ambos académicos subrayaron la necesidad de que estas radios operen con la aprobación del órgano regulador, es decir, del IFT, a fin, destacó Sánchez Lara, de garantizar la seguridad de sus operaciones y la autenticidad de sus contenidos.