/ lunes 15 de mayo de 2017

Reforma educativa ocasiona que pocos deseen ser profesores

CUETZALAN DEL PROGRESO, Pue.- Las repercusiones de la reformaeducativa podrían provocar  que las próximas generaciones noelijan la docencia, aunque ver que un niño se convierte en unapersona de provecho y feliz lleva a los profesores a prepararsepara las evaluaciones y a afrontar circunstancias para ir hastacomunidades que pocos poblanos saben que existen como es el caso deTepetitán Reyeshogpan de Hidalgo.

Susana Méndez y Enrique Diego son profesores en esa juntaauxiliar donde todos los niños son bilingües, es decir, hablanespañol y su lengua materna, que es náhuatl. Ahora es así,aunque apenas hace algunos años, los menores llegaban a la escuelasin saber el idioma de los docentes, lo que imposibilitaba lasclases.

La Primaria Rafael Molina Betancourt es su lugar de trabajo. Seubica en medio del bosque tropical, entre bambús, plantas conflores exóticas y un verde que se riega por todas partes, con unconsecutivo trinar de las aves. Sin importar lo nublado, hacecalor. El clima no es seco como en la Mixteca, sino húmedo.

La institución tiene tres salones funcionales y un edificio queestá en obra negra porque no ha habido recursos para terminarlo.La escuela no está cercada; la comunidad es parte de ella yviceversa. Incluso, a un costado de las canchas hay un mástil quese usa en el ritual de los voladores de Cuetzalan, pues lospobladores mantienen la tradición.


LA HISTORIA DEENRIQUE


Enrique dice que la docencia tiene tantos retos como es posibleimaginarse. La situación empeoró por la reforma educativa, quepara él implicó una modificación a las condiciones laborales delos maestros, por las evaluaciones.

Él es originario de Reyeshogpan, pero estudió en Zacapoaxtla yha impartido clases tanto en ese municipio como en Tehuacán.Aunque no son impedimento, el profesor señala que parte de losretos para ser docente en una comunidad lejana son el traslado, losgastos, la seguridad, el clima y las enfermedades, aunque uno delos mayores es la pobreza, pues entre menos recursos económicos delos padres, más trabajo y menos tiempo para los menores y sueducación.

“Los padres de familia no se involucran tanto en lo que es laeducación de sus hijos. Sí van aprendiendo pero es más lento, yhay que estar a cada rato diciéndoles hagan esto o hagan el otro.En las reuniones se les dice a los papás que tienen que venir ainteresarse por la educación de sus hijos pero nos los mandan sintareas”, describe.

Uno de los retos en esta escuela es que los profesores tienen elesquema multigrado, que implica que en un salón se tengan queimpartir clases a niños de dos o tres grados diferentes.

De 27 años de edad, el profesor se siente satisfecho detrabajar en la comunidad porque tiene la paz que en muchos lugaresse ha perdido. Considera que mientras se tenga vocación paratrabajar enseñando, los riesgos serán más llevaderos.

“Estoy en esto no porque fuera mi única opción. Quiero estaraquí y es bonito porque al convivir con los niños, se aprendemucho de ellos y ellos de nosotros. Esta es una carrera muy bonitapero ya las reformas están haciendo que no deseen ser maestros”,comenta.


SUSANA, LA VERDADERAVOCACIÓN


En Reyeshogpan las mujeres visten un huipil blanco y bordado.Los hombres también conservan la ropa tradicional, usan huarachesy portan un machete, pues abunda diversa fauna en la zona.

Susana y Enrique contrastan con la forma de vida de lacomunidad, pues usan mezclilla y hablan español con un acentodistinto.

Desde el salón donde imparte clases Susana a los alumnos deprimero, segundo y tercer grado (todos juntos), se observan losmontes con mameyes, aguacates, mangos y otras variedades defrutos.

Se siente satisfecha con su estancia de cinco años en laescuela de la comunidad. Es originaria de Tlatlauquitepec, tiene 38años de vida y esperó cuatro años para obtener una plaza, tiempodurante el que cubrió interinatos. Su vida docente ha abarcado 16años, luego de que estudió en la Normal Enrique Zamora Palafox,del municipio de Zaragoza.

Ella fue profesora a sugerencia de su padre. Adquirió lavocación mientras hacía sus estudios. No se arrepiente de suelección.

“Va uno adquiriendo el cariño al trabajo. Es complicado yrequiere demasiada paciencia; es dedicar tiempo e irse lejos de lacasa porque no nos da tiempo viajar todos los días desde nuestrolugar de origen”, narra la docente. Mientras da la entrevista,tiene dolor de cabeza, que se acentúa con el calor y con elestrés de viajar a entregar una documentación.

Renta en Cuetzalan y para llegar a Reyeshogpan debe tomar uncolectivo que solo pasa cada media hora. En caso de que lacamioneta “se le pase”, debe caminar 30 minutos.

Cuando Susana llegó a la comunidad, la interacción entremaestros y alumnos era casi imposible, sobre todo con los menoresde nuevo ingreso. Pese a que la junta auxiliar es hablanteindígena, se canalizaba a docentes que no tenían esa segundalengua, por lo que no comprendían a sus alumnos.

“Desde preescolar ya saben el dialecto. Todos lo hablan. Ellos(sus alumnos actuales) ya saben ambas lenguas pero años atrás,llegaba el 100 por ciento hablando náhuatl y nada más, pero luegollegó un maestro que sabía náhuatl y era más fácil lacomprensión”, relata.

Además de esa complicación para interactuar con alumnos, losmaestros tampoco podían comunicarse con los padres de familia,aunque la situación se ha modificado en últimos años, pues todosempiezan a aprender español.

No obstante, en las juntas de padres, éstos comienzan a hablaren náhuatl y la maestra debe pedirles que la auxilien por ladificultad para comprenderlos.

Susana afirma que tiene menos dificultades que sus compañerascon hijos, pues la presión es doble por los tiempos de traslado.Sin embargo, nadie se libera de hechos como los asaltos, de lo queSusana fue víctima el año pasado.

“Si se viven situaciones complicadas. Uno viene con laconfianza de dar el servicio pero nunca estamos exentos deincidentes; hay que presentarnos siempre porque somos responsablesde los niños”, finaliza.

CUETZALAN DEL PROGRESO, Pue.- Las repercusiones de la reformaeducativa podrían provocar  que las próximas generaciones noelijan la docencia, aunque ver que un niño se convierte en unapersona de provecho y feliz lleva a los profesores a prepararsepara las evaluaciones y a afrontar circunstancias para ir hastacomunidades que pocos poblanos saben que existen como es el caso deTepetitán Reyeshogpan de Hidalgo.

Susana Méndez y Enrique Diego son profesores en esa juntaauxiliar donde todos los niños son bilingües, es decir, hablanespañol y su lengua materna, que es náhuatl. Ahora es así,aunque apenas hace algunos años, los menores llegaban a la escuelasin saber el idioma de los docentes, lo que imposibilitaba lasclases.

La Primaria Rafael Molina Betancourt es su lugar de trabajo. Seubica en medio del bosque tropical, entre bambús, plantas conflores exóticas y un verde que se riega por todas partes, con unconsecutivo trinar de las aves. Sin importar lo nublado, hacecalor. El clima no es seco como en la Mixteca, sino húmedo.

La institución tiene tres salones funcionales y un edificio queestá en obra negra porque no ha habido recursos para terminarlo.La escuela no está cercada; la comunidad es parte de ella yviceversa. Incluso, a un costado de las canchas hay un mástil quese usa en el ritual de los voladores de Cuetzalan, pues lospobladores mantienen la tradición.


LA HISTORIA DEENRIQUE


Enrique dice que la docencia tiene tantos retos como es posibleimaginarse. La situación empeoró por la reforma educativa, quepara él implicó una modificación a las condiciones laborales delos maestros, por las evaluaciones.

Él es originario de Reyeshogpan, pero estudió en Zacapoaxtla yha impartido clases tanto en ese municipio como en Tehuacán.Aunque no son impedimento, el profesor señala que parte de losretos para ser docente en una comunidad lejana son el traslado, losgastos, la seguridad, el clima y las enfermedades, aunque uno delos mayores es la pobreza, pues entre menos recursos económicos delos padres, más trabajo y menos tiempo para los menores y sueducación.

“Los padres de familia no se involucran tanto en lo que es laeducación de sus hijos. Sí van aprendiendo pero es más lento, yhay que estar a cada rato diciéndoles hagan esto o hagan el otro.En las reuniones se les dice a los papás que tienen que venir ainteresarse por la educación de sus hijos pero nos los mandan sintareas”, describe.

Uno de los retos en esta escuela es que los profesores tienen elesquema multigrado, que implica que en un salón se tengan queimpartir clases a niños de dos o tres grados diferentes.

De 27 años de edad, el profesor se siente satisfecho detrabajar en la comunidad porque tiene la paz que en muchos lugaresse ha perdido. Considera que mientras se tenga vocación paratrabajar enseñando, los riesgos serán más llevaderos.

“Estoy en esto no porque fuera mi única opción. Quiero estaraquí y es bonito porque al convivir con los niños, se aprendemucho de ellos y ellos de nosotros. Esta es una carrera muy bonitapero ya las reformas están haciendo que no deseen ser maestros”,comenta.


SUSANA, LA VERDADERAVOCACIÓN


En Reyeshogpan las mujeres visten un huipil blanco y bordado.Los hombres también conservan la ropa tradicional, usan huarachesy portan un machete, pues abunda diversa fauna en la zona.

Susana y Enrique contrastan con la forma de vida de lacomunidad, pues usan mezclilla y hablan español con un acentodistinto.

Desde el salón donde imparte clases Susana a los alumnos deprimero, segundo y tercer grado (todos juntos), se observan losmontes con mameyes, aguacates, mangos y otras variedades defrutos.

Se siente satisfecha con su estancia de cinco años en laescuela de la comunidad. Es originaria de Tlatlauquitepec, tiene 38años de vida y esperó cuatro años para obtener una plaza, tiempodurante el que cubrió interinatos. Su vida docente ha abarcado 16años, luego de que estudió en la Normal Enrique Zamora Palafox,del municipio de Zaragoza.

Ella fue profesora a sugerencia de su padre. Adquirió lavocación mientras hacía sus estudios. No se arrepiente de suelección.

“Va uno adquiriendo el cariño al trabajo. Es complicado yrequiere demasiada paciencia; es dedicar tiempo e irse lejos de lacasa porque no nos da tiempo viajar todos los días desde nuestrolugar de origen”, narra la docente. Mientras da la entrevista,tiene dolor de cabeza, que se acentúa con el calor y con elestrés de viajar a entregar una documentación.

Renta en Cuetzalan y para llegar a Reyeshogpan debe tomar uncolectivo que solo pasa cada media hora. En caso de que lacamioneta “se le pase”, debe caminar 30 minutos.

Cuando Susana llegó a la comunidad, la interacción entremaestros y alumnos era casi imposible, sobre todo con los menoresde nuevo ingreso. Pese a que la junta auxiliar es hablanteindígena, se canalizaba a docentes que no tenían esa segundalengua, por lo que no comprendían a sus alumnos.

“Desde preescolar ya saben el dialecto. Todos lo hablan. Ellos(sus alumnos actuales) ya saben ambas lenguas pero años atrás,llegaba el 100 por ciento hablando náhuatl y nada más, pero luegollegó un maestro que sabía náhuatl y era más fácil lacomprensión”, relata.

Además de esa complicación para interactuar con alumnos, losmaestros tampoco podían comunicarse con los padres de familia,aunque la situación se ha modificado en últimos años, pues todosempiezan a aprender español.

No obstante, en las juntas de padres, éstos comienzan a hablaren náhuatl y la maestra debe pedirles que la auxilien por ladificultad para comprenderlos.

Susana afirma que tiene menos dificultades que sus compañerascon hijos, pues la presión es doble por los tiempos de traslado.Sin embargo, nadie se libera de hechos como los asaltos, de lo queSusana fue víctima el año pasado.

“Si se viven situaciones complicadas. Uno viene con laconfianza de dar el servicio pero nunca estamos exentos deincidentes; hay que presentarnos siempre porque somos responsablesde los niños”, finaliza.

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