/ sábado 16 de febrero de 2019

Superó el cáncer, ahora da apoyo a otras personas

Angelina cuenta cómo ha logrado superar esta enfermedad

Después de ocho años de lucha contra el cáncer, Angelina Ramírez Bolaños es ahora una sobreviviente de leucemia, mujer trabajadora y feliz madre de dos hijas.

A sus 30 años de edad y 17 de haber superado la leucemia, en pleno Día Internacional del Cáncer Infantil, a Angelina todavía se le quiebra la voz y se le humedecen los ojos al recordar que estuvo al borde de la muerte, sin embargo, se alegra luego al reconocer que superó la enfermedad y ver a sus compañeras de vida Jade Aideé y Maité Guadalupe.

Era apenas una pequeña de siete años de edad cuando Angelina se enfrentó al fallecimiento de su abuela, un mal momento que fue sólo el principio de su enfermedad, pues la depresión que sintió su partida la llevó a descuidar su alimentación, una situación que después supo, favoreció al desarrollo del cáncer en la sangre.

“Yo estaba muy hallada con mi abuela, así que cuando ella murió, yo dejé de comer y los doctores me dijeron que eso fue lo que me hizo mal, porque mi sangre se adelgazó”, compartió.

Tenía entonces siete años de edad cuando se presentaron los primeros síntomas de la enfermedad, moretones, mareos, dolor de cabeza y estómago y vómitos que los primeros doctores a los que consultó su mamá le dijeron que se trataba de algún padecimiento del colon o del intestino, aunque a medida que se agravó su salud requirió estudios de diagnóstico especializados que finalmente revelaron el verdadero problema: una leucemia.

Desde entonces y pese a su corta edad, inició su tratamiento en el Hospital San José del IMSS y tuvo que combatir no sólo a la enfermedad, sino también a la discriminación, pues en aquellos años fue relegada en la primaria en la que estudiaba, porque la ignorancia llevó a su maestra a pensar que podía contagiar a otros, “la maestra me sentaba hasta atrás”, explica.

Además de otras complicaciones que le generó, pues en plena lucha contra el cáncer en la sangre se le presentó otra enfermedad que agravó su estado de salud, “tuve varicela, por dentro y por fuera, por lo que estuve en Terapia Intensiva”, añade.

En ese momento, agrega, fue cuando estuvo al borde de la muerte al grado de que recuerda haber visto a su mamá llorar y haber estado a la puerta de un paraíso, “deliré y cuando desperté ya tenía las placas de reanimación en el pecho”, completa.

Fue hasta que cumplió 13 años, cuando los especialistas del Hospital San José del IMSS, le dieron la buena noticia de que al fin había superado el cáncer “y entonces ya me dieron de alta”, recuerda.

Pese a los pronósticos, un año más tarde Angelina recibió a su pequeña Jade Aideé y cinco después a la segunda, Maité Guadalupe, “sí me dijeron que no iba a poder ser madre, pero me embaracé a los 14, fui una madre joven”, sigue.

Ahora como adulta y madre de familia, Angelina agradece que su enfermedad no marcó a sus hijas, pues ellas están completamente sanas, y ella está concentrada en su trabajo en una tortillería y en cuidar de ella y de su familia, acudiendo al médico ante cualquier sospecha de enfermedad y procurando una dieta sana para las tres, pues sabe que cuidar su alimentación es fundamental para evitar el desarrollo del cáncer.

“Verduras, frutas, agua natural, nada de (alimentos) enlatados, porque esos tienen químicos, conservadores, que hacen daño y lo que yo pasé no quisiera que lo pasaran mis hijas”, remata.

Después de ocho años de lucha contra el cáncer, Angelina Ramírez Bolaños es ahora una sobreviviente de leucemia, mujer trabajadora y feliz madre de dos hijas.

A sus 30 años de edad y 17 de haber superado la leucemia, en pleno Día Internacional del Cáncer Infantil, a Angelina todavía se le quiebra la voz y se le humedecen los ojos al recordar que estuvo al borde de la muerte, sin embargo, se alegra luego al reconocer que superó la enfermedad y ver a sus compañeras de vida Jade Aideé y Maité Guadalupe.

Era apenas una pequeña de siete años de edad cuando Angelina se enfrentó al fallecimiento de su abuela, un mal momento que fue sólo el principio de su enfermedad, pues la depresión que sintió su partida la llevó a descuidar su alimentación, una situación que después supo, favoreció al desarrollo del cáncer en la sangre.

“Yo estaba muy hallada con mi abuela, así que cuando ella murió, yo dejé de comer y los doctores me dijeron que eso fue lo que me hizo mal, porque mi sangre se adelgazó”, compartió.

Tenía entonces siete años de edad cuando se presentaron los primeros síntomas de la enfermedad, moretones, mareos, dolor de cabeza y estómago y vómitos que los primeros doctores a los que consultó su mamá le dijeron que se trataba de algún padecimiento del colon o del intestino, aunque a medida que se agravó su salud requirió estudios de diagnóstico especializados que finalmente revelaron el verdadero problema: una leucemia.

Desde entonces y pese a su corta edad, inició su tratamiento en el Hospital San José del IMSS y tuvo que combatir no sólo a la enfermedad, sino también a la discriminación, pues en aquellos años fue relegada en la primaria en la que estudiaba, porque la ignorancia llevó a su maestra a pensar que podía contagiar a otros, “la maestra me sentaba hasta atrás”, explica.

Además de otras complicaciones que le generó, pues en plena lucha contra el cáncer en la sangre se le presentó otra enfermedad que agravó su estado de salud, “tuve varicela, por dentro y por fuera, por lo que estuve en Terapia Intensiva”, añade.

En ese momento, agrega, fue cuando estuvo al borde de la muerte al grado de que recuerda haber visto a su mamá llorar y haber estado a la puerta de un paraíso, “deliré y cuando desperté ya tenía las placas de reanimación en el pecho”, completa.

Fue hasta que cumplió 13 años, cuando los especialistas del Hospital San José del IMSS, le dieron la buena noticia de que al fin había superado el cáncer “y entonces ya me dieron de alta”, recuerda.

Pese a los pronósticos, un año más tarde Angelina recibió a su pequeña Jade Aideé y cinco después a la segunda, Maité Guadalupe, “sí me dijeron que no iba a poder ser madre, pero me embaracé a los 14, fui una madre joven”, sigue.

Ahora como adulta y madre de familia, Angelina agradece que su enfermedad no marcó a sus hijas, pues ellas están completamente sanas, y ella está concentrada en su trabajo en una tortillería y en cuidar de ella y de su familia, acudiendo al médico ante cualquier sospecha de enfermedad y procurando una dieta sana para las tres, pues sabe que cuidar su alimentación es fundamental para evitar el desarrollo del cáncer.

“Verduras, frutas, agua natural, nada de (alimentos) enlatados, porque esos tienen químicos, conservadores, que hacen daño y lo que yo pasé no quisiera que lo pasaran mis hijas”, remata.

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