Antes de la contingencia sanitaria los retos educativos en el estado eran grandes y la llegada de la pandemia agudizó estas necesidades que dejó ver, no solo las carencias que hay al interior de las escuelas, sino también en los hogares, situación que, a decir de las experiencias de los propios docentes, dificulta el aprendizaje de sus alumnos ante la brecha tecnológica derivada de las carencias económicas.
De acuerdo al último reporte emitido por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) informa que Puebla cuenta con 79 mil 913 docentes en la educación básica y media superior, de los cuales 63 mil 901 imparten clases en el sector público y 16 mil 012 en el privado.
Las estadísticas correspondientes al ciclo escolar 2017-2018 detallan también que, de los 14 mil 206 planteles que hay en la entidad, el 76.90 por ciento se encuentran en un grado de marginación catalogada como “muy alto y alto”, mientras que únicamente el 23.09 por ciento de estos están considerados como escuelas con un grado de marginación “medio, bajo y muy bajo”.
ESCUELAS DE ALTA MARGINACIÓN
De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) las escuelas de alta marginación enfrentan retos más marcados en cuanto a normalidad mínima, cohesión de la comunidad escolar, formación y desempeño del personal docente, así como de las capacidades de gestión de los directores escolares.
Además, en escuelas de alta marginación existe una oferta de educación de menor calidad que corresponde a condiciones de demanda de baja expectativa. “Las escuelas de alta marginación cuentan con distintas carencias que de inicio limitan los potenciales beneficios en términos de aprendizaje y logro”, detalla el Consejo.
RETOS FUERA Y DENTRO DEL AULA
Los retos de un profesor no inician al interior del aula, incluso, desde que salen de su hogar. Nahum Muñoz, catedrático de primaria, reconoce que dar clases en Palmar de Bravo -zona considerada del Triángulo Rojo- al principio le representaba temor, pero el interés que mostraron sus alumnos por entrar a sus clases le ayudó a dejar en segundo plano la inseguridad para enfocarse en la formación de sus estudiantes, quienes han sido testigo de las problemáticas del lugar.
En contraste, Mayra Paredes, maestra de secundaria, asegura que en su caso la inseguridad no es un problema, pero sí el traslado. Reconoce que llegar a la escuela ubicada en Atioyan -perteneciente al municipio de Tlatlauquitepec- es toda una odisea.
“El transporte de la cabecera para llegar a la comunidad sale cada hora. Cuando no hay transporte uno tiene que caminar a la siguiente comunidad para tomar otro transporte, pero en ese trayecto, tenemos que veredear o buscar la forma de cruzar porque es autopista. Hay partes en la que sí está pavimentado y en otras no. En la mayoría es terracería lo que dificulta el acceso por las carreteras en mal estado”, comparte la maestra.
De acuerdo a los indicadores del INEE, 212 mil 488 alumnos de nivel preescolar estudian en planteles con un grado de marginación “Muy alto y alto”, 552 mil 547 de nivel primaria están en esta misma circunstancia, 249 mil 297 alumnos de secundaria repiten la secuencia y 164 mil 164 estudiantes de nivel medio superior atraviesan por lo mismo.
DISTRIBUCIÓN POR MODELO EDUCATIVO
El informe del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación también precisa la distribución de docentes en Puebla por modelo educativo: 13 mil 581 en nivel preescolar, 29 mil 100 en primaria, 29 mil 090 en secundaria y 17 mil 142 en media superior.
En cada uno de los niveles de enseñanza los docentes ponen en práctica sus metodologías de aprendizaje para que sus alumnos aprendan lo mejor posible, pero hay situaciones en las que aseguran, no requieren de un manual para convertirse en sus amigos e incluso guías en situaciones ajenas a la escuela. “Uno como maestro tiene que conocer a sus alumnos y te conviertes en doctor, psicólogo, en su consejero y amigo. Uno hace una labor más allá de enseñar Matemáticas y Español. Te involucras más allá del aula, ellos te comparten los problemas que viven en el hogar y buscan tu orientación”, compartió Mayra.
Las limitantes económicas repercuten en el acceso a las tecnologías, pero también en la movilidad social, pues en el caso de la maestra Mayra, destaca que muchos alumnos de la comunidad no cuentan con el respaldo de los padres para su aprendizaje debido a que la gran mayoría migran y se quedan bajo el cuidado de los abuelos.
“A veces hasta te conviertes en padre. Los niños se acercan a ti porque te ven como alguien en quien pueden confiar. Si nosotros les damos esa confianza a los alumnos la relación es mucho mejor porque no te ven como el ogro, al contrario, les pides las tareas y las realizan con gusto. Al menos en mi grupo le doy prioridad a reforzar los valores como el respeto, la confianza, la responsabilidad y el compañerismo”, destacó.
LA EDUCACIÓN ESPECIAL, UN TRIPLE RETO
Regina Charazada García reconoce que ser maestra de educación especial es un triple reto, pero al mismo tiempo, una triple satisfacción el ver que los niños con capacidades diferentes alcanzan logros que les permiten desarrollarse de mejor manera en su entorno.
“Es un reto porque cada niño es diferente. Tenemos que centrar su atención en las necesidades que cada uno tiene para que sus aprendizajes sean funcionales en su vida cotidiana”, refirió Charazada, quien da clases y terapias en USAER (Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Regular).
Bajo este contexto, el reporte del INEE detalla que en Puebla hay 17 mil 106 alumnos que requieren de educación especial, ámbito en el que mil 557 docentes dan todo de sí para que los pequeños tengan las mismas oportunidades de aprendizaje a su propio ritmo.
“Es grato ver que van teniendo logros y que el Día del Maestro te llevan una notita o una flor dibujada por ellos mismos cuando en un inicio ese tipo de actividades se les dificultaban. Estoy convencida de que no hay límites para aprender, cada uno a su ritmo y a su nivel”, refirió la maestra.
A pesar de los retos que los maestros enfrentan a diario desde sus respectivas trincheras, coinciden en que, si tuvieran que regresar al pasado, nuevamente elegirían como profesión la docencia.
